SUPERCOPA | BARCELONA 83 - MADRID 88

Heroicidad y cambio de plano: 4+1 bajas, sólo 6' de Tavares...

El Madrid hundió al Barça, que mandaba por 19 puntos en la final de la Supercopa, y lo hizo en cuadro. Extrañó, sobre todo, la poca presencia de Tavares.

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El Real Madrid conquistó este pasado domingo una nueva SuperCopa Endesa, la cuarta de manera consecutiva y la octava si nos atenemos al número total desde la creación del torneo. Lo hizo en una final en la que no era favorito y que tenía perdida en la media parte. Iba cayendo por 19 en un punto del encuentro, disputado en el mismo escenario que la del año pasado: el Santiago Martín de Tenerife. Los de Laso salvaron los honores aunque sólo fuera un poco al conquistar ese único título la temporada pasada, llena de penurias, y en las mismas que acabaron esa campaña han llegado a la nueva y a jugarse el primer campeonato oficial ante el Barça, que ya ha cogido ese ritmo que no tenía un año atrás. El proyecto de Sarunas Jasikevicius tenía velocidad de crucero, pero aquí se ha topado con una realidad: el archirrival se puede recomponer en cualquier momento pese a que todo le venga de lado. 

Los fichajes en un y otro equipo han equilibrado, quizá, la balanza en el físico, pero en el uno por uno sigue habiendo ventaja para los culés. Y ello, traducido a ir dominando otra final ante el Real Madrid, se transmitió en un ridículo como no habían protagonizado antes. Porque perdieron. El Barcelona le levantó en la 2020/21 la Copa en su propio pabellón y la Liga sin dejarles ganar ni un partido. Rozando la veintena de ventaja se podía dar por finiquitada esta SuperCopa Endesa, pero no fue así. 

Los condicionantes eran de esperpento para el Madrid. En el otro lado faltaba uno de sus fichajes, Sertac Sanli, sí, pero lo demás estaba más o menos en su sitio. Una derrota preventiva en la Liga Catalana para despertar a los jugadores y al propio Saras, que es de los que no pasa ni ésas, y aterrizaje en un torneo a por el que iban de cabeza pese a que no es tan importante como los otros tres en juego. Repaso claro al Valencia Basket, mermado por las bajas e inadaptado a lo que quiere Joan Peñarroya de él, en la semifinal y a la espera de otro Clásico. La medida, como repasábamos, la tenía tomada el técnico lituano, pero Laso no lleva triunfando una década y poniendo el nivel del baloncesto español altísimo por casualidad. En la penuria hubo sorpresa, hubo remontada y hubo detalles interesantes a analizar

El Real Madrid estaba tan en cuadro que Tristan Vukcevic, que había tenido problemas físicos los días anteriores, tuvo que ser incluido en la convocatoria ante la cantidad de bajas con las que tenía que jugar el cuerpo técnico. Randolph tiene para rato con el Aquiles y Thompkins, como admitió Laso en la previa de este encuentro, tiene una lesión algo más tortuosa de la que se esperaba en un primer momento y su recuperación se alargará un tiempo más. A ellos hay que sumar la caída de Alberto Abalde en los entrenamientos previos al viaje y la de Rudy Fernández en el partido ante Lenovo Tenerife. Y, como añadido, el no tener a Jaycee Carroll, un perfil como no hay otro en la plantilla, al no haber prolongado su contrato -de momento- es otro palo en la rueda hasta que no se resuelva esa situación o se busque un recambio, algo que no será inmediato. 

El aura de estoicismo que corre por todos los partidos del Madrid en el último año, por las salidas y las tantas lesiones sufridas, volvió con fuerza tras el verano. Y es importante medir lo que hizo Laso y sus ayudantes en los dos partidos de la SuperCopa Endesa, sobre todo en el segundo. Primero, lo ocurrido en la posición base: Alocén no fue parte de la semifinal y explotó en la final, con un par de triples para cortar racha en los primeros minutos y con buena dirección y asociación en la remontada del último tramo. La salida de Laprovittola ha abierto opciones con el joven maño y Nigel Williams-Goss, falto de adaptación en toda la pretemporada pero apareciendo con calidad para decidir este título. Sin contar que siempre hay que tener presente a gente polivalente como Causeur en momentos calientes, el otro punto en el que reparar es el del juego interior. La incorporación de Yabusele no sólo ha resultado clave para cubrir a Randolph y Thompkins, también abre opciones para jugar distinto a lo que venía siendo la tónica en el cuadro de Laso. Poirier estuvo imponente en ataque pero también cazó un par de veces desprevenido a Davies y se asoció bien con sus compañeros, mención especial para un Yabusele al que dejaba espacio para dominar en el poste bajo y como protector de aro. El foco se puso en Walter Tavares, eliminado por faltas en la semifinal y participando sólo seis minutos (0 puntos, -4 de valoración, -8 en pista) en la cita decisiva. 

Nuevas armas con las que jugar y teniendo todavía en la reserva. Un mermado Madrid fue capaz de sorprender a propios y extraños y darle la vuelta a la tortilla a un Barça que dominaba como en los últimos enfrentamientos pero que cedió ante el empuje de un equipo que pide paso una vez más.