Desde que Lonzo Ball fue elegido como número 2 del Draft 2017 su trayectoria en la NBA no ha sido nada fácil. El equipo que le escogió, Lakers, puso demasiada presión sobre sus hombros en un momento en el que Kobe Bryant se acababa de retirar y estaban atravesando una sequía increíble que se ha tenido que paliar pasados unos años. La gran expectación que había con él, siendo un jugador que demostraba problemas para tirar con facilidad pero con capacidad para hacer bien otras muchas cosas, fue decreciendo conforme pasaban los partidos y se veía su impacto. El cambio de franquicia, dado en el traspaso de Anthony Davis, le llevó a los Pelicans, donde junto a su amigo Brandon Ingram y el esperadísimo Zion Williamson debía dar un paso al frente para no quedarse rezagado, pero ese movimiento no ha llegado. 

El base, de 23 años, promedió 11,8 puntos, 6'1 rebotes, 7'1 asistencias y 1'4 robos por encuentro la pasada temporada, lo que en otro contexto valdría para contentarse pero que en el caso de Lonzo Ball se considera insuficiente. 

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En la conferencia de prensa que dio pie al comienzo de la pretemporada Ball confesó que le quedan muchos retos por asumir y que la 2020/21 debe ser la verdadera campaña de la consagración. 

"La temporada pasada supuso una buena lección. Creo que estuvo llena de altibajos, que comencé pausado, empecé a mejorar y, obviamente, luego volvió a bajar en la burbuja. Era mi primer año aquí, en los Pelicans, y estoy feliz de estar. Solo quiero que las cosas se pongan en marcha nuevamente y poder ponerme una buena nota"

"Ha sido un descanso diferente entre temporada y temporada. Para mí ha sido el más largo que haya tenido y estoy feliz de haber podido tener el tiempo para trabajar en mi juego y mostrar lo que puedo hacer este año"

"Voy a salir a las canchas a hacer las cosas que sé que puedo hacer. Amenazo con hacer un triple-doble todas las noches, es lo que voy a tratar de lograr siempre"