Vatutin: "El CSKA no será una jaula de oro: paga y vete"
El presidente del CSKA dice que, "considerando la rusofobia, es difícil imaginar al equipo del ejército ruso en los pabellones de toda Europa".
Andrei Vatutin, presidente del CSKA de Moscú, uno de los tres equipos rusos junto con el Zenit de San Petersburgo y el Unics Kazán castigados con la eliminación de la Euroliga tras la invasión de Ucrania por el ejército ruso, habla del momento actual en una extensa e interesante entrevista en el medio deportivo ruso Match TV.
El CSKA, además de ser el segundo en el palmarés tras el Real Madrid con ocho Copas de Europa ganadas, es uno de los propietarios de la actual Euroliga, por lo que su situación ahora, y probablemente la que viene la próxima temporada, es más compleja que la de los otros clubes del país. “¿Podremos jugar en Europa la próxima temporada? Tenemos derecho a hacer esta pregunta, pero es poco probable que haya un directivo o un organismo que sepa la respuesta. El escenario es impredecible y todo está ligado a esto: el presupuesto, la plantilla, el cumplimiento de las obligaciones, la existencia del club en un futuro próximo”, explica Vatutin, que ve la problemática de la siguiente manera: “Si la situación en Ucrania no cambia drásticamente en mayo o principios de junio, cuando la Euroliga tendrá que tomar una decisión sobre nosotros, es difícil imaginar que los clubes rusos puedan volver a la escena internacional. Regresar a la Euroliga solo es posible después de que haya paz. Finjamos que ya hubiera llegado. ¿Significa esto que Rusia recibirá inmediatamente la admisión? La probabilidad es baja. Considerando la rusofobia en Europa, es difícil imaginar que un equipo que lleva el nombre del club deportivo del ejército ruso pueda jugar ahora en los pabellones de todo el continente. Me gustaría esperar a que haya algo de claridad, aunque no sea definitiva, pero sí que permita tomar algunas decisiones. Estamos listos para cualquier opción, pero lo principal es saber en qué competición jugar y qué presupuesto manejar. Hasta entonces todo está paralizado porque es una tontería asumir cualquier compromiso a largo plazo”.
Vatutin ve complicado lo de jugar en pista neutral y, además, duda sobre la conveniencia de esa medida: “En la época soviética nuestros clubes jugaban en algún momento en campos neutrales contra el Maccabi, pero solo uno o dos partidos, no toda la temporada. ¿Sacrificar los intereses de los aficionados para mantener un puesto permanente en la Euroliga? No estoy seguro de que sea correcto. Como mínimo, un tema de discusión con la propiedad del club y su consejo. Para el CSKA como accionista de la Euroliga, y no solo como participante, son importantes, además de la decisión política que se tome, otros aspectos que protejan nuestros derechos como propietarios”.
El presidente del CSKA dice que están cumpliendo con los pagos a sus jugadores extranjeros, que cobran en dólares, aunque el presupuesto está confeccionado en rublos, moneda muy devaluada tras las duras sanciones económicas a Rusia, pero afrontan otra complicación: “Nuestros deportistas ahora tienen dificultades para transferir fondos al exterior”. Y aplaude “una postura correcta de la FIBA, que cree que los contratos deben ser respetados, en comparación con muchas otras federaciones deportivas internacionales, que permiten que los jugadores extranjeros puedan rescindir los contratos sin una compensación para los clubes rusos”.
Vatutin recurre a la alegoría para retratar el momento actual: “Los insectos se congelan en resina de ámbar, siempre con las alas extendidas. Esto significa que tenían la fuerza para luchar, pero el área de contacto con el medio viscoso resultó ser demasiado grande. Realmente no quiero que nuestro balón de baloncesto se convierta en una mosca en ámbar: parece que está viva, pero está inmovilizada y no respira”.
El futuro de Itoudis y de los jugadores extranjeros
La plantilla actual del CSKA, con la que compite en la Liga Unificada (VTB), la de Rusia, en poco se parece a la que empezó la temporada. Jugadores como el italiano Daniel Hackett, el danés Iffe Lundberg y el georgiano Toko Shengelia han rescindido sus contratos y otros, aunque todavía no lo han hecho, se han marchado del país, como el ucraniano-ruso Joel Bolomboy, el alemán Johannes Voigtmann y el lituano Marius Grigonis. Algunos siguen en Moscú, el primero, el entrenador, el griego Dimitris Itoudis, y también el pívot serbio Nikola Milutinov y el alero estadounidense Will Clyburn. “Debemos rendir homenaje a Itoudis: en los primeros días de la nueva situación informó al club de que no tenía planes de marcharse. Lo que está pasando es impactante para los jugadores y los técnicos, pero Dimitris sigue siendo un gran admirador del CSKA. Para él, esto no es solo un trabajo: el club está en su pensamiento y en su corazón. Lo confieso, no quería dejarlo ir a la selección griega y, de no ser por todos estos acontecimientos, no habría accedido a que fuera también seleccionador, a pesar de las grandes ganas que tenía”.
¿Y qué pasa con los jugadores? “Seré franco: los términos de los contratos permiten mantener a cualquier jugador en el club con la ayuda de sanciones y multas, o perjudicando su futura carrera tanto como sea posible. Podríamos ir a los tribunales, pero sería una pérdida de tiempo, de dinero y una incertidumbre innecesaria. Si alguien no quiere jugar, no puedes obligarle. Lo correcto es acordar individualmente el monto de la compensación para que pueda marcharse. Y eso es lo que hemos hecho. Todos los jugadores que ha rescindido con el CSKA han pagado una compensación. De momento Voigtmann, Bolomboy y Grigonis siguen con contrato y Clyburn y Milutinov están entrenándose y jugando. Hacer del club una jaula de oro no está en nuestros planes. La reputación de un equipo que muestra un lado humano tarda décadas en construirse y se puede perder en un solo día, lo que nos perjudicaría mucho para el futuro. ¿No quieres jugar? Vale, paga y vete. Y los que quieran, que se queden. Y esos, los que se han quedado, o los que se han incorporado recientemente (como el recién fichado Casper Ware, estadounidense), han experimentado una enorme presión, para ellos todos mis respetos”.
El caso de Shengelia, que se ha marchado a la Virtus de Bolonia, es aún más especial. El pívot georgiano, cuyo fichaje por el CSKA en 2020 procedente del Baskonia provocó una gran polémica en su país de origen, ha dicho recientemente que nunca llegó a encontrarse como jugador en el CSKA. Vatutin está de acuerdo: “Realmente no triunfó en el CSKA, no fue él mismo, no llegó a ser un líder en el vestuario ni en la cancha, como sí lo fue en el País Vasco. Honestamente podemos decir que estuvo lejos de nuestras expectativas. Quién y qué tiene la culpa: ¿Rusia, Moscú, el CSKA, los esquemas del entrenador o algo más? El tiempo lo dirá. No dijo nada ofensivo contra nosotros, es más, estoy agradecido con Shengelia por las amables palabras sobre la directiva, el club, los empleados y los aficionados, que remarcan aún más su profesionalismo. Continuaremos brindando lo mejor para nuestros jugadores, independientemente de su país. Las familias y los propios jugadores siempre se han sentido seguros aquí. Nuestros aficionados han tratado a los jugadores extranjeros con cariño y respeto, considerándolos parte de la familia. Me cuesta entender que Tornike mencione amenazas a su familia en Moscú porque Shengelia, algunos jugadores lituanos y polacos de equipos rusos y sus familias recibieron amenazas por teléfono y en las redes sociales. Obviamente, revelar los países que los amenazan no es conveniente en este momento. Quiero dejar claro que Tornike no nos ofendió. Sin embargo, por primera vez en la historia reciente del CSKA, uno de nuestros jugadores luchó constantemente durante año y medio consigo mismo como si llevara puesta una máscara en Moscú, y no una quirúrgica. Los problemas globales le forzaron a quitársela. Sin ella ha sido más fácil para todos”.