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BALONCESTO

No hay mal que por bien no venga

El desastre que supuso para el Barcelona el fichaje de Rony Seikaly tuvo una consecuencia muy positiva: dejó sitio para la explosión definitiva de Gasol.

No hay mal que por bien no venga
LLUIS GENEEFE

Rony Seikaly, que ahora tiene 59 años, nació en el Líbano y mide 2,11. Por eso, seguramente, acabó jugando al baloncesto aunque sus primeras pasiones, cuando se crio entre Grecia y Estados, eran el fútbol y el atletismo. Y la música, claro: lleva pinchando desde los catorce años y dedicándose profesionalmente a ello desde que dejó el baloncesto, en 2000. Con Barcelona como última parada, cerca de esa Ibiza donde ha pasado mucho tiempo, un paraíso para la música electrónica, y de la que dice que “ya no tiene secretos” por culpa de la masificación del turismo y las modas de Instagram. Los sonidos house han sido siempre sus favoritos porque creció considerándolos una extensión natural de la música disco. Hoy, edita proyectos de deep house y parece francamente feliz con una vida en la que el deporte profesional es solo un recuerdo lejano. Ya en su día no tenía mucho problema en reconocer que la música era su pasión y el trabajo, su profesión. Más o menos.

Seikaly era alto, rápido y coordinado. Así que hizo camino en el baloncesto en cuanto se puso a ello. Los Orange de Syracuse retiraron su número 4, de hecho. En College, y curtido por un entrenador histórico como Jim Boeheim, formó una tremenda pareja interior con Derrick Coleman, dos de los jugadores más recordados de una universidad que tiene como ineludible mascarón de proa a Carmelo Anthony. Como junior, rozó el título nacional (Syracuse perdió la final contra Indiana) pero descorchó todo su talento en un inolvidable partido en el Sweet Sixteen contra Florida en el que anotó 33 puntos.

La NBA vio lo suficiente como para, en una época en la que los pívots eran los jugadores más deseados, darle un pick en el top-10 del draft: número 9 en 1988, seleccionado por Miami Heat, una franquicia que hizo así (acababa de nacer) su primera elección en un draft. Dos años antes, Seikaly había ganado el Mundial 86 con el Team USA en España. Era el equipo en el que estaba Tyrone Bogues, Steve Kerr, Sean Elliton, David Robinson, Brian Sahw, Derrick McKey, Charles Smith…

Seikaly jugó once años en la NBA. Hizo carrera. Pasó por Heat (hasta 1994), Warriors, Magic y Nets. En 1990 ganó el premio al Jugador Más Mejorado. En su mejor temporada, la 1992-93, promedió más de 17 puntos y casi 12 rebotes por partido. Ganó en contratos NBA casi 28 millones de dólares… y en 2000, ya con 34 años, firmó con el Barcelona lo que fue un contrato récord en su momento: lo que hoy serían aproximadamente 1,8 millones de euros, 175 millones de pesetas.

El Barcelona vivía obsesionado con ganar la Euroliga (lo lograría en 2003) y andaba a la caza de la estrella NBA que le diera el turbo, la propulsión definitiva. Un año antes lo había intentado con un base jugón, Anthony Goldwire, que tampoco cuajó. Aíto García Reneses tenía, en el curso 2000-01, un equipazo. Jasikevicius, Navarro, Karnisovas, Dueñas, Savic, Rentzias, Digbeu, Nacho Rodríguez, Seikaly… y un Pau Gasol que ya había empezado a llamar a la puerta el curso anterior.

Seikaly solo duró siete partidos oficiales (jugó cuatro) a las órdenes de Aíto. Debutó oficialmente el 4 de noviembre, firmó un idéntico y prometedor 19+7 en sus dos primeros partidos (victorias contra Breogán y Alicante), flojeó en una derrota en casa contra el Valencia (entonces Pamesa) y pisó la pista por última vez en la Euroliga (el año de la duplicidad con la Suproliga), contra London Towers. El Barça acabó ganando fácil a un equipo muy inferior (82-97) pero permitió muchos minutos de igualdad (59-63), lo cual sentó a cuerno quemado a Aíto, que quitó de la pista a Seikaly en el minuto 22 y ya no lo metió más. Después, le dejó un recado en rueda de prensa. El pívot se saltó sin permiso el entrenamiento del día siguiente, criticó al entrenador, dicen que le pidió una reunión para exigir 35 minutos en pista y muchas posesiones al poste… y se fue. El 30 de noviembre hizo oficial la rescisión de contrato. Devolvió 100 de los 175 millones, ya había cobrado todo su salario, y no volvió a jugar de forma profesional al baloncesto.

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Hay que pasar página. No ha podido aportar lo que se esperaba, se vio superado por la presión. Para el equipo es bueno que esta situación se haya terminado”, dijo Aíto para zanjar el asunto y despedir a Seikaly como uno de los peores fichajes de la historia del Barça. El entrenador no tenía ganas de gestionar el ego de un jugador que no supo adaptarse a dónde estaba y que pensaba que las cosas costaban menos fuera de la NBA. Y, sobre todo, tenía en la recámara esa bomba a punto de estallar llamada Pau Gasol. Tan claro lo tenía que el fichaje que se hizo tras la salida de Seikaly no fue el de otro pívot sino el de un base, Michael Hawkins, que dos años después pasó también por el Real Madrid.

Lo que sucedió tras esa salida de Seikaly que elevó a Pau Gasol en la rotación del Barça fue algo tan imponente, tan impresionante, que precipitó el salto del de Sant Boi a la NBA, que se vio (contra unos pronósticos hasta entonces más conservadores) con el número 3 del draft de 2001, unos meses después. Antes, simplemente, ese futuro inevitable al otro lado del Atlántico parecía algo más lejos, no tan a punto. La realidad, una cuestión facultades y talento, atropelló a cualquier previsión. Seis días antes del draft, ganó la Liga en el Raimundo Saporta de Madrid y en lo que acabo siendo su despedida del baloncesto europeo de clubes, unos meses que redimensionaron su figura como estrella emergente a nivel global. Un jugador generacional en plena explosión.

En esa temporada 2000-01, Pau Ganó Liga y Copa con el Barcelona y fue MVP en las dos finales. Podría haber añadido la Euroliga pero el Barça, aunque era favorito, cayó en el playoff de octavos contra la Benetton: 0-2 pese a que partía como favorito. Pero estaban tocados Nacho Rodríguez y Sarunas Jasikevicius (que en 2021 entrenó a Pau) y el propio Gasol no pudo jugar la serie porque estaba recuperándose de una apendicitis. Esa fue la única espinita en un gran año que, en Europa, acabó en derrota frente al equipo italiano en el que jugaban Jorge Garbajosa (presidente de la FEB e íntimo amigo de Pau), Pittis, Nicola, Marcus Brown…

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