Un milagro llamado UCAM Murcia

El UCAM Murcia ganó, con sudor (68-61) al Breogán en la última jornada de una fase regular de la Liga Endesa en la que batió su récord de victorias (era 18): balance de 21-13 que le permitió luchar hasta casi el final por la tercera plaza (23-11 el Barça) pero no le dio (acabó quinto) factor cancha en primera ronda, donde se enfrentó a un Valencia con el mismo resultado (21-13) pero el average ganado porque se impuso en los dos duelos directos. Era, al menos parecía, un buen colofón, con el tercer billete del equipo para playoff (cayó en octavos en 1992 y en cuartos en 2016), para una muy buena temporada en al que el equipo murciano había disputado la Supercopa como anfitrión (perdió en semifinales), la Copa (plantó cara muy seriamente al Real Madrid en cuartos) y la Final Four de la Champions, donde (como en Supercopa) no pudo con el Unicaja en la antesala de la final.

Además, el playoff llegaron con malas noticias: el juego interior quedaba muy mermado por las ausencias de Marko Todorovic (inflamación en el tendón de Aquiles) y Simon Birgander (sobrecarga articular en el tobillo derecho). A última hora, un movimiento rápido en los despachos permitió sumar para la causa al ala-pívot francés Yannis Morin. Un refuerzo de última hora para iniciar una lucha muy dura por un lado del cuadro de playoffs abierto por las ausencias de Real Madrid y Barcelona (colisionaron por la otra semifinal) pero en el que aparecían un Euroliga como el Valencia y un Unicaja lanzado, campeón de la Champions y líder de la fase regular.

Días después, y tras liquidar al Unicaja en el Carpena, el UCAM Murcia está a las puertas de su primera final en competición ACB (y de Liga, nada menos) después de uno de los recorridos más increíbles de la historia de los playoffs. Ha fulminado a Valencia Basket y Unicaja, dos poderes establecidos del baloncesto español; Y lo ha hecho siempre sin factor cancha y en una suerte de más difícil todavía: ha perdido sus tres partidos en Murcia y ha ganado los cinco que ha jugado a domicilio, dos en Valencia y tres en Málaga. Incluidos dos de eliminación directa, ganar o irse de vacaciones. Con su victoria en el quinto partido en Málaga se convirtió en el primer equipo desde el Barcelona en 2014 que se mete en una final tras imponerse en el último partido a domicilio. El mérito, después de ponerse 0-2 y dejarse empatar (2-2) en su casa por un Unicaja a la desesperada, es mayúsculo: es solo el quinto equipo que, de 21 ocasiones (16-5 ahora) gana fuera, en semifinales y con 2-2.

Por primera vez, un equipo jugará la final de la ACB sin haber ganado ni un partido de playoffs en su pista. Un éxito increíble para un club que ha cumplido 39 años (creado en 1985) y que llegó a la máxima categoría en la temporada 1990-91. En sus terceros playoffs, le espera el más difícil todavía: el Real Madrid, que tendrá factor cancha, espera en la final que arranca el sábado. Pero el UCAM tiene motivos para creer, cómo no. Por lo que ha logrado contra la lógica en las series en las que ha tumbado a Valencia y Unicaja. Y porque esta temporada ha dado guerra al obviamente muy favorito Madrid. En Liga se han repartido las victorias (1-1), si bien en Murcia los blancos, que hasta entonces solo habían perdido un partido en la competición doméstica, jugaron plagados de bajas (Llull, Rudy, Tavares, Poirier, Musa). Y en cuartos de Copa el equipo murciano llegó a un punto a los últimos cuatro minutos y jugó un excelente partido en el que rozó un sorpresón que abortó un ex, el Facu Campazzo que jugó cedido en Murcia entre 2015 y 2017.

El Murcia de Sito Alonso (en el banquillo desde 2019) ha construido su personalidad por la vía rápida. Comenzó la temporada con nueve novedades, el canterano Will Frank y ocho fichajes: los bases Troy Caupain y Ludde Hakanson, el escolta Dylan Ennis, los aleros Howard Sant-Roos y Rodions Kurucs, el ala-pívot Dustin Sleva y los interiores Birgander y Moussa Diagne. Y después llegaron el citado Morin y, antes, el escolta Jonah Radebaugh. “Hacer una buena temporada y conservar la plantilla es imposible presupuestariamente”, contaba en el inicio de curso a AS el director general del club, Alejandro Gómez, sobre la realidad de un club que otra vez, y después de esta proeza de los playoffs, tendrá que enfrentarse a una importante labor de ingeniería de despachos: “No estamos al nivel económico de Lenovo Tenerife o Unicaja, pero el objetivo es seguir creciendo”.

En noviembre, y disconforme con su rol en el equipo, solicitó irse uno de los que aportaban continuidad, Thad McFadden. El referente y gran vínculo con el pasado del equipo es, desde luego, Nemanja Radovic, el montenegrino de 32 años que llegó al club en 2014, se fue en 2017 y regresó en 2020, y que esta temporada se ha convertido en el máximo anotador histórico del equipo en ACB.

En playoffs están brillando especialmente el ala-pívot estadounidense Dustin Sleva (16,4 puntos y 19,9 de valoración media, 17 y 22,5 en la serie contra Unicaja), Rodions Kurucs (un talento de proyección NBA que no triunfó en EE UU y se está reencontrando: tiene 26 años) y el recién llegado Morin, una máquina de producir que no ha bajado de 10 de valoración en ningún partido de playoffs (en semis ha promediado 15,2) y anota el 71% de sus tiros. A eso hay que sumar las apariciones anotadoras de Radebaugh, la dirección de Hakanson, el corazón y la dureza competitiva de Ennis y Sant-Roos… corto de efectivos y centímetros por dentro y evidentemente inferior al Real Madrid, el UCAM Murcia es un señor equipo, que está jugando de maravilla, asfixiando a rivales superiores (al menos, teóricamente) desde la defensa y dando zancadas hacia el siguiente nivel de un proyecto que siempre consigue crecer, aunque sea a base de reinventarse cuando no queda más remedio. Ahora, se prepara para lucir en el gran momento de su historia: una final ACB con, como mínimo, un más que merecido y muy bien ganado permiso para soñar.

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