El Hapoel devora a un pésimo Gran Canaria
La formación insular llegó a ir perdiendo 43-70 al inicio del último cuarto. Al final del primero ya iba 14 puntos abajo. Mehdy Ngouama refuerza al equipo.
Ahora mismo resulta imposible pronosticar que, en todo 2025, el Dreamland Gran Canaria juegue un partido peor que el que se acaba de marcar ante el Hapoel Tel Aviv (64-87). Tan mal viene de hacerlo el equipo de Lakovic que, por no ganar, no lo hizo en ningún momento de un partido en el que su desventaja iba creciendo con ataque israelí, un equipo que no paró de mandar a la lona a su rival. el técnico confirmó en rueda de prensa el fichaje del base francés Mehdy Ngouama (29 años y 1,88 m).
RESUMEN
Entrenador: Jaka Lakovic.
87 - Hapoel Shlomo Tel Aviv (26+25+16+20): Motley (14), Foster (7), Wainright (6), Madar (7) y Ginat (3) -quinteto titular-; Ragland (8), Blakeney (13), Palatin (-), Timor (14), Blayzer (5) y Caboclo (10).
Entrenador: Dimitris Itoudis.
Árbitros: Mehdi Difallah (Francia), Leandro Lezcano (Argentina) y Christian Theis (Alemania). Sin eliminados.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la décimo tercera jornada de la Eurocopa de clubes de baloncesto, disputado en el Gran Canaria Arena, ante unos 5.259 espectadores.
Si los baloncestistas locales iban perdiendo de 14 al final del primer acto, el marcador al descanso era 26-51. El tercer cuarto lo acabó perdiendo 43-67 ya en el último no hubo nada que contar. El ridículo, manifiesto, le hace empatar, balance de 9-4, con al Ratipharm Ulm, a quien precisamente visita dentro de unos días en tierras germanas. Las bajas de Albicy y Shurna se hicieron notar infinitamente más de lo esperado.
El primer tiempo ofrecido por el Gran Canaria fue una auténtica película de terror, una piltrafa de equipo el amarillo, un mero juguete en manos del rocoso Hapoel, acaso un poquito de vergüenza ajena. Si empezó mal, acabó muchísimo peor. Es que no fue ganando ni siquiera en las primeras posesiones, de pronto perdiendo ya 4-9 tras un 2+1 de Motley, un martillo pilón bajo el aro local que apiló 11 puntos y 2 rebotes en el primer parcial. En nada y menos el equipo del eterno Itoudis ya iba 10 puntos arriba, 8-18, y también Ragland cogió el pincel para pintarle la cara, 10-26, al pobrísimo rival que tenía enfrente.
Poder hacerlo peor solo parecía imposible. Tan esperpéntica era la imagen del Granca que los cinco puntos del tirón que se cascó Homesley al alba del segundo parcial ni siquiera se pudieron considerar un gatillazo. Si Blazer respondió con un triple, Timor le sacó un 2+1 al cándido Kljajic y Ragland ajustició con el 17-34. El marcador, doblado; y el Gran Canaria, partido en mil pedazos.
Esos pedacitos de amarillo se iban multiplicando, ni que fueran una plaga, conforme avanzaba la primera parte. Caboclo, pretendido por el Madrid, tomó el relevo de Motley para machacar a los muchachos de Lakovic lo más cerca posible de su aro. Un mate suyo sin oposición, qué raro, y una agónica canasta escorada de Blazer pusieron la guinda a la estupenda primera parte israelí: 25-51. Sí, era posible hacerlo todavía peor en el seno del Granca. Tan fácil lo tuvieron los pupilos de Itoudis que solo marraron cuatro de los 23 tiros de campo de los que dispusieron antes del descanso.
Tras el receso nada cambió. Lo que empezó siendo un quiero y no puedo acabó mutando rápidamente a un imposible con más ridículo escanciado. La bravura de Alocén ayudó al Gran Canaria a lamerse las heridas con un 8-2 de salida e incluso Thomasson se atrevió a sonsacarle algo de esperanza al duelo tras aquel 37-55 que no fue ni la sombra de una ilusión. Si los locales podían empezar a creerse algo, Timor enchufó desde las afueras para cercenar cualquier conato de remontada. El propio 10 del equipo israelí asestó una nueva puñalada desde el 6,75 para cerrar a lo grande el tercer cuarto: 43-67.
Así las cosas, en el último parcial no le quedaba más remedio al Granca que acabar esta pachanga con cierta dignidad, la que fue dilapidando a cada segundo, insufrible para los insulares estos 10 minutos finales, una parodia ante la que el Hapoel se gustaba sin parar. Solo un poquito de Salvó, con seis puntos del tirón para el 52-72, hizo de torniquete. Nada que hacer ya que su equipo estaba en estado de incomparecencia casi desde la llegada al pabellón.
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