El Breogán despeja las dudas ante un blando Bilbao Basket
Partido solvente de los lucenses, de la mano de un gran Sergi Quintela. Withey, el único que se salva de la quema en los vizcaínos.
Hay cosas en esta quinta jornada de la ACB, en el amanecer de la temporada, que empiezan a parecer tan evidentes como la fruta madura que se tambalea de un árbol y que o alguien la coge o será pasto de los ‘habitantes’ del suelo. Por ejemplo, queda claro que el Breogán y el Bilbao Basket no tienen el mismo filo del año pasado, su predisposición es a escapar de la quema de forma clara. Ni en Lugo disfrutan ya de aquellos Musa-Globetrotters ni Ponsarnau tiene un grupo como el que se movía al compás de Mr Rebote-Delgado. El equipo vizcaíno ha perdido con contundencia ante dos rivales de ‘su’ Liga, el Granada y el Breo en el corto plazo de una semana, y eso da que pensar, aunque Europa les sacó momentáneamente de la inquietud. Si pedían rearmarse en defensa, en el Pazo se les vio aún más débiles atrás. Y fallones en ataque: con un 41 por ciento en tiros de dos y 23 por ciento en triples no se puede aspirar a nada. Si con el 4-0 entre ACB y Champions eran un bloque de granito, que iba superando las dificultades e incluso se alimentaba de ellas, ahora cualquier zancadilla les hacer perder respuestas y ser inconsistentes se frustran de forma irremediable. Desprenden un tufillo a temblorosos en canchas calientes y a valientes en recintos de masaje como el de Praga. Para los lucenses, la victoria de hoy en su guarida, cada tarde infierno glorioso para los locales por encima incluso de Miribilla, sana la herida que dejó el Gran Canaria. Y la preocupación. Si en las jornadas anteriores se había quedado en 66 y 53 puntos, esta vez se ha ido a 86, aprovechando las facilidades que les han dado. El curso pasado los de negro ganaron las dos veces a los amurallados y esta vez la cosa ha cambiado, con un triunfo inapelable y un ‘average’ más que interesante para estos últimos.
Para empezar, ovación a los ex, Sulejmanovic, aclamado en la parte final con todo decidido, y Ubal. Y honores al colegiado Conde por sus 700 partidos. Fue un pulso de banquillos. No de los que los encabezan, es decir, un Mrsic que ganó al Bilbao, de donde salió de mala manera en el año del descenso, y Ponsarnau. Los jugadores de reserva decantaron el choque: 53-26. Eso y el pésimo momento en el que se encuentran hombres claves. Hakanson, Smith y Francis Alonso acabaron con un 5 de 31, lo que unido a la ausencia por lesión de Radicevic nos sitúa ante un grupo absolutamente dinamitado. Los dos últimos deben resituarse, comprender su papel en el equipo, no presionarse más de lo debido para no caer en la ansiedad. Frente a su miopía, la clarividencia y el carácter infinito de Sergi Quintela y la aportación de un Arteaga que siempre lo borda ante el Bilbao Basket. Este tuvo fases en las que se acercó al rival, pero no las culminó, es más, las cerró con antideportivas. Ante esa aproximación, los lucenses, amparados por su ruidosa afición, supieron llevar el gobierno con determinación.
El Breogán tenía mucho que demostrar después del naufragio en el tiro exterior en la cita precedente en el Pazo. Momirov era la viva estampa de la impotencia y él mismo quiso demostrar que no es tan mal jugador. Mrsic no las tenía todas consigo y pidió anotar a través de transiciones rápidas, lo que más se le atragantó al Bilbao Basket en Granada. El balance defensivo fue penoso. E incidió en el poste medio, aunque el enemigo, conocedor de su mala hoja de servicios en el lanzamiento lejano, intentaba colapsar bajo el aro. Con dos 2+1 de Lukovic y una canasta de Arteaga, los celestes se pusieron ocho arriba (12-4, en el minuto 5), aunque Brajkovic y Bamforth se cargaron pronto con faltas. Interpretaron mejor lo que demandaba la tarde.
Ponsarnau quiso capear el temporal por dentro, con Withey de nuevo siendo el único que se salvaba de la quema y Andersson haciendo algo decente. Los ‘Sergis, Quintela y García, maravillaban y la distancia se fue al 23-11. El técnico visitante tardó en pedir tiempo muerto para frenar la avalancha. Su equipo era un solar bajo el aro: 9/11 en lanzamientos dobles el Río Breogán. Al menos las segundas oportunidades a través del rebote ofensivo permitían subsistir a los vascos. El perímetro no arrancaba, pero paso a paso los ‘hombres de negro’ fueron regresando a la escena, hasta colocarse a nueve puntos (44-35) al descanso en una jugada en la que los locales pidieron campo atrás, pero no había control y, por lo tanto, tampoco posesión, por un rebote ofensivo en línea de fondo palmeado hacia atrás por Kyser y recogido en campo defensivo por Rabaseda.
Lukovic estrenó el marcador en el tercer cuarto, en el que un triple de Rabaseda inició la reacción del Surne (48-44 m.24). Fue un momento delicado del que supieron salir los lucenses. Les acompañó el acierto de Bamforth y Momirov desde el 6,75, dos veces, y recuperaron los once puntos, renta con la que se llegó a los últimos diez minutos. Se apretó de nuevo el marcador (70-64, m.34). Lo del equipo bilbaíno es un paso para adelante y dos para atrás. Una antideportiva de Reyes y un triple de Quintela rompieron la goma. ¡Qué corazón tiene este muchacho, cómo defiende y cómo rebasa los bloqueos! Ya podía tener cada club un jugador de la casa con las virtudes de Sergi. El Breo estuvo mejor engrasado con las circulaciones y tiros buenos. El partido llegó a tener 18 de máxima diferencia (86-68, a -2:14). Como broche, +16, una renta que puede ser importante si el final de Liga está apretado. No fue el baño de la pretemporada con ambos protagonistas, pero estuvo cerca.
Mrsic: “Tuvimos algunos bajones, pero jugamos muy buen baloncesto”
Veljko Mrsic admitió que su equipo tuvo “bajones”, pero rescató el “buen baloncesto” con el que logró disipar las dudas cuando el marcador se apretó. “Hicimos un buen partido desde el principio al final, dominamos desde el primer segundo y tuvimos algunos bajones, pero jugamos muy buen baloncesto, especialmente a final de partido, moviendo bien y sacando buenos tiros”, señaló.
El croata consideró que su equipo “dominó muy bien el tiro de dos” y recuperó sus prestaciones en el “rebote” en un partido en el que rompió, con la ayuda de la afición, una serie de dos derrotas. “Nuestro público nos ayudó, nos dio una energía buena, y nosotros también salimos con esa energía. Fue la suma de ambos”, afirmó.
Ponsarnau: “Ante una atmósfera negativa, no somos sólidos ni consistentes”
Ponsarnau hizo autocrítica y aseguró que “ante una atmósfera negativa” como la que se dio en el partido de Lugo, su equipo no es “sólido ni consistente”. “Tenemos que achacarnos cosas: somos un equipo que ante una atmósfera negativa, sin acierto, no somos nada sólidos ni consistentes y no damos buenas respuestas porque perdemos la concentración”, indicó en rueda de prensa. El técnico del equipo vizcaíno reconoció el “muy buen trabajo” de su rival y admitió que a sus jugadores les faltó acierto en ataque, pero también más cosas.
“Nos ha faltado acierto otra vez y desde el no acierto entramos en una frustración que no nos podemos permitir. El acierto ha sido un lastre, pero si nos vamos a casa echando la culpa al acierto cometeremos un error grande, el de no entender que en esta Liga se tiene que seguir creciendo. El Breogán nos ha exigido aprender”, sostuvo.