El peor Real Madrid de Laso
El equipo blanco llega a las nueve derrotas, algo nunca visto con el actual técnico, y la segunda plaza se pone al rojo vivo. Emotivo homenaje a Mumbrú, que vio retirada su camiseta.
La camiseta 15 de Mumbrú ya cuelga en el cielo de Miribilla. Nadie se olvidará del día que voló hasta allí. Una tarde plagada de emociones, un bellísimo cuento de hadas. Ese fiero castillo en el que padecen los más grandes, levantó acta del peor Madrid de la historia en la era Laso. La segunda plaza se pone al rojo vivo tras el intratable Barça. Novena derrota de un equipo que algún año rozó la perfección en los 34 partidos de la fase regular. Un número que es el notario de que la caída no cesa, que esta plantilla amenaza ruina y que no acaba de tocar fondo. Desde que el técnico vitoriano aterrizó en 2011 en el conjunto merengue, su peor balance era un 26-8 en la 2011-12. Ahora ya tiene una hoja de servicios más sombría.
Salió Pablo a la rueda de prensa una hora después de acabar el partido. Su charla en el vestuario fue dura. Estaba tan enojado que ni asistió a la fiesta por Mumbrú. Luego pidió disculpas. Su desesperación en la banda de Miribilla dibuja el sombrío panorama. En una jugada clave, con falta en ataque de Deck en el último cuarto, lanzó con tanta furia delante de un árbitro una botella de agua que si se llega a abrir, habría duchado a unas 10 filas de la grada. El baño en realidad lo recibió su equipo, por parte de un Bilbao gobernado por Mumbrú, uno de los que optan a coger su puesto si es que saliera, cosa que no está nada clara, lo cual aún duele más.
El pabellón vizcaíno de las gestas citó a dos equipos con un estado de ánimo situado en las antípodas. El Madrid intentaba escapar de la depresión tras las últimas derrotas y el feo asunto con Heurtel y Thompkins. Lo del Palau el sábado era un brote de esperanza. Quedó ahogado en el infierno de Miribilla, tal cual, porque la temperatura era exagerada en una tarde estival. Un grupo vestido de blanco empadronado en la ciudad del éxtasis durante una década y que ha quedado desterrado por completo hacia el país de la crisis. Deportado de esas raíces. Y frente a él, un colectivo que viaja en una montaña rusa. Empezó 0-5, salió del túnel con un 7-0, cayó en otra depresión por la espantada de Bigote, uno de sus bastiones ofensivos, y ahora anda surfeando la ola de la tranquilidad. Ha logrado las 12 victorias de la permanencia y es un mal cliente para los que se juegan algo. Pone el corazón en todo lo que hace y el gozo es absoluto en Bilbao.
Entre lo que se traía uno y otro, y lo que pasó después con el homenaje a Mumbrú, el partido casi parece lo de menos, pero tuvo muchísima vida interior. Hizo la radiografía de ambos conjuntos. Un pulso con mil curvas, parciales e instantes inesperados. El Madrid ya no es favorito en casi ningún lado, está desfigurado, va por detrás de lo que hace cualquier enemigo. Lo que prevaleció es el alma de los ‘hombres de negro’, que aplicaron la misma receta que ante el Valencia. Supieron aguantar los arreones de un enemigo superclase, pero en horas bajas y se movieron con enorme agresividad atacando la canasta siendo muy verticales.
Withey se encargó de anular a Tavares. Un mate suyo pudo el 31-20. Pero Llull, gran amigo de Mumbrú, pudo recordar los tiempos gloriosos en los que el Madrid se paseaba por Europa y amasó 14 puntos en un pestañeo. En el minuto 15, gran ovación con unos aplaudidores en honor del gran protagonista de la tarde. Estuvo omnipresente, en unas cartulinas en los asientos, el vídeo de presentación, el marcador... Llegaron a empatar los blancos a 31 y hasta a ponerse por delante subiendo las líneas en defensa, incluso por encima de la raya del triple. Aguantó el Surne esa embestida.
Laso arrancó la segunda parte con dos cincos, Tavares y Poirier. Activó a la desesperada a Williams-Goss y puso al equipo en zona. No se le puede achacar que no lo intentó todo, pero la cosa seguía torcida: 52-42. Los locales corrían, penetraban y amenazaban desde fuera. Puro espectáculo. Y +18. Eran muy valientes en el uno contra uno. Solo Reyes, que estaba tocado físicamente, y Hakanson andaban bajos. Los parciales iban hacia un lado y otro en un columpio diabólico. Delgado sacó el brazo en un rebote y golpeó en el rostro de Taylor, que quedó dolorido y tuvo que retirarse. Llull era el que se encargaba de recordar que este equipo arrastra una historia a la que nadie ni se acerca. Enorme partido el suyo. Un triplazo marca de la casa puso el 60-55. El Bilbao Basket estaba desorientado ante la zona, se olvidó de buscar a un Inglis magistral hasta entonces y reordenó las ideas. De la mano de Goudelock y Rousselle, certificó el pasaje hacia la gesta.
La caras en una esquina de Herreros, abrazado al final a Mumbrú en el túnel de vestuarios, eran un poema. Fueron 40 minutos de disfrute, por un lado, y de ahondamiento en la crisis galopante por otro. La ceremonia de la retirada hasta el techo de la camiseta de una leyenda llamada Mumbrú tenía que ser ante el Madrid, un club al que ama y que le deparó su gran ciclo de títulos fuera de la Selección. Y si era con victoria, ya supondría un broche dorado. El acto estuvo acompañada por vídeos de Epi, un ídolo para Álex y el que le motivó a llevar el 15. También se emitieron mensajes del alcalde bilbaíno, Aburto. Y Vasileiadis, Dumas, Aíto, Garbajosa. Navarro, Felipe Reyes, Banic, Salgado, el músico Leiva, Hervelle, su padre y su mujer. Acabó a hombros de sus jugadores. El Madrid se quedó a todo el acto y lo agradeció el protagonista. Hasta Llull, que, muy enojado, negó en el final de los 40 minutos la mano a Peruga cuando se la ofreció. Un día para recordar mucho tiempo. El de la leyenda. El 15.
Mumbrú: "Es muy emocionante ver tu en número en el techo"
Mumbrú confesó tras la victoria conseguida frente al Real Madrid (79-67) y el posterior homenaje con la retirada de su dorsal '15', que fue "muy emocionante ver como tu número sube al techo de Miribilla". "Estoy muy agradecido. Ha sido muy emocionante y muy emotivo. Lo que más feliz me ha hecho es ver lo feliz que se ha ido la gente y cómo se lo ha pasado en grande. Al final nosotros nos debemos a la gente que son los artífices de que nosotros compitamos. Esa es mi primera satisfacción", explicó el técnico.
Acerca del partido, Mumbrú admitió que fue "muy complicado" y destacó la "paciencia y el control" que lograron tener sus jugadores cuando el Real Madrid se acercó en el marcador en varias fases del encuentro.
"La segunda parte fue muy buena en varios momentos. Nos hemos ido en el marcador y el Madrid ha vuelto. Nos hemos puesto ansiosos porque queríamos acabar el partido sin paciencia, pero al final hemos acabado encontrando sus puntos débiles para encontrar la tranquilidad", concluyó.
Laso: "Mi obligación es mirar hacia delante y buscar una reacción"
Pablo Laso admitió tras la derrota encajada en Miribilla frente al Surne Bilbao Basket (79-67) que en la actual mala racha de resultados que atraviesa el equipo blanco su "obligación es mirar hacia adelante y buscar una reacción". "Los primeros jodidos por el partido de hoy son los jugadores, pero yo también estaba jodido y se lo tenía que hacer saber", dijo el técnico madridista tras comparecer en la sala de prensa una hora después de acabar el encuentro y, en contra de lo habitual, después del técnico local, Alex Mumbrú.
"Bilbao ha jugado con mucha energía y ha sido superior en general en aspectos más allá del baloncesto. Lo más importante es que un equipo tiene que ser reconocible y ahora mismo hay situaciones del juego que nos castigan mucho. Es algo que debemos reconocer y mejorar", reflexionó.
Por último, tras responder a las preguntas de los periodistas, Laso ha pedido "perdón" por no haber asistido al homenaje que se la ha tributado a Mumbrú por la retirada de su dorsal y al que sí han asistido sus jugadores. "Iba un poco cruzado y me he apartado, pero le daré la enhorabuena personalmente por este homenaje es más que merecido", concluyó.