EuroBasket 2025

Ataman, el Mourinho del baloncesto

Los gestos y aspavientos, su manera de comunicarse con la prensa, los culpables en la derrota y las celebraciones en la victoria convierten al ya mítico entrenador turco en una copia del técnico futbolístico.

Ataman, el Mourinho del baloncesto
Alberto Clemente
Alberto Clemente es licenciado en Historia y Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos. Empezó su andadura en el periodismo en Cadena SER, donde estuvo de mayo de 2018 a enero de 2019, desempeñando sus funciones en la web, dentro de la sección de deportes. Tras dicha estancia, pasó a formar parte de As, siendo parte de la sección de baloncesto.
Actualizado a

Ergin Ataman dijo en la previa del partido que enfrentaba a Turquía con Serbia que el resultado no era demasiado importante. Cuando terminó el partido, su forma de celebrar la victoria indicó justo lo contrario. No es la primera vez que pasa: el entrenador es una personalidad cautivadora, para bien y para mal. Un ególatra de un narcisismo inconmensurable que ha hecho de su modus operandi un estilo propio y bien definido que, todo hay que decirlo, le ha conducido a un rotundo éxito. Y, camino de los 60 años, es el entrenador más importante de Europa hoy en día. Por currículum, por exposición y por los títulos conquistados. Un hombre dedicado al baloncesto que no para de coleccionar grandes momentos, regalando a los aficionados un producto televisivo incuestionable. De esos que siempre dan que hablar.

La forma de comportarse de Ataman recuerda en buena manera a José Mourinho, mítico entrenador de fútbol todavía en activo con 62 años, siendo contemporáneo a su homólogo. El portugués, recientemente despedido del Fenerbahçe, fue uno de los técnicos más importantes de la primera década del siglo XXI, acumulando una ristra inabarcable de éxitos, entre ellos dos Champions League, una con el Oporto y otra con el Inter. Su paso por el Real Madrid dio mucho que hablar, así como su capacidad para que todas las miradas se fijen en él mientras ignora las críticas, siempre constantes, de la opinión pública. Ahora, su estrella ha caído y está en ligas menores, aunque todavía suma algún que otro éxito. Eso sí, ha quedado como un producto ya desgastado, alejado de la leyenda que en su día fue y que, por otra parte, siempre será. Al fin y al cabo, se ganó su lugar en la historia.

Ataman todavía no está en ese punto. De hecho, está en plena efervescencia, en el momento álgido de la que ya es una dilatadísima carrera deportiva. En diferentes banquillos desde 1996, el turco ha amasado los éxitos que le han convertido en leyenda durante la última década, aunque consiguió títulos mucho antes. Campeón cinco veces de la Liga turca, ganó también en cinco ocasiones la Copa del mismo país. En 2012, con el Besiktas, ganó la FIBA EuroChallenge, mientras que con el Galatasaray en su siguiente aventura se hizo con la Eurocup en 2016. Pero lo mejor estaba por venir: como entrenador del Efes y con Shane Larkin y Vasilije Micic de grandes estrellas, conquistó dos Euroligas consecutivas que habrían sido tres si el coronavirus no hubiera interrumpido la máxima competición continental en 2020, cuando su equipo dominaba la clasificación con puño de hierro. Su fichaje por el Panathinaikos fue más que mediático y en su primera temporada logró la Euroliga y la Liga griega con un megaproyecto lleno de increíbles estrellas. Desde luego, es el entrenador del momento. Pero...

Una cuestión de formas

La forma de hacer las cosas de Ataman no es habitual, pero tampoco insólita. Es única, porque es particular, que no por ello es rara. Y que no sea rara no la convierte en comprensible. Pero es, desde luego, la que le ha conducido al éxito. Siempre gesticulando en el banquillo, acusando permanentemente a los árbitros, buscando excusas permanentes en la derrota y celebrando con jolgorio las victorias, Ataman se ha convertido en el protagonista de su propia historia, en uno de esos entrenadores que trascienden más allá del personaje y del propio equipo. En el deporte son los jugadores los que ganan o pierden. Pero no para el turco, que es el encargado de decir qué, quién y cómo quiere que se hagan las cosas, controlando todos los aspectos habidos y por haber en una estructura. En el Panathinaikos le han dado incluso poder directivo, siendo parte imprescindible de los movimientos en el mercado, que tienen que contar con su aprobación.

El turco se ha hecho también un experto en controlar grandes personalidades en pista y en tener un control increíble sobre la gestión emocional de su plantilla. En 2024, el Panathinaikos iba 2-1 abajo durante los cuartos de final de la Euroliga. En ese momento, hizo unas explosivas declaraciones en las que aseguró que si su equipo no estaba en la Final Four, se iría. Los verdes ganaron el cuarto asalto, un win or go home para ellos (88-95) para sentenciar de vuelta al OAKA (81-72), con una afición volcada con su entrenador. Después, puso rumbo a su tercer campeonato continental. Este año sufrió para ganar a su exequipo, el Efes, en cuartos (3-2). Luego, alimentó con la rivalidad frente al Olympiacos los accidentes en la Final Four, en la que cayó en semifinales. Y potenció con su consabida verborrea al ambiente hostil que se trasladó a la final griega contra el eterno enemigo y en que también salió escaldado. Dio igual: seguirá al frente. Es el jefe y tiene el control. Pero, ¿hasta cuándo?

Hacer una lista de todos los momentos protagonizados por Ataman sería un ejercicio de optimismo que quedaría muy largo. Las comparaciones que ha hecho entre la Euroliga y la NBA o la posibilidad de entrenar a un equipo de la mejor liga del mundo.... También su gestión en ruedas de prensa o sus constantes salidas de todo. O la forma que ha tenido de comer la moral al Real Madrid, siendo la bestia negra de los últimos tiempos de los blancos, tanto en su etapa en el Efes como ahora en el Panathinaikos. Todo eso y más ha hecho un entrenador que se encuentra en su salsa en un Eurobasket que le pertenece en cuerpo y alma. Turquía, que en un auténtico partidazo ganó a Serbia, mostró su candidatura y superó en los octavos a Suecia para citarse hoy con Polonia en cuartos. Y sí, todo se acaba y no siempre vale lo mismo. Hasta entonces, seguiremos teniendo declaraciones picantes, gesticulaciones exageradas y mucha teatralidad. Igual que pasa con Mourinho, claro.

Noticias relacionadas

¡Tus opiniones importan!

Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí.

Etiquetado en:
Comentarios
Normas

Rellene su nombre y apellidos para comentar

Te recomendamos en Más Baloncesto

Productos recomendados