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HISTORIAS DEL MUNDIAL

El mayor desastre de Estados Unidos fue en Indiana

En el Mundial de 2002, disputado en Estados Unidos, la selección norteamericana ocupó su peor puesto de siempre en ese torneo.

Gregg Popovich habla con Kelvin Sampson y George Karl.
ADREES LATIFREUTERS

"En 49 estados es sólo baloncesto, pero esto es Indiana". La frase, muy extendida culturalmente en Estados Unidos y en principio anónima, tiene que ver con la pasión especial por el juego en dicho estado. El legendario Bobby Knight la completó: "Escuché hoy que el baloncesto se inventó en Springfield, Massachusetts, y es verdad. Dios lo inventó allí para que pudiésemos importarlo a Indiana".

Indiana es también la cuna de Larry Bird, nacido en West Baden Springs y crecido en French Lick. Es tierra de universidades de baloncesto: la misma Indiana o Purdue. Y en el pequeño pueblo de Milan, también en Indiana, se gestó el guion de Hoosiers, la película que relata el milagro del equipo de baloncesto que ganó el campeonato estatal en 1954.

Pues bien, tuvo que ser en Indiana donde la selección de Estados Unidos firmó la peor clasificación de su historia en un Mundial. Fue en 2002. El desastre se convirtió en asunto nacional porque por entonces ya jugaban los profesionales de la NBA. Los jóvenes Kobe Bryant, Tim Duncan y Kevin Garnett pasaron de la llamada de George Karl; Shaquille O'Neal tenía un dedo dañado y Ray Allen y Jason Kidd tampoco pudieron acudir finalmente lesionados. El resultado fue un equipo con un quinteto que no sonaba tan mal (Baron Davis, Andre Miller, Reggie Miller, Pierce y Wallace) y que tenía en el banquillo jugadores como Finley, LaFrentz y Marion.

Estados Unidos ya había perdido un partido de la segunda fase con Argentina. Era el primero después de 58 victorias consecutivas desde la aparición de los profesionales en los Juegos de Barcelona. Pese a la derrota, su clasificación para cuartos estaba asegurada. Pero Estados Unidos volvió a perder ahí ante Yugoslavia (78-81). La crónica del New York Times habló de un Conseco Fieldhouse convertido en una pequeña Belgrado. Todo después de una espectacular remontada plavi liderada por Milan Gurovic que hizo enloquecer a los hinchas balcánicos que ese día estaban en Indianápolis. "Fue como si jugáramos en casa", dijo aquella noche Svetislav Pesic, en su momento de máxima fama como técnico (al año siguiente haría el triplete con el Barcelona). La derrota, acompañada además de un enfrentamiento entre George Karl (que curiosamente tenía como ayudante a Gregg Popovich) y Paul Pierce, tachado de "egoísta" por la crítica, tuvo consecuencias. Mike D'Antoni dejó una frase para la reflexión: "El baloncesto ya no es sólo nuestro ahora, es de todos". Ginobili había dejado otra clave después de la victoria de Argentina: "Nosotros sabemos sus jugadas, qué van a hacer después de un corte, por dónde saldrán; aparentemente, ellos no".

A Estados Unidos aún le faltaba por pasar otra "vergüenza" (así calificó Regie Miller la derrota ante Yugoslavia). España le derrotó en el partido por el quinto puesto y firmó su peor puesto en la historia de un Mundial. Baron Davis anunció que recuperarían el oro en los Juegos de Atenas, pero eso tampoco pasó. Se había declarado un orden mundial del baloncesto que, eso sí, sólo duró seis años. Hasta el Reedeem Team de 2008.