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NBA

Adiós a una leyenda: Lusia Harris, la única mujer drafteada en la NBA

En 1977, fue drafteada una mujer en la NBA por primera y última vez: Lusia Harris, la autora de los primeros puntos del baloncesto femenino olímpico. Entró en el Hall of Fame en 1992.

Adiós a una leyenda: Lusia Harris, la única mujer drafteada en la NBA

Cuando la NBA organizó una votación para elegir la elección de draft más extraña de la historia, ganó el sexto pick de la séptima ronda, el número 137 de 1977. La elegida fue Lusia Harris, la única mujer seleccionada oficialmente en un draft de la NBA. Fue un 10 de junio.

La pasada noche, todavía 18 de enero en Estados Unidos, falleció Luisa Harris. Lo confirmó su familia, que no quiso aportar más información. Se ha ido una leyenda, una que como jugadora ganó tres campeonatos nacionales en Delta State (donde jugó entre 1973 y 1977), anotó los primeros puntos del baloncesto femenino olímpico (fue plata en Montreal 1976) y se convirtió en la primera mujer afroamericana que entró en el Hall of Fame (en 1992).

Harris, de 1,91, nació y creció en los alrededores del Mississippi, donde después del colegió recogía algodón cuando era temporada de cosecha. Cuando se dio cuenta de que había nacido demasiado pronto para poder convertir su talento en una carrera profesional en el deporte, pasó a ejercer como profesora en Greenwood, cerca de donde nació y junto a ese gigantesco Mississippi del que nunca tuvo demasiadas ganas de separarse. Así fue hasta el fin de sus días.

Una estrella que nació demasiado pronto

En la décimotercera ronda del draft de 1969, San Francisco Warriors escogió a Denise Long, una leyenda de Iowa que creía que realmente podía jugar en la NBA. Pero el comisionado Walter Kennedy se dio cuenta de que los Warriors no iban a contar de verdad en ningún caso con Long y anularon la selección. Desde entonces y hasta ahora, solo una mujer más ha sido elegida, y esa vez con un pick que sí se dio por bueno, en el draft: Lusia Harris, el 10 de junio de 1977, con el número 137 del draft que correspondía a New Orleans Jazz. Una franquicia que estaba a dos años de mudarse a Salt Lake City y que solía equivocarse en casi todas sus decisiones. Un año antes, de hecho, su empeño por firmar a un Gail Goodrich con las piernas ya muy castigadas les había hecho dar a los Lakers una primera ronda de 1979 que acabó convirtiéndose en Magic Johnson.

El general manager, Lewis Schaffel, erró con todos los picks anteriores y presumió del golpe publicitario (y nada más) que estaba dando con la elección de Lusia Harris, que nunca se tomó en serio la opción de que un equipo de la NBA contara con ella y ni se presentó al training camp. Por eso y, se supo después, porque estaba embarazada cuando empezó a entrar el equipo, todavía en Louisiana, cerca de las pistas en las que Lusia Harris se había convertido en una sensación.

Allí, en la universidad de Delta State, Lusia Harris había hecho una carrera admirable que por entonces no tenía continuación a nivel profesional. Estaban lejos los primeros años de cierta estabilildad y sostenibilidad de la WNBA, que nació en 1997. Hija de granjeros y décima de once hermanos (otros siete jugaron al baloncesto), siempre contaba (como Lusia Harris-Stewart, su nombre de casada) que fue elegida en el draft por delante de 33 hombres y que, efectivamente, nació demasiado pronto: solo jugó una temporada (1979-80) con Houston Angels, en la Women's Basketball League (WBL).

También era demasiado pronto para recibir becas deportivas o para encontrar equipos de baloncesto femenino en cualquier universidad. Eso la llevó al proyecto que estaba poniendo en marcha Delta State, donde en tres años se llevó tres MVP, estuvo tres veces en el equipo All American, firmó un 109-6 en 115 partidos y promedió 25,9 puntos y 14,5 rebotes por encuentro. Decían que era una jugadora parecida a como fue después Karl Malone: reboteaba todo, era rápida de pies cerca del aro y tenía buena muñeca. Que en su equipo bastaba con decir "bolas a Lusia" y que en todos sus partidos se llenaba la pista, con gente apelotonada en la primera fila.

En su temporada senior fijaron un partido de su equipo en el Madison Square Garden. Era el primer encuentro de baloncesto femenino en esa mítica cancha, y ella anotó 46 puntos. En su segundo año había logrado que la final universitaria se emitiera por primera vez (aunque en diferido) por televisión. En 1992 entró en Hall of Fame y en 1999 formó parte de la primera generación del Hall of Fame del baloncesto femenino. Su mayor logro fue la medalla de plata en los Juegos de Montreal 1976, los primeros con baloncesto femenino.