Cruz: "Miribilla no se puede describir, tienes que vivirlo"
Deja el Bilbao Basket tras dos años exitosos, junto con Schreiner, su gran amigo. Cree que se va siendo mejor jugador y espera mantenerse en ACB, a ser posible en Euskadi.
No se le ha podido tributar una despedida a su altura ni tampoco se le dispensará a Schreiner. Pero al menos el Bilbao Basket ha demostrado señorío con una rueda de prensa telemática y hará un esfuerzo con exhaustivos protocolos mañana en Miribilla. Cruz y Schreiner dejan Bilbao tras cumplir con su trabajo, principalmente con el ascenso. Euskadi ha dejado huella en el pívot, que no pierde de vista alguna posibilidad por esta zona ya que su novia, Laura Quevedo, actúa en el Araski vitoriano.
Ya en Madrid, ha querido decir adiós a la marea negra de forma virtual, con un ordenador delante. “Han sido dos años increíbles. Primero hemos podido lograr el ascenso y luego he estado a gusto ACB. He tratado de dar el máximo cada vez que estaba en mi mano. Ha sido una etapa en la que he podido disfrutar y formar parte de este gran club, ha sido increíble”, sostiene.
Agarrándose al tópico en este tipo de actos, avanza que se va a sentir un ‘Men in black’. “Este lugar lo llevo en el corazón. Supera las expectativas con las que vine. Cuando un club lleva tiempo en ACB y desciende, la gente se desencanta, pero aquí nos apoyaron desde el primer momento. Tenía ganas de volver a la élite y me sorprendió. El año en LEB Oro fue muy bueno”. Además de ese bagaje deportivo, se lleva el pívot formado en el Estudiantes y en Estados Unidos, según confesión propia, un montón de amistades y grandes experiencias. “Ganar a los Euroliga y entrar en la Copa asaltando el Palau son cosas que no había vivido nunca”.
Ahora sí que puede explicar a sus familiares y amigos lo que es el ‘efecto Miribilla’. “No podría describirlo con una palabra, tienes que vivirlo, la afición es increíble y apoya, tienes que estar ahí, en un partido empatado y ver cómo te están apoyando a muerte”. Pese al divorcio, la relación entre ambas partes, como ha quedado patente en este acto, no es mala. “Las experiencias que he vivido son las que me llevo, el club es increíble, todo el mundo es profesional, son vivencias que te hacen mejorar, de las malas hay que aprender, me harán mejorar como jugador y persona”. De hecho, solo tiene palabras de elogio para Mumbrú, que siempre le ha exigido más, especialmente dureza defensiva: “Es un entrenador increíble, ha subido en un año y es complicadísimo. Y en ACB todos sabemos el año que hemos hecho. Ha sido un jugador muy bueno y sabe las sensaciones de los que estamos en la pista. Me ayudó bastante para mejorar y estoy agradecido”.
El resumen es que Iván Cruz habría pagado por despedirse con Miribilla lleno, como el día del ascenso, y que nota que ha crecido en todos los aspectos este tiempo: “Me voy siendo mejor jugador, sé lo que es el baloncesto profesional, los caminos se separan deportivamente, no hay nada más allá en otros aspectos”. Junto a él se va su amigo Schreiner, la ‘Barba’: “Nos conocimos en fiestas hace dos años y hasta ahora hemos tenido una buena conexión. Como persona es increíble y como jugador, también. Tenemos una relación buenísima”. Su futuro no lo sabe ni él, ansía seguir en ACB, pero si tiene que ganarse el pan de nuevo en LEB, será la segunda categoría la que disfrute de sus increíbles movimientos de pies y su magisterio apurando línea de fondo.
El director general, Savovic, aprovechó para agradecer en nombre del club “el esfuerzo como jugador profesional y como persona con las características que has trasladado dentro y fuera del vestuario”. Para desearle lo mejor en su próxima andadura: “La vida nos lleva por diferentes caminos, tienes tu casa en Bilbao”. El director deportivo, Pueyo, se ciñó más a la faceta referente a la pista. “Has formado parte del equipo en dos temporadas muy importantes y has sido una pieza clave para un objetivo como el ascenso, demostrando ser un buen profesional y compañero, por todo ello, estamos muy agradecidos y te deseamos suerte en el futuro”. Un vídeo con momentos entrañables de su paso por la ciudad del Guggenheim ha aumentado la parte emotiva.