El Bilbao Basket echa a andar
Ponsarnau trabaja con seis de los trece jugadores y un grupo de canteranos. “Tengo la ilusión de hacer la mejor temporada de mi vida”, sentencia.
“Paso a paso”. Repitió hasta cuatro veces la consigna. Ponsarnau lanzó su primera arenga de la temporada en Miribilla tras citar a sus jugadores. Faltan todos los fichajes, menos Renfroe, y de momento continúan en el Bilbao Arena, a la espera de habilitar el polideportivo de Artxanda, donde instalarán los integrantes del Bilbao Basket su día a día al margen de los partidos. “Vamos a ir construyendo nuestra mentalidad y nuestra forma de jugar. Habrá altos y bajos en la preparación y en la temporada, y tenemos que aprender a sobrellevarlos”, prosigue el técnico ante la atenta mirada del grupo. “Nos falta la gente grande, así que todos tendremos que cambiar de rol y pasar por esa posición”, remata mientras se dirige a Smith, al pequeñito, que le devuelve la idea con una sonrisa. “Quiero que hagáis la mejor temporada de vuestras vidas”, apostilla con grandilocuencia.
Es el primer día en la oficina del Bilbao Basket, en una temporada de nuevo con muchos cambios, una planilla en la que se mantienen tan sólo Smith, Rigo, Rabaseda, Reyes, Andersson y Tsalmpouris. De nuevo, por la modestia económica, se parte casi de cero, toca reinventarse. Han abandonado la nave Sulejmanovic (Casademont Zaragoza), Withey, Kyser, Francis Alonso (Movistar Estudiantes), Ignacio Rosa (San Pablo Burgos), Radicevic, Ubal (Barcelona), Goudelock (MoraBanc Andorra) y Hakanson (UCAM Murcia). Este último y Sule eran piezas codiciadas y se hizo lo posible por que siguieran, pero prefirieron otros proyectos que no es que sean mucho más ambiciosos, así que Ponsarnau tilda su espantada como “decepcionante”. Llegan Melwin Pantzar (Real Valladolid), Alex Renfroe (Granada), Kristian Kullamae (Lietkabelis), Thijs de Ridder (Telenet Antwerp Giants), Sacha Killeya-Jones (Oklahoma City Blue) y Tryggvi Hlinason (Casademont Zaragoza). El norteamericano Killeya-Jones llegará esta semana, para entrenar el jueves, tras pedir permiso para ausentarse por unos asuntos personales. Los demás están con sus selecciones para el Preolímpico para buscar un billete para París’24 y se espera su llegada la semana que viene. La única duda es la de Tsalmpouris., que no sabrá hasta dentro de unos días si pasa el corte, ya que sobran dos, y forma parte de la selección de Grecia que jugará el Mundial desde el 25 de agosto.
Habrá seis partidos estivales, tampoco conviene desgastarse que durante el año se van a prodigar con la participación europea. La esperanza es que este verano no sea tan tormentoso como el de 2022, cuando se lesionaron de gravedad Goudelock y Rigo. Arrancarán el 26 de agosto en Laredo frente al Palencia Basket, recién ascendido a la Liga Endesa. El primer fin de semana de septiembre jugarán un amistoso en Pamplona frente al Real Madrid y posteriormente el ya clásico torneo en Oporto con tres partidos, con “la oportunidad de hacer un paso importante de estar todos allí como grupo concentrado”. Más adelante, la Euskal Kopa contra el Baskonia el 15 de septiembre en Galdakao. “Tenemos un equipo más largo a nivel de prestaciones, hay muchos melones por abrir y lo hacemos con la máxima confianza”, resume Ponsarnau, que ha comenzado a trabajar con media docena de canteranos: Elvis Ude, Eneko Salinero, Kepa De Castro, Iker Chacón, Asier Fernández y, el más joven, David Monge. El técnico ilerdense puntúa con “un 10″ a la plantilla de la que va a disponer. Fueron los primeros en tener el grupo al completo, una prueba de que todo ha ido sobre ruedas. “No esperábamos fallos en el mercado para ver si surgía alguna oportunidad. Fuimos a él sabiendo lo que queríamos fichar y pudimos coger casi todo. Eso es un síntoma de que nos gusta lo que tenemos entre manos”, explicó. Los movimientos han sido, una vez más, de sensatez “sin perder la cabeza”.
Siempre mantiene el discurso de que la meta es acabar como uno de los 16 mejores equipos de la ACB, “con la ambición de ser el mejor posible de esos″ en una competición en la que “hay diez equipos con un presupuesto claramente más alto”. “Venimos con las pilas cargadas y con mucha ilusión. En mi caso, con la ilusión de hacer la mejor temporada de mi vida”, resume. Considera que las llegadas de Hlinason y Killeya-Jones les van a permitir tener un juego interior un poco más largo y eso les va a otorgar polivalencia y recursos. La idea es aumentar la agresividad en defensa y correr en ataque. También destacó el fichaje de un base “muy experto y con conocimiento de la liga y del máximo nivel competitivo” como Renfroe. “Tenemos que conjuntar muchas cosas, hay ideas”, proclama. Y Artxanda está esperando: “Tener allí un hábitat propio de trabajo diario será una gran ventaja, es muy ilusionante”.
Rigo es un clásico en Bilbao. Lleva en Miribilla desde 2018 y ha vivido de todo: el ascenso, la Copa, aquella fase final en La Fonteta a puerta cerrada y participaciones europeas. “Otra vez arrancamos ilusionados con hacer la mejor pretemporada para llegar lo mejor posible al inicio de temporada. Hemos mantenido casi la mitad de los jugadores, en ACB siempre hay mucho movimiento y estamos acostumbrados a remodelarnos y que las piezas funcionen lo más rápido posible”, sostiene el escolta mallorquín, quien desmenuza que han adquirido “más potencia interior” y por fuera se ha apostado por la continuidad “así que creo que vamos a tener mayor equilibrio”. La participación en la FIBA Europe Cup Europa les ilusiona, “hay más minutos y partidos y eso le gusta al jugador”.
Para uno de los capitanes de los MIB, es un año fundamental, ya que quiere olvidar definitivamente la mala racha de lesiones. Ha sufrido tres roturas del cruzado, un calvario que pocos pueden superar. “Mi prioridad era renovar. He tenido una serie de problemas físicos que me han impedido competir lo que uno quiere, pero el gen competitivo no se pierde, trato de volver a sentirme jugador poco a poco. No sé si es rabia o venganza lo que tengo. La suerte o las lesiones me han impedido ser jugador y sentirte en el campo competitivo con mis compañeros, así como desarrollar mi trabajo”. De todos modos, cada año coge la pretemporada con mucho entusiasmo desde el principio “y este será igual”.
Rabaseda sigue en la misma línea. Renovó por otro año, aunque tenía garantizada la presencia en Miribilla hasta 2024. “Cada año es distinto, pero partimos con mucha ilusión. Venimos de una buena temporada, pero intentamos mejorarla. Tenemos la espinita clavada (del pase en Europa y el playoff en ACB), el equipo es ambicioso y por ahí pasa nuestra hoja de ruta”. Afirma que le gusta mucho la plantilla “y creo que podemos ser mejor equipo que el año pasado”. “Tenía ganas de volver, empezar. Estás a gusto con la familia, pero la realidad no es esa”, remata. Su idea es “ayudar a los más jóvenes con nuestra experiencia, el año pasado el buen comienzo nos dio alas para hacer una buena temporada”. Admite que uno de sus puntos fuertes es la conexión con la grada: de hecho, la ovación cuando le sustituyeron minutos antes de acabar la temporada pasada, fue de época. “Espero que los aficionados estén contentos, igual que el año pasado”, anhela.