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FEB | 4 AÑOS DE GARBAJOSA

Garbajosa: "En Pekín entendí que todo tenía sentido"

El presidente de la FEB cumple este jueves cuatro años en el cargo. Lo hace con un balance de 31 medallas, que podrían ser 32 si se apuntase en los metales deportivos la recuperación económica. Repasa su viaje en As.

Jorge Garbajosa, en una imagen de archivo de As.
JAVIER GANDULDIARIO AS

Jorge Garbajosa (1977) cumple este 9 de julio cuatro años como presidente de la FEB. Un viaje de prudencia económica y plenitud deportiva que abre el escenario al que, seguramente, sea el segundo mandato de este ‘rara avis’, campeón del mundo como jugador y como presidente de la federación de baloncesto de un país. Lo hace con un balance de 31 medallas, que podrían ser 32 si se apuntase en los metales deportivos la recuperación económica. En AS, repasa un viaje memorable que continuará

-Este 9 de julio cumple cuatro años como presidente de la FEB. ¿Qué recuerda del día de la votación e investidura?

-Pues fue un día en el que se mezclaron muchas cosas. El día 8, además cayó enfermo mi padre. Todos estábamos muy nerviosos. Fui a verle y nos presentamos a la mañana siguiente sin dormir. No diré que era una pelea sino que era una competición muy ajustada podía. Yo intenté transmitir lo que pensaba de verdad, que podía hacer crecer realmente a la FEB. Lógicamente, había nervios en la votación, pero salí elegido. Felicité a los otros dos candidatos, Arturo Aguado y Alfonso Cabeza, y empecé en pensar a trabajar.

-Según la web oficial de la FEB, usted dijo ese día: "Llevo 25 años trabajando para esto". Y que se sentía fuerte para liderar un proyecto. Pero usted no había sido presidente de nada. ¿Tan seguro estaba?

-Efectivamente. Por eso le completo la frase si me permite. Dije: "Llevo 25 años preparándome para esto sin darme cuenta. En mis años de jugador no tuve en mente nunca ser presidente pero me di cuenta de que las experiencias acumuladas me habían dado, como mínimo, un bagaje. Siempre que iba a un club cuando era jugador y luego cuando empecé a trabajar como presidente, me gustaba empaparme de la filosofía de trabajo. Las cosas que haría igual, que no haría, que haría de otra manera... Y yo creo que el baloncesto lo necesitaba unión. En 2016, sólo se podía salir adelante con las ideas claras que hoy puedo decir que en un gran porcentaje, la clave de todo es esa y el trabajo en equipo.

-En su trayectoria, que discurrió por tantísimos clubes, observaría el modo de gestión de muchos dirigentes. ¿Tiene referentes?

-Sí. Para mí uno de ellos es Mauricio Gherardhini (actual general manager del Fenerbahce que coincidió con Garbajosa en la Benetton de Treviso y Toronto Raptors). Es un director general con una visión muy clarividente. No significa que veamos todo igual, pero me gusta su metodología de trabajo, su talante, su carisma. Siempre se puede hablar con él. En otras áreas, siempre me ha gustado escuchar y admiro a Andy Stalman.

-Empecemos el viaje de los cuatro años. En 2016, los Juegos de Río. Una experiencia extrema, con éxito final. Pero en la que incluso usted tuvo que ir a Madrid en mitad de la competición para estar con su padre.

-Digamos que el aterrizaje fue forzoso. Me acuerdo de que, después de las elecciones, había que viajar a Río en 20 días y no había nada preparado. Hay mil y una anécdotas de aquello y no sólo de los jugadores. Una expedición no son sólo los deportistas. Había que buscar alojamientos para la gente de la FEB, se alquilan en una favela y hay que salir de allí... Muchas cosas de las que ni se enteran los jugadores. Fueron días complicados. Luego, en lo deportivo, las cichas fueron como un reloj. y los chicos, después de los dos primeros partidos, sacaron otra medalla valiosísima.

-2017 fue un año extraño. Por un lado, se ganó otra medalla, una más. Pero se fue Navarro, Eslovenia pasó por encima en la semifinal y volvió a aparecer la amenaza del fin de ciclo.

-Creo que las cosas hay que ponerlas en situación. Hablamos de una Eslovenia de un nivel altísimo. Unos jugadores fantásticos en un estado de gracia brutal a los que acompañó ese punto de suerte y de 'flow' que hace un equipo imparable. Pero el ejemplo del bronce fue tremendo en mi opición. Porque en ese equipo, casi en silencio, pues iban dando sus pasitos los Hernangómez u otros jugadores. Este ciclo no ha parado nunca. No ha habido un fin de ciclo nunca; es más, hubo casi una incorporación ordenada de los nuevos. Y ahí tienen un mérito espectacular. Si se fija, en 2019, el equipo campeón del mundo se parece muy poquito al de 2017 y con dos años de diferencia. En las chicas también vemos que cada año entra el relevo generacional.

-2018 es, sin duda, el año del Mundial de Tenerife.

-Para mí, el Mundial de Tenerife siempre será el Mundial. No sé si fuera se pudo ver. Pero, desde luego, para el equipo de la FEB, para el mundo federativo supuso un cambio. Llevábamos dos años, 2016 y 2017, intentando salir hacia delante, pero siempre remando contra corriente. En 2018 mandamos un mensaje. España había vuelto. A nivel organizativo, institucional y de reputación. Y fue un regreso por la puerta grande, el impulso al deporte femenino, El que no esté de acuerdo con el impulso al femenino, no cabe en la FEB. En 2018 no había sede, plan, nada. Y funcionó. Desde entonces, nos lo creímosy cogimos velocidad de crucero.

¿Hasta qué punto consolidó a la FEB en el mundo FIBA para tener tantos asientos ocupados ahora en la mayoría de las áreas? Sin ir más lejos, usted es presidente de la Comisión de Competiciones de FIBA.

-Posiblemente sí. Como usted decía antes, yo no había presidido nada. Si te nombran presidente, tienes que demostrar cosas. Cuesta quitarte esa etiqueta de jugador. Parece que sólo has sabido hacer una cosa y sólo una cosa. Cuando el secretario general de FIBA pone como ejemplo a España por la organización del mundial y además sabe que forma parte de una estrategia de trabajo, te consolida y te impulsa.

Cuatro años después de su elección, usted sabrá muchas más cosas del puesto y del mundillo. ¿Pero qué no quiere perder que cree que tuvo desde el primer día?

-Pues para mí lo más importante, y lo que nos ha dado esta situación actual, es haber hecho importantes a todos los sectores del baloncesto español son importantes. Todo el mundo forma parte de un engranaje. Tener una mano tendida, explicar y hacer a la gente partícipe de las decisiones.

-Del viaje falta 2019. ¿Recuerda qué pasó exactamente por su cabeza cuando Rudy Fernández levantó la copa de campeón del mundo en el Wukesong de Pekín?

-Me vinieron tres cosas a la cabeza. Una, que veníamos de ser campeones de Europa con las chicas y le di una extrema importancia a aquello porque un verano como el de 2019 será irrepetible. Cuando vi a Rudy, tuve la sensación de que todo tenía sentido. Llegamos a ese momento con la ayuda de mucha gente, después del trayecto de las Ventanas que tuvo muchísimos héroes para meteernos en el Mundial. También me acordé mucho de mi familia, claro, a la que abandonas muchas veces. Y la tercera cosa que pensé es que nadie debe dudar de los jugadores porque siempre dejan a quien duda de ellos con el culo al aire. No van a ganar siempre.

-Usted fue compañero de vestuario de Ricky en los Juegos de Pekín de 2008. ¿Qué pensó al ver a Ricky nombrado MVP del Mundial cogiendo el relevo de Pau Gasol en 2006 y a usted como presidente de ese chico al que había criado? Resulta una especie de consumación de transición dulce perfecta.

-Sin duda. Ricky es una persona muy especial, su evolución personal es especial. Conozco bien a su hermano, a su padre, y entiendes muchas cosas. Es de los que más dicen. Recuerdo una llamada a las dos de la mañana durante el Mundial. Me dijo: "Presidente: necesito esto". Y Ricky no molesta por molestar. Y cuando algo de esto te lo dicen Pau, Marc, Ricky, ya sabes que tienes que estar porque ellos dan, dan, dan y siguen dando y les he visto trabajar y sé que son gente No quiero pasarme pero son mejores personas que profesionales.

-¿Cuándo fue esa llamada y por qué la hacía? Sin duda, salió bien...

-Pues salió muy bien y era muy necesaria. Fue en Wuhan. El de China fue un Mundial excepcional, pero era un campeonato muy complicado. Es un país enorme. Había veces que los partidos acababan tarde y lo que ellos hacían era una petición y una demanda lógica. Era un tema de viajes, de descansos. Muchas veces, en un campeonato de estos, el partido no se acaba cuando suena la bocina. Más bien al contraruo. Son las once de la noche y hay que cenar, recuperar, luego viajar... Esa noche nos fuimos a dormir a las cinco o las seis de la mañana, reunidos con el director general y la gente de la FEB. Y mereció la pena.

-El día antes de la final, sentado en el hotel Shangrilá de Pekín, distrito de Haidian, dijo a As: "Soy un tipo con suerte". Y eso que no había ganado. ¿Lo sigue pensando?

-Siempre he pensado soy un afortunado. Hay mucha gente que trabaja mucho en su vida y no consgue estar donde merece. Yo estoy orgulloso de trabajar con la gente que me ha dado mucho. No es porque sea mi gremio, pero los entrenadores, jugadores y árbitros están expuestos siempre y tengo la suerte de haber podido liderar un proyecto en el que se ha sufrido pero en el que ahora estamos en un buen momento.

-31 medallas en tres años. ¿De las medallas menos mediática, cuál valora más?

-Le voy a ser sincero. 31 medallas en tres años es una auténtica barbaridad, es una salvajada. En el Congreso de Pekín, a nivel de broma, te decían al final que sólo se nombraba a España y Estados Unidos para dar los premios a mejor selección de algo. Me hubiera gustado que la gente del baloncesto español hubiera estado allí. Ojalá hubieran visto el reconocimiento al baloncesto mundial que hay, pero hay una medalla número 32 que no es pública. Esa es la recuperación económica e institucional. Y ahí me acuerdo de gente como Chemi Sierra, Manolo Gómez, Antonio De Torres, que han ayudado en esa labor oscura de convencer a la gente. De todas las federaciones y de la ACB con la que, a pesar de alguna discrepancia, trabajamos en la tarea. Todos han creído y hemos conseguido volver a ser creíbles.

-Por ahí iba, por la recuperación económica. De los 3 millones de déficit en 2015 a los beneficios acumulados de 3 millones

-Eso nos dará la posibilidad de salir del plan de viabilidad (que en principio era hasta 2018 y luego se amplió hasta 2020). Sin ninguna duda, los dos primeros años fueron de austeridad y los siguientes, de audacia. Conseguimos que el barco, que aunque no suene bien zozobraba, no se hundiera, siempre desde la austeridad. Luego vino el crecimiento económico, que tampoco era fácil. Cuando tú estás dos años hablando de austeridad y de contener el gasto, tienes que cambiar la mentalidad y ha llegado el momento. Para mí sería más cómodo vivir sin eventos internacionales, pero, con el cuidado de no despilfarrar, es el momento de atreverse con los eventos internacionales, con el crecimiento del deporte femenino. Creemos que el efecto llamada y la visibilidad es incomparable.

-¿Preparado, pues, para cuatro años más?

-Me encantaría, de verdad. Como digo, en los dos primeros años había algo que arreglar. El equipo de trabajo de la FEB ha cambiado mucho y ahora se nota que es nuestro sello. Hay un camino iniciado que me gustaría continuar. Pero desde la unión. Me gustaría saber escuchar a todo el mundo. Y, desde la discrepancia que también debe haber, una estabilidad.

-El COVID ha afectado la realidad. ¿Qué tiene en mente?

-Esto nos ha golpeado a todos. Si nos hubiese pillado hace dos años, nos habría hundido. Ahora estamos en la situación de vernos con la capacidad de ayudar a todos nuestros. Escuchar a todo el mundo no es palabrería. Vamos a poner un nuevo sistema de competición en LEB Oro. Los clubes tendrán hasta un 50% de descuento en suscripción; las fichas de los extranjeros, que se hace por tramos, se hará desde la parte más barata. Tenemos un plan para cuatro años muy basado en la digitalización, en los grandes eventos y en el plan centenerario, que celeramos en 2023 pero que queremos arrancar desde ya.

-Las medallas son imposibles de prometer. ¿Qué quiere que sea innegociable en su mandato?

-Me gustaría sobre todo que haya, al menos otra vez, un 11-12% más de licencias. Me gustaría, como hemos aprobado, que dentro de dos años, pasemos de dos ligas de ámbito estatal, a tres competiciones en baloncesto femenino. Abrimos la inscripción para las competiciones en la época del COVID y tuvimos que dejar gente fuera a nuestro pesar por la cantidad de demanda que había. Eso habla a las claras del momento que vivimos. La apuesta por el femenino es clave. Queremos la igualdad total, pero empezando por los cimientos, no por los tejados.

-Empieza ahora el gobierno provisional de la comisión gestora y se deja pendiente la renovación de Scariolo...

Hemos venido hablando. Ahora, y lo dice el CSD, no puedes tener el control federativo. El presidente que salga tendrá nueve meses y yo creo que hay tiempo. Lo he dicho en público y en privado. Hemos hablado y hay cosas que matizar. Pero ya he dicho que si salgo reelegido, quiero que el seleccionador sea Sergio Scariolo cuatro años más.

-Pues Scariolo ya ha dicho que tiene solucionado su asunto con Toronto y el OK de su familia. ¿Qué queda por resolver, el asunto económico o es un problema con los calendarios?

Claro, estamos viviendo un momento complicado. De cara a la temporada que viene estamos planteando escenarios normales, pero también con cambios, sin ellos... Hay inestabilidad en las competiciones europeas y nacionales. Es el momento de intentar quitar los interrogantes de la ecuación.

-Dice que 2019 fue un año irrepetible, este 2020 es un año para olvidar.... ¿Cómo llamaría al año 2021?

-Para mí tiene que ser el año de inicio del futuro. Gracias a la Fundación Trinidad Alfonso y a las administraciones valencianas, el Eurobasket es un reto precioso en el que, además, vamos a tener un protagonismo mayor al que creámos en inicio por organizar la lucha por las medallas. Lamentablemente, hemos tenido que esperar un año, pero ese flow de ser campeones de Europa de chicas, del mundo en chicos, hace que esa incertidumbre se convierta en ilusión para los Juegos. Venimos de ser plata y bronce, el listón está altísimo. Pero los ejemplos de Laia y de Pau, dos cuarentones, son los mejores ejemplos de los valores que nos mueven.

-Laia ya ha dado los pasos deportivos para estar alargando un año más su compromiso. ¿Tiene esperanzas de que esté Pau?

Mientras él la mantenga, nosotros la mantendremos salvo que nos diga que no puede o no cree que pueda. Entonces, si ocurre eso Pau tiene las puertas de la FEB abiertas. Si no puede jugar, y si quiere, esta es su casa y aquí tiene su sitio. Y ojalá tarde mucho porque lo que queremos es verlo en la cancha.