Senglin devuelve al Bilbao a la amargura de las derrotas
El regreso de los vizcaínos a la competición volvió a ser un ejercicio de impotencia. A Miniotas aún le falta acoplamiento. El Andorra hizo una gran labor de desgaste.
El partido se tenía que haber jugado en octubre, pero por el contagio de Ibon Navarro se aplazó a noviembre y, por el rosario de positivos que han ido cayendo en el Andorra, se ha pasado a este último mes del año. Sin Balvin, lesionado con Chequia en las dichosas ventanas, ni Hakanson, el que da aire a Rousselle, el Bilbao Basket tuvo que hacer un esfuerzo supremo y el último cuarto le devoró. El adversario pone el turbo y no hay quien le siga. Una vez más llegó hasta la orilla, pero murió en ella. Hizo ante el Andorra un recorrido similar al del Murcia. Ambos fueron elaborando un plan de desgaste que desarmó a los ‘hombres de negro’. El verdugo Frankcamp esta vez se transformó en Senglin, descomunal en el último cuarto. Sin el lesionado Rigo, no hay un secante fiable entre la plantilla del RETAbet para frenar a estos anotadores compulsivos exteriores. Era un pulso a tanteo bajo, pero los 33 puntos del acto final dispararon al MoraBanc. Sin público, Miribilla se vuelve muy terrenal y el equipo de Mumbrú es muy frágil mentalmente, le asaltan enseguida los fantasmas de su mala hoja de servicios. Encima, los árbitros le desconcertaron con su rasero en las faltas. Ha cambiado la plantilla, pero el ‘efecto Miniotas’ no se ha anotado. Vuelta a las sombras, la etapa anterior al Betis. Y eso que el lituano mostró compromiso y mejor conocimiento del juego que Moses, aún en Bilbao e incluso disponible, hasta que se le encuentre acomodo.
Los porcentajes del primer cuarto eran los típicos de un partido desubicado, fijado con calzador un jueves a las seis y media de la tarde. Tardaron ambos equipos en coger el aire al compromiso. El Andorra aprovechaba el agujero que queda en la zona del Bilbao Basket sin Balvin para penetrar y tratar de anotar bajo el aro. Y para coleccionar rebotes ante una pintura sin cerrar. Su transición era un arma en apariencia mortífera ante el mal balance local, pero lo fallaban todo. Y los ‘hombres de negro’ encontraban facilidades para armar tiros desde el arco de tres. Un triple de García a 2:08 para acabar ese primer acto puso por primera vez a los andorranos por delante: 14 16. Los pupilos de Mumbrú, tal vez meditabundos ante el error en cancha ajena, tardaban en bajar y como los visitantes iban casi siempre hacia dentro en busca de fortuna, se cobraban muchas faltas. Diez tiros libres lanzaron en ese cuarto inicial, que era un tesoro ante tanto error en el lanzamiento con el reloj corriendo. Ambos equipos se fueron a la continuación con porcentajes sobre el 30 por ciento en dobles.
Serron tuvo un buen susto en una acción de ataque y se quedó dolorido unos instantes, pero es muy bravo. Le recorre por el cuerpo la misma sangre belga que Hervelle, que acaba de anunciar que se retira y recibió un pequeño homenaje en los panales publicitarios en el minuto 17, su número. También lo hubo al inicio, en la presentación. Siguió en pista pero con una cojera visible. El Bilbao Basket estaba fluido, pero se atascó mediado el segundo cuarto, con Kljajic en pista. El montenegrino no debería retener tanto la bola, solo cogerla para lanzar. Senglin alcanzó la máxima renta de los andorranos: 29-36, a falta de 1:46. Estos se comieron la última posesión, preparada desde la pizarra de Navarro.
El Bilbao Basket iba viviendo de diferentes peones. Un poco de Kulboka, otro de Reyes, Rousselle, Dos Anjos… Siempre con Huskic generando mucho en ataque. Miniotas parecía perdido de inicio, pero fue aportando cositas interesantes. Entre faltas extrañas, antideportivas cogidas con pinzas y más de un error no forzado, los locales se tiraban de los pelos. Su condena son las personales blandas que invitan al 2+1. Su esfuerzo no lograba recompensa. Para más desgracia, Betolaza, que entró para instantes defensivos de finales de cuarto, se torció el tobillo. Las transiciones seguían llevando en volandas al MoraBanc. Rousselle y Brown son jugadores muy impulsivos. El norteamericano fue castigado con técnica por aplaudir delante de un tirador en el triple. Cosas de gente tan impetuosa. Pero no se castigaban los contactos con justicia en ambos lados de la pista. Senglin era imparable en los diez minutos finales y acabó con la resistencia vizcaína, en gran parte por sus bandejas ante el hueco que queda sin Balvin en la zona. Falta un secante o un sistema de ayudas para ponerle chinchetas en el camino. Y un líder al que darle la bola en momentos calientes, un Bouteille. Fue la tercera victoria consecutiva en el Bilbao Arena del conjunto pirenaico. El domingo, llega una final ante el Estudiantes en el mismo recinto.