Poirier: “A veces nos hemos sentido invencibles”
El pívot francés vive su mejor temporada en el Real Madrid y forma una pareja clave con Tavares en el puesto de cinco. Una de las grandes bazas merengues en la Copa.
El puesto de cinco que comparten Vincent Poirier (Chamart, Francia, 1983) y Edy Tavares es una de las bazas del Real Madrid en esta Copa de Málaga, la pareja más intimidante del continente, los dos pívots más taponadores. Dos jugadores especiales, por tamaño y características. El francés, de 2,13 m, llegó tarde al baloncesto, pero luego se dio prisa y, tras pasar por Boston y Filadelfia, disfruta en Madrid de la estabilidad anhelada, aunque en junio acaba contrato. Ante el Girona, hace dos semanas, hizo 37 de valoración, MVP de la jornada. Una cifra que solo han alcanzado en el último lustro en la ACB otros tres jugadores blancos. Tanto en la Euroliga como en la Liga promedia 14 de valoración, como Musa, solo a la estela de Tavares y Campazzo. Nadie pone más gorros por minuto que él este curso en Europa (3,4 cada 40), ni siquiera Tavares. Cuando vienen a por él a hacerle un mate, responde: “No en mi casa”. Así es el center de la barba, los tatuajes y los pendientes de diamante. AS ha hablado con él antes de la Copa.
¿Es la actual temporada la mejor de Vincent Poirier en el Real Madrid?
Eeee… sí, puede ser. Me encuentro bien, conozco mi rol perfectamente, entiendo lo que debo hacer y el coach confía en mí.
Está taponando mucho y exhibe una gran conexión con Sergio Rodríguez, ¿tienen señas secretas?
No hay señas para los alley-oops, pero la conexión funcionó al principio y es algo que tenemos entre los dos, una cosa nuestra. También estoy taponando bastante, un aspecto defensivo que me encanta. Cuando un rival intenta un mate, pienso que eso no puede pasar en mi casa (se ríe). Los tapones nos ayudan a correr, a sumar puntos de una manera más fácil. Estoy centrado en ayudar en cosas simples que puedo hacer para beneficiar el talento de mis compañeros.
Machaca y tapona con más facilidad con la mano izquierda siendo diestro, ¿por qué?
No lo sé bien, la verdad. Desde que empecé a jugar fue así, me siento cómodo, como si llegara más alto con la izquierda.
Permítame la broma, ¿ha probado a tirar de tres con la izquierda?
No voy a intentarlo porque Chus Mateo me mandaría al banquillo (suelta una carcajada). Con la derecha tengo el mejor porcentaje del equipo en triples (es cierto, al menos en la Euroliga, 2 de 4, 50%).
Todo el mundo reconoce a Poirier por su aspecto: la barba, los tatuajes y fuera de la cancha por los pendientes, las cadenas… ¿Cuándo adquirió ese look?
Cuando tuve dinero (se ríe). Mi primer tatuaje me lo hice con 19 años y luego llegaron los demás, siempre con el mismo tatuador, una amiga, porque es algo muy personal y debes tener confianza en quién te lo hace. Me encantan los tatuajes, la imagen que transmiten, aunque quizá sea el momento de acabar, de no hacerme más, pero me resulta difícil. También los pendientes son parte de quién soy, de mi imagen.
Empezó jugando al fútbol y llegó tarde al deporte de la canasta, ¿cuándo y cómo se enganchó?
A los 17 años. Mis primeros amigos jugaban al fútbol, pero luego, siendo más mayor, los que tenía jugaban al baloncesto. Y me repetían que debía hacer una prueba, la hice y así comencé, en el mismo equipo donde había jugado antes al futbol. Hasta entonces solo había utilizado los pies.
Como futbolista, ¿cuál era su puesto?
El de Militao, aunque defender tampoco es que me gustara demasiado y alguna vez lo intentaba como atacante. Cuando pegué el estirón me costaba, la verdad, los demás eran más pequeños, iban muy rápido y mi centro de gravedad era mucho más alto… Lo mejor es que disfrutaba con los amigos.
Comenzó mayor en el baloncesto y también fue de crecimiento tardío, ¿no?
Sí, cuando más lo noté fue con 15 años, cuando pegué un estirón espectacular y tenía que agachar siempre la cabeza para pasar por las puertas, superaba los dos metros, como 2,05 o 2,06 m. Luego crecí algo más, pero de pequeño también era el más grande, toda mi vida he sido siempre el más grande.
¿Le acomplejaba ser tan alto?
Sí, un poco, el mundo que me rodeaba era más pequeño que yo, pero las cosas cambiaron bastante cuando llego al baloncesto.
Sus padres también eran altos, ¿siempre tuvo una casa adaptada a sus necesidades?
Ahora, con más dinero, es más fácil adaptar los muebles y demás, pero entonces mis padres ya lo intentaban. Siempre tuve una cama y un sofá grandes, también la televisión, todo grande para sentirme más cómodo. Ahora es incluso mejor e intento que todos los espacios de mi casa me hagan sentir cómodo.
¿Su evolución en la cancha fue rápida?
Sí, porque al principio jugaba en Bussy, donde vivía, donde iba a la escuela, y luego ficho por el París-Levallois, que está a una hora en tren. Hay un momento en el que les digo a mis padres que, una vez acabada la escuela, quiero centrarme en el baloncesto. Y me dicen que vale. Dos años después de empezar en serio me di cuenta de que quizá tendría posibilidades de hacer algo. En el Centro Federal de Baloncesto de París pude ver que cada año había gente que pasaba a profesionales. Y en la tercera temporada alterné entre los profesionales y los jóvenes. Estuve en segunda división y luego quería ir a otro equipo cedido para disponer de más minutos; sin embargo, Antoine Rigaudeau, que era el entrenador (en el París-Levallois), pidió que me quedara en la plantilla, pero no juego. Llegamos a un acuerdo, me marcho al INSEP (instituto de formación de deportistas de élite en las afueras de París), disputo unos partidos y en el Paris-Levallois hay un cambio de entrenador (se incorpora Frederic Fauthoux), uno de los pívots se va, otro se lesiona y se me presenta una gran oportunidad al ser el único cinco.
Y de ahí al Baskonia, a la NBA (Celtics y Sixers, 33 partidos en total). Cuando ficha por el Real Madrid, ya sabe que Tavares, el mejor pívot de Europa, está por delante, ¿por qué acepta ese desafío?
Para mí nunca ha sido un problema compartir los minutos con Edy. Nos habíamos enfrentado y sabía lo bueno que era, pero cuando firmo por el Madrid es porque quiero ganar títulos, y jugar con el mejor pívot de Europa resulta muy positivo para lograr éxitos. No hay problema, al revés, la competencia es buena para los dos, un desafío diario que nos sirve para mejorar. Me gusta creer que en estos tres años él ha mejorado conmigo en el equipo y yo con él. Para alguien como Tavares creo que es muy importante enfrentarse cada día a un pívot grande como yo.
Compiten por los minutos, pero parecen tener una muy buena relación. ¿Compartir la experiencia vital de ser hombres muy grandes les ha podido unir?
Sí, en parte puede que también haya algo de eso.
Ha dicho que le gusta la estabilidad, no cambiar de club por su familia y también por su baloncesto, aunque nunca había estado más de tres años seguidos en un mismo equipo.
Sí, es verdad, la primera vez que estoy tres años en el mismo club, y me gusta. Me he sentido cómodo sin pensar dónde iba a ir o con quién iba a firmar. Para jugar es lo mejor, estar centrado solo en el baloncesto. Y ahora… bueno, a ver.
Claro, en junio acaba el contrato que firmó en 2021.
Me gustaría seguir en el Madrid, pero hay muchas cosas por delante y solo estoy centrado en lo deportivo, en ganar la mayor cantidad de títulos. Luego, ya veremos qué pasa porque ahora no lo sé.
La temporada del Madrid es muy buena, aunque esta Copa quizá no venga en el mejor momento, desde fuera parece que el equipo ha perdido un poco de fuerza, de cohesión por el calendario, las lesiones… ¿Cómo lo ve?
Sí, quizá ahora hayamos mostrado algo de fragilidad, pero debemos entender que viene una competición de tres partidos en cuatro días y no podemos pensar en nada más. La receta es disfrutar para ganar, sabemos cómo hay que jugar y que los rivales intentarán ‘matarnos’. Lo bueno es que llegamos con todos los jugadores recuperados y utilizamos el partido del pasado domingo (en Lugo) para que Edy (Tavares) y Sergi (Llull) jugaran más tiempo y cogieran ritmo después de sus lesiones. Con el equipo al completo a veces nos hemos sentido invencibles, aunque todos los rivales saben cómo jugamos. Hay que ir con humildad y seriedad.
El Madrid ha parecido invencible durante muchos tramos y ahora lo parece el Unicaja.
Sí, por eso no creo que seamos los únicos favoritos, el Unicaja también lo es porque juega muy bien y nos ha ganado en la Liga. Debemos centrarnos en lo nuestro y… a ver.
En este tiempo ha celebrado la Euroliga, la Liga y la Supercopa, le falta la Copa.
Sí, me falta y deseo ganarla. Veo la competición como una fiesta, un torneo diferente y muy bueno para el baloncesto, porque reúne a todos los aficionados en una misma ciudad. Un gran espectáculo. En la NBA, el In-Season Tournament me parece una buena idea, aunque no sea como esto, todos los equipos en una misma ciudad, pero creo que aporta algo diferente hasta abril. Creo que han intentado hacer lo mismo.
¿Les motiva que el UCAM, rival en cuartos, les derrotase en Murcia hace un mes?
Recuerdo el partido, sabemos que ganarle al Madrid delante de tu afición es una gran fiesta. Aquella derrota nos dolió un poquito, nos presentamos también con muchas bajas (cinco ausencias, incluido el propio Poirier), y la tenemos en la cabeza. Queremos demostrar que aquel Madrid no es el mismo que va a jugar ahora en la Copa.