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VENTANAS FIBA | ESPAÑA-GEORGIA

El fin de los "días grises" de Yankuba Sima

Considera su debut en la Selección un premio al trabajo ("no estoy aquí por casualidad") y un regalo a su familia ("cuando todo va mal, te das cuenta de quién está ahí").

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El fin de los "días grises" de Yankuba Sima
ALBERTO NEVADO

Hace 35 años, los padres de Yankuba Sima Fatty (28-7-1996,­ Girona) emigraron desde Gambia en busca de una vida mejor. La encontraron en Cataluña. “Todos mis hermanos (tiene seis, cuatro chicos y dos chicas) nacieron en Girona y a todos nos criaron ellos”, explica Sima, que se desenvuelve con facilidad en español, catalán e inglés. A sus 25 años, tal vez lleve dentro ese espíritu indomable de sus progenitores. Quiso labrarse un futuro mejor como jugador de baloncesto, porque aunque empezó jugando al fútbol, pronto se dio cuenta que su deporte era otro.

“Un chico muy trabajador que, si ha llegado donde está, no es por suerte ni por casualidad. He estado en muchos sitios, pero lo que se está viendo ahora es fruto del trabajo”, se define Sima, que sabe bien de lo que habla, cuando se le pide que hable de su vida en dos minutos. Después de jugar en el Santa Eugènia y el Sant Josep en Girona, llegó a la Canarias Basketball Academy antes de cumplir su sueño americano. Tras graduarse en Florida, inició su etapa universitaria en St. John’s. De ahí se trasladó a Oklahoma State. Con 22 años, regresó a España. Pero su futuro no parecía fácil. Firmó por el Manresa en 2018, pero se entrenó con el Breogán y se fue cedido al Ourense antes de la pandemia... “Tenía que ir mejorando y es lo que hice. Ir puliendo detalles, me tomaba cada entrenamiento como si fuera el último”.

Así ha llegado su asentamiento en Manresa y la llamada de Scariolo. “En Macedonia empezó una oportunidad..., espero que sólo sea el principio”, se ilusiona Sima, que tuvo muy claro a quién hacer la primera llamada nada más terminar su fantástico debut con la campeona del mundo, con 15 puntos y siete rebotes. “A mi madre. Ella, y toda mi familia, son los que han estado ahí en los días grises. Cuando todo va bien, es fácil que te aplaudan y te den palmaditas en la espalda; cuando va mal te das cuenta de quién está ahí”. El presidente, Jorge Garbajosa, y el seleccionador le pidieron que “disfrutase en la cancha y que lo pasase bien”. Ahora le toca un hueso durísimo. “Sabemos que Georgia es difícil; tendremos que prepararnos”.