Francotirador Jaworski
El escolta del Bilbao Basket, que lleva 49 puntos en los dos últimos partidos, empieza a demostrar su fama de enorme anotador. “Quiero jugar contra los mejores”.
Justin Jaworski va camino de ser una de las grandes sensaciones de la ACB. Las vueltas que da la vida y los caprichos que tiene el deporte. Hace casi un mes, el 19 de octubre, el escolta norteamericano caía en mala posición en un contraataque en el Olímpic de Badalona. Heló la sangre de todo el Bilbao Basket. Parecía una lesión grave de rodilla. Ya se había roto el cruzado hace un lustro y era un mazazo para el proyecto del club de Miribilla. Pero, por fortuna, se quedó solo en un susto y a su vuelta ha empezado a demostrar que está bien ganada la fama de francotirador que se traía hasta la máxima categoría del baloncesto español. Lleva 49 puntos en los dos últimos partidos y el martes en la Europe Cup ante el Brno anotó siete triples, a uno del récord absoluto del club, en poder de Recker, Álex Reyes y Rubén Domínguez. “No conocía el dato, de haberlo sabido habría ido a por ello. Bueno, habrá más oportunidades, lo batiré”, lanzó con esa media sonrisa entre pícara y desafiante que luce. “Se empieza a ver al verdadero Justin, pero aún tengo que mejorar, sobre todo en defensa. Soy ambicioso”, expone.
“Es un asesino”. Lo dice Lolo Encinas, actual entrenador del Grupo Alega Cantabria de Primera FEB, el que trajo al escolta de Schwenksville, Pensilvania (26 años), a España cuando dirigía al Gipuzkoa Basket en LEB Oro. Recuerda cuando le dieron las primeras referencias del tirador. “Me mandaron a las diez de la noche vídeos, gente de mi agencia de representación. Estuve viendo cosas de él hasta las cuatro de la mañana. Alucinaba con mi asistente, Jorge Álvarez. Le dije al director deportivo (Aitor Uriondo): ‘Mira a este tío, madre mía ¿pero qué es esto?”.
Tras no ser seleccionado en el draft de la NBA de 2021, Jaworski se unió a los Atlanta Hawks para la Liga de Verano de la NBA. Firmó con el Oklahoma City Thunder, pero fue dado de baja al día siguiente. Posteriormente actuó en el equipo de la G League, el Oklahoma City Blue. “Mis agentes lo estuvieron mirando y nos entraba en precio”. A partir de ahí, la explosión. Segundo máximo anotador de la LEB Oro, con 19,32 puntos de media, salida al Napoli Basket, Academics Heidelberg y EWE Baskets Oldenburg, en donde fue el máximo artillero de la Bundesliga la campaña pasada.
“Le decías algo y lo cogía en seguida, sabia colocarse como los genios. En el bus decía a los compañeros: ‘Aprended de memoria estos movimientos que yo ya me los sé’”, resume Encinas. No era un americano al uso. Le encantaba moverse por la Parte Vieja de Donostia, ir al monte o salir a Azpeitia porque tenía amigos allí. Si fallaba tiros se quedaba después del entrenamiento a lanzar series infinitas. “No te preocupes coach, cada vez voy a jugar mejor”, tranquilizaba. “Es más dos que uno, muy dinámico”, resume Encinas. En algún partido garantizó: “Llevo tres falladas, pero voy a seguir, porque la cuarta, la meto seguro”.
Salió mal de Donostia, eso sí, con un lío de cuidado. Tenía firmado un contrato hasta final de temporada, pero tras los playoffs ante el Coruña (3-1), antes de la Final a Cuatro que decidía la segunda plaza de ascenso, se marchó aduciendo que tenía programada su boda. En enero ya preguntó cuándo se decidía el ascenso. Le dijeron que aquello podía irse a mediados de junio y torció el gesto. “Esto no me habían dicho”, se explicó. Cambió de agente una semana antes de los playoffs, posiblemente porque el anterior representante no le había alertado sobre esta circunstancia de seguir jugando hasta tan tarde. “Me engañó”, le dijo al club. El Gipuzkoa no le pagó, obviamente, el billete de vuelta a Estados Unidos. Amenazó con una denunciarle por incumplimiento de contrato, que le habría dejado sin jugar un tiempo, aunque al final llegaron a un acuerdo. “Que cambien la fecha de la F4”, lanzó con su discurso en ocasiones de sobrado. “Si llega a estar en aquella Final Four, habríamos llegado al último partido, seguro”, resume Encinas en alusión a la derrota en 2023 ante San Pablo Burgos, que peleó posteriormente por el billete ACB ante un Palencia que se llevó el gato al agua. El preparador donostiarra estuvo presente el domingo pasado en el Bilbao-Zaragoza, con partidazo de su expupilo. “Tienes que venir más a verme”, le lanzó entre risas.
A Justin siempre le ha encantado Allen Iverson. En Gipuzkoa se hizo famosa una jugada en saque de fondo, como si fuera un quarterback, para Sollazzo, con canasta en mate de éste. Siendo un chaval de Philadelphia y seguidor de los Eagles, al llegar al instituto hubo un momento en el que tenía que elegir: fútbol americano o baloncesto. “Jugar al fútbol americano me ha ayudado a ser mejor en baloncesto y viceversa, porque eso me hacía desarrollar habilidades diferentes a las que hubiera adquirido si solo hubiera practicado un deporte. Me decidí por el baloncesto porque me gustaba más”, asegura. Su apellido denota orígenes polacos. En su país le apodaban Jaws, Tiburón, como a su padre y su hermano. En los Philadelphia Eagles había un quarterback, Ron Jaworski, que tenía el apodo original y también se lo quedó su familia. El pasado miércoles encestó un balón ovalado de fútbol americano desde el centro de la cancha en Miribilla en una campaña promocional de este deporte para una plataforma televisiva.
El escolta fue presentado oficialmente en septiembre como nuevo jugador del Bilbao Basket en un concesionario de Nissan, uno de los patrocinadores de la entidad, que quería promocionar uno de sus modelos, el Micra “Esperamos que sea nuestro micra-ondas”, lanzó entre risas el director deportivo, Rafa Pueyo. Y así está siendo. "Le da igual fallar tres o cuatro tiros que el siguiente lo va a hacer sin pestañear. Asume la responsabilidad y no se esconde”, alabó. Y alero es pura ambición: “Cuando sales de Estados Unidos el principal objetivo es jugar en la ACB porque aquí es donde están los mejores jugadores. Y yo quiero jugar contra los mejores y demostrar mis cualidades en esta Liga”.
Ponsarnau es el que disfruta de este volcán de puntos, está encantado con su pupilo: “El baloncesto en ataque al final es es una cuestión de sacar ventajas. Y la virtud de Justin es que una pequeña ventaja puede valer tres puntos. En esa circunstancia, él saca medio metro para poder levantarse y tirar, esto es muy apreciado. Y que encima tengas muchas posibilidades de acertar porque eres buen tirador... es mucha ventaja”. Celebra la cantidad de superioridades que encuentra desde la velocidad. “En los últimos años no teníamos jugadores que se encontraran tan cómodos desde esta realidad”. Pero ojo, el chico no dimite en defensa, “en lo que es disciplina, lo conceptual, es un jugador muy aplicado; no tiene gran tamaño y todo esto en el baloncesto actual podía ser un hándicap, pero en todo nos ayuda a hacerlo un poquito mejor todos”.
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