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HISTORIAS DEL MUNDIAL

Una pachanga con Fidel Castro

Antes del Mundial de Puerto Rico en 1974, Díaz-Miguel recibió una llamada del seleccionador cubano para jugar un dos contra dos con el dirigente.

HAB16 -19991118-LA HABANA, CUBA: Cuban President and honorary coach Fidel Castro (C), surrounded by his team, smiles late 18 November, 1999 after a friendly game between ball veterans from Cuba and Venezuela. Cuba won 5-4. Castro, congratulating Venezuela
ADALBERTO ROQUEEPA

Camino del Mundial de 1974 en Puerto Rico, la Selección española hizo una escala técnica en Cuba. Fue cuando el entonces seleccionador cubano, Carmelo Ortega, telefoneó a su homólogo, Antonio Díaz-Miguel, para hacerle una curiosa propuesta. Jugar un dos contra dos contra un tándem cubano en el que jugaría... Fidel Castro. Antonio Díaz-Miguel recordó aquel episodio en un relato que rescató en su día la web de la FEB: "Fidel daba mucha leña, pero también recibía y no decía nada".

Sirva la anécdota para enlazarla con la edad de oro del baloncesto cubano. Fueron los 70. Y fuera o no por la influencia comunista de los países de órbita soviética, su organización jerárquica funcionó. Torneos inter-escuelas, inter-barrios, Juegos Escolares, Juegos Juveniles. Cuba aprendió a probarse en larguísimas giras de 40 y 50 partidos por Europa del Este y, después de renovar su plantilla tras los Juegos Olímpicos de 1968 con ocho jugadores que habían sido terceros en los Juegos Juveniles de la Amistad de Minsk, se convirtió en una selección temible a principios de los 70.

Llegó a ganar a Estados Unidos (con jugadores universitarios que luego saltarían a la NBA) en los Panamericanos de Cali de 1971, le disputó la hegemonía a Panamá en los Centrobasket y tocó el cielo en los Juegos Olímpicos de Múnich. Entonces, ganó el bronce a la Italia de Meneghin y Marzorati. En una entrevista concedida a Cibercuba este mismo año, Tomás el Jabao Herrera, uno de los míticos de aquella selección junto a Chappé y Urgellés, asegura que el mismo Comandante les preparó para aquello: "Fidel jugaba con nosotros en el Coliseo de la Ciudad Deportiva aquellos partidos nocturnos que tanto le gustaban, y era habitual que nos dijera: ustedes tienen que aplicar la guerra de guerrillas en la cancha". Bajo esa máxima, y con entrenamientos en arena y pista de atletismo, Cuba adquirió una condición física que le permitía sostener un ritmo de partido raro de ver en aquella época.

En el Mundial de 1974, el mismo año en que ganó los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Cuba ganó tres partidos durísimos de la primera fase: Checoslovaquia (61-60), Australia (92-79) y Canadá (80-79). En la segunda fase, sin embargo, sólo pudo derrotar a España (84-75) y Brasil (85-80), pero las tres grandes, Estados Unidos (70-83), Unión Soviética (66-83) y Yugoslavia (83-101), se le hicieron inalcanzables. Cuba fue cuarta, su mejor clasificación en el Mundial. Cuentan que el seleccionador, Carmelo Ortega, utilizaba una vieja táctica de motivación en las charlas. Les decía: "Ayer llamó Fidel". Algunos lo tomaban como un estímulo. Otros, como una manera de meter un poco de miedo. Y el resto, nunca se lo creyó.