ENTREVISTA AS | JUANCHO Y WILLY HERNANGÓMEZ
"Coincidimos en el 99% de las cosas, nos diferencian las chicas"
Juancho y Willy Hernangómez son una sola pieza. Hasta sus dorsales, 14 y 41, son capicúas para demostrarlo. Ambos atendieron a AS antes de comenzar el Mundial.
Los Hernángómez, Willy (25 años) y Juancho (23), son una sola pieza. Hasta sus dorsales, 14 y 41, son capicúa para demostrarlo. Estos dos hermanos con proyección de estrellas, que aún persiguen el encaje definitivo en el universo NBA y en la Selección de Scariolo, se explican en el lobby de un hotel de Ningbó. Sus respuestas transparentan su deseo de hacer algo grande en este Mundial. Son la quinta pareja de hermanos que juega un Mundial en la Selección.
Los dos ante su primer Mundial de baloncesto. ¿A quién le tienen que dar las gracias?
Juancho: Primero, hay que agradecérselo todo a nuestros padres. Nos han enseñado cómo ser, cómo comportarnos, actuar y responder. Nos han enseñado todo y este amor por el baloncesto nos lo han inculcado ellos. Luego cada uno hemos tenido carreras diferentes. Entrenadores y preparadores físicos que han influido en nosotros. Es un marco más amplio. Pero somos dos personas que sabemos perfectamente quiénes nos han ayudado. Somos muy agradecidos e intentamos demostrarlo. Todo nos ha ayudado, incluso los malos ejemplos, las malas personas o, por así decirlo, las malas experiencias.
Willy: Lo que dice mi hermano. Nuestros padres nos han inculcado valores desde jóvenes y ese es el ejemplo que hemos intentado seguir. También a Sergio (Scariolo) y a Jorge Garbajosa les agradecemos el respaldo de todos estos años. Mucha gente que hanestado en este camino y está poniendo en este granito de arena para que sigamos nuestro proceso.
¿En qué se basa su vínculo con la Selección? Usted, Juancho, acudió incluso a las Ventanas en septiembre pasado; y Willy no lo hizo solo por un asunto personal pero también quería estar.
W. Es un honor y un orgullo jugar con la camiseta de la Selección, defender tus colores y que ellos confíen en mí. He tenido la suerte de estar en todas las categorías inferiores, he ganado medallas y tengo el placer de estrenarme en un Mundial. La llamada de la Selección es un premio a las cosas bien hechas. Y es una manera de devolver el cariño a toda esa gente que está pendiente de ti. En España, trabajando o de vacaciones, todo el mundo me trata muy bien y me llena de energía.
J: Para nosotros, es un orgullo representar a nuestro país; defender la camiseta, saber qué año tras año trabajamos muy duro. Y uno de nuestros objetivos es estar aquí. El amor que tenemos por este país y por defenderlo y llevarlo a lo más alto es incomparable y a cualquier llamada de la Selección vamos a decir que sí. El único pero será si nuestra condición física no nos lo permite, pero para nosotros y para nuestra familia, porque nuestros padres fueron internacionales, la llamada de la Selección tiene un valor incalculable, tienes que decir sí o sí. Es un gran reto.
¿En qué se picaban más cuando eran críos?
W: Un poco en todo. Ya en el baloncesto, en quién jugaba más rato a la Play... Hemos siempre muy competitivos, creo que es un gen que ha transmitido siempre la familia. Querer siempre ganar al rival, aunque sea el hermano. Pero es un gen que nos gusta. Odiamos perder los dos y hasta al parchís competíamos
J: Hace unas semanas dije en una entrevista que si no hubiera tenido el hermano que tengo, no hubiera llegado a ser jugador y creo que al revés. Tenemos la genética pero competir por cualquier cosa nos ha ayudado a mejorar. Siempre nos hemos querido batir uno al otro y eso nos ha permitido seguir en constante evolución. Esa competición por ser mejores nos ha hecho crecer.
¿En qué coinciden más y en qué están más alejados?
W: Hay pocas cosas en las que no estemos de acuerdo. Al revés, creo que cuanto más van pasando los años y nos hacemos mayores, estamos cada vez más unidos. Durante la temporada hablamos todos los días y, cuando podemos, nos juntamos en el parón del All Star o en Navidad. Y en verano todos los días estamos juntos. Pensamos igual, trabajamos igual. Son nuestros valores. Tenemos el 99% de cosas en común; lo único que nos diferencia es que a él le gustan unas chicas y a mí, otras.
J: Somos muy parecidos en comportamiento, sacrificio. En las cosas que nos gustan hacer. Hemos tenido el mismo grupo de amigos desde siempre, los mismos gustos... Hemos crecido en el mismo ambiente, en verano vamos juntos siempre a tomar algo por las tardes. Somos familia, somos mejores amigos, nos contamos todo y en los momentos difíciles uno está para ayudar al otro. Nuestra ayuda es constante. Estamos juntos en la habitación..., somos bastante inseparables.
¿Cuánto pondrían de su bolsillo o de algo inmaterial para jugar un día juntos en una franquicia NBA?
W: Es el sueño que tenemos. Aparte de haber cumplido el de jugar en la Selección juntos, ojalá se dé en la NBA. No depende de nosotros sino de cosas de más arriba, pero sería increíble. Seguro que muy especial.
J: Si surgiese la posibilidad, la valoraríamos mucho. Me encantaría jugar por mi hermano y luchar por un objetivo común no sólo un mes, sino todo el año. Sería bueno para todos.
¿Qué talento innato se robarían el uno del otro?
W: Creo que, obviamente, su cualidad de trabajo y sacrificio. También la mentalidad de tirador de jugártela aunque hayas fallado antes y esa garra e ilusión que tiene cada día por mejorar y concentrado. Eso me encanta de él. Es único.
J: Yo si pudiera se lo quitaría todo (risas). Pero estoy muy orgulloso de cómo está creciendo como jugador y como persona. Todo a base de esfuerzo, de trabajo. En los últimos tres o cuatro años ha sido un trabajador incansable y después de su primer gran año de rookie, vinieron momentos más difíciles y ahí fue cuando mejor le vi. Más trabajaba, más intentaba enseñar al entrenador que estaba preparado. Cuando uno toca fondo, toca reponerse. Eso no es fácil. Tener esa mentalidad, ese espíritu de trabajo. Nunca estar satisfecho, querer más. Y como jugador de baloncesto, le robaría sus movimientos en el poste. Su izquierda, su derecha. Sus ganchos. Su pick and roll, su potencia, su intimidación. También sus rebotes, para los que tiene un talento innato. A veces sufro cuando veo que puede ayudar más de lo que el entrenador le pone porque puede competir con los mejores pívots de la NBA y para eso necesita un mínimo de minutos que tantas y tantas horas trabaja para luchar y que merece.
Willy fue un soplo de aire fresco en Río; Juancho en el Eurobasket de 2017. ¿Creen que es justo que se les pida ya algo más?
W: Es el paso del tiempo. Al final, este año nos sentimos mucho más cómodos, con confianza de cara al seleccionador y tal vez con más peso en el equipo porque tenemos unos cuantos campeonatos a nuestra espalda y creo que ya toca sentirse más responsable. Juancho y yo llevamos trabajando mucho tiempo para tener esta oportunidad. No es por demostrar a nada ni a nadie. Pero somos ambiciosos y queremos conseguir una medalla y estar en los Juegos.
J: Hay que dejar un poco atrás eso de dar un paso adelante... Nosotros venimos a ayudar al equipo, sea como sea. Y lo que nos pida Scariolo, lo vamos a hacer. Sabemos que el líder va a ser Marc y todos lo vamos a acompañar. Dar el paso adelante no significa hacer más, sino aceptar un rol e interpretarlo de la mejor manera posible. Los doce somos muy importantes, que ser el jugador doce no es fácil en un equipo. Aquí sí, y ganan todos. También el staff técnico. Todos a una.
En esta pregunta está implicado directamente Willy, pero también es importante saber cómo lo ve desde algo más fuera Juancho. ¿Creen como ha dicho Scariolo que no hay sitio en el engranaje para que juegue al mismo tiempo que Marc?
-W: Creo que son opciones. Son variantes que está claro que todos en el equipo podemos tener. Nos gustaría (jugar juntos). Marc y yo venimos hablando mucho con Sergio de esto. ¿Por qué no? Aparte están los entrenamientos, los partidos que quedan. Seguro que alguna sorpresa hay y creo que los tres estamos convencidos de que habrá minutos que podamos jugar juntos porque le viene bien al equipo y, al final, eso es lo importante, que sepamos ayudarnos. Defender juntos y que en ataque podamos crear espacios y poner presión al aro. Marc y yo nos llevamos muy bien fuera de la pista y dentro se notará que hay buena química.
J: Bueno, desde fuera soy un poco crítico a la hora de posicionar jugadores. Cuando tienes jugadores que saben jugar y tienen un talento innato, los tienes que poner. Han nacido para poder estar en esas situaciones. Marc es de los mayores talentos que he visto. Willy también. Y sé que van a saber adaptarse juntos y que no se vean esas deficiencias que pueda haber por jugar juntos. Son dos jugadores que se saben ver. Jugar con Marc es muy fácil. Sabemos que los rivales como Serbia están entrenando con dos pívots grandes, con Nikola (Jokic) de cuatro. Hay que estar preparados para todo y sé que si se buscan, se pueden encontrar. Willy ha trabajado mucho estos dos años el tiro y puede sorprender abriendo el campo y dejando el espacio a Marc. Y Marc ya sabemos que como tirador es excepcional y puede dejar a Willy moverse dentro. Los dos lo saben jugar bien a esto.
¿Alguna promesa especial si España está en los Juegos?
W: No. Es nuestro sueño. Pero primero está el Mundial y nuestro sueño es el oro. Luego, una vez conseguido el objetivo, los Juegos vendrán después. Pero primero, el Mundial.
J: Nada. El equipo es competitivo, va a ir a ganar cada partido. Nos jode mucho perder, no hemos venido aquí a perder el tiempo y confío en este equipo a tope.