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EUROLIGA | JORNADA 25

El Gran Canaria es una ruina

Imagen impropia de un equipo profesional de un Granca que se llevó una tunda de época. Acumula ya 10 derrotas seguidas en la Euroliga.

El Gran Canaria es una ruina
TOMS KALNINSEFE

Al Herbalife Gran Canaria no hay por dónde cogerlo. Tanto en ACB como Euroliga es un auténtico desastre, derrumbado por completo. Hace aguas en defensa y en ataque, sin apenas sistemas, con menos orden y ningún concierto, es un chollo para cualquiera. A su costa, el Zalgiris se dio esta noche un festín que le permite seguir soñando con los playoffs.

Como toda la presente temporada, el primer tiempo del Herbalife Gran Canaria tuvo mucho de esperpento. Como todo el partido. No fue por delante ni un solo segundo, Y eso que Rabaseda enchufó pronto un triple que supuso el 4-3 y el freno a la primera escapada del Zalgiris. Mucho más intenso, acaso contagiado por la inagotable energía de Jasikevicius, el equipo local comenzó muy pronto a gustarse, como bien claro quedó el mate de White, para el 9-3, a pase de Westermann. Arrinconado, recibiendo golpes sin más defensa que la de esperar a que flaqueara su rival, cuatro puntos de seguidos de Walkup estiraban el marcador hasta el 17-8. Una vez más, el equipo de Víctor García hacía aguas en defensa después de su indescifrable ataque, y un palmeo de Thompson, en el epílogo del primer cuarto, anunciaba paliza: 25-10.

La primera, directa al mentón. Así comenzó el segundo parcial para el Granca, que se encontró con un triple de Walkup, 28-10, nada más reanudarse el partido. Jakubaitis ponía al +20 acto seguido, coronando además un parcial de 13-0 que únicamente Eriksson fue capaz de parar, cómo no, desde el 6,75: 30-13. De nada sirvió el enceste del alero sueco, tampoco como revulsivo, pues entre Ulanovas y Davies le dieron al Zalgiris un +26, 39-13, la máxima diferencia a su favor de la primera parte.

No tuvo capacidad de respuesta el Herbalife. Y si la tuvo, como tras aquella conexión entre Wiley y Jefferson que acabó con mate de este último (40-20), allí estaba Saras para pedir un tiempo muerto. Con la mitad del trabajo más que hecha, el Zalgiris se limitó a conservar su tremenda ventaja, llegando al descanso ganando por 46-27.

El escarnio, otro más, al que estaba siendo sometido el Gran Canaria en Kaunas se mantuvo tras el parón. Así, tres triples consecutivos de Westermann (2) y Ulanovas estiraron el electrónico hasta el +25, 55-30. Impasible, nunca metido en el partido, el Herbalife le regaló a la formación lituana el acceso directo hacia su canasta desde todas las opciones posibles. Si el partido le importaba, pareció todo lo contrario, sin apenas esfuerzo por disimular su desinterés. Un mate de Davies en contrataque supuso el 61-30 en un marcador cada vez más placentero para la bulliciosa afición local.

Con todo más que decidido prácticamente desde el salto inicial, el único interés que le quedaba al partido era conocer el calibre de la paliza que, con todo merecimiento, se estaba llevando el Gran Canaria, pisoteada su imagen, orgullo mancillado, como no se le recuerda. Un fácil enceste de Thompson mediado el último cuarto, otro más, le dio un 89-48 a los suyos, +41, la máxima ventaja del Zalgiris en todo el partido.

Tan mal lo hizo el Herbalife que se hizo sangre él solito, sin necesidad de que la hiciera un huracanado Zalgiris ante un Gran Canaria que ofreció una imagen impropia, otra más, no ya de un equipo de Euroliga, sino de un equipo profesional. Rendido, no juega a nada, tampoco compite, mucho menos es capaz de maquillar las palizas que se llevan, tan habituales desde que comenzara el curso. Con el ridículo como rutina, hace tiempo que caló la sensación de “dar igual” por ser Euroliga y por eso está como está: hecho una ruina.