El Syracuse-Duke de la pasada noche fue un partido tremendo. Jim Boeheim, de 74 años y que lleva 43 al frente de los Orange, aparecía en público por primera vez desde que hace tres días se vio implicado en un accidente de tráfico en el hubo un fallecido. Boeheim, que se abrazó en el centro de la pista con Mike Krzyzewski (los dos técnicos con más victorias en la Division I), aseguró después del partido que estaba destrozado por un accidente tras el que las autoridades aseguraron que los integrantes de su vehículo habían colaborado en todo momento y habían dado negativo en los test de alcohol y drogas.

Boeheim se llevó una tremenda ovación de un histórico Carrier Dome, una marea naranja de 35.642 personas, récord absoluto en un partido universitario jugado en un campus. Es decir, todavía en temporada y antes del gran torneo. Después, Syracuse no pudo repetir éxito ante Duke después de su triunfo a domicilio (91-95) a pesar entonces de los 35 puntos de un Zion Williamson que fue baja ahora por el esguince de rodilla que ha tenido a Estados Unidos en vilo después de que reventara literalmente en el partido ante North Carolina la zapatilla del, si todo sigue su cauce normal, número 1 del próximo draft.

Esta vez, Duke (65-75 final) se puso en manos del alero canadiense RJ Barrett, otro aspirante al 1 del draft, que respondió con 30 puntos, 5 rebotes y 7 asistencias. Su mejor acompañante no fue Cam Reddish, que también apunta como minimo al top 10 del draft, sino Alex O'Connell, que en el mejor partido de su carrera anotó 20 puntos con un decisivo 5/8 en triples. Para los Orange, que firmaron un 1/11 en triples en la segunda parte, no fue decisivo esta vez, como en el anterior duelo, un Tony Battle que acabó con 16 puntos.

Duke queda tras este triunfo con un balance de 24-3, 12-2 dentro de la ACC y 7-0 en partidos a domicilio contra rivales de su Conferencia. Vida más allá de Zion.