Jaime Fernandez, héroe del Unicaja en un partido de locos
Anotó el triple ganador en la prórroga después de que el Unicaja remontara 21 puntos a un Madrid que vencía 33-54. La defensa de Milosavljevic a Campazzo, decisiva.
Hay duelos vibrantes, que te hacen salir de un pabellón de baloncesto con el puño apretado por la tensión de un marcador cien veces volteado y a la vez con la sonrisa en la boca por la calidad de los actores, por haber asistido a un espectáculo casi perfecto. Y luego hay partidos como el de este domingo en Málaga, que tienen todo lo anterior y algo más. Un duelo de locos, de los que se graban en la memoria durante años, el mejor thriller posible con una remontada difícil de creer y una resolución a la altura y más allá, al final de los 40 minutos y en la prórroga.
En el tiempo extra, cuando el Madrid tocaba de nuevo la victoria, un triple en el último segundo del héroe de la noche, de Jaime Fernández, dio la gloria al Unicaja. El base madrileño es el jugador español de moda en la ACB. Ese tiro triunfal in extremis era su punto 27. Fue decisivo en todo, en carácter y determinación. Un líder que añadió 9 asistencias y 5 robos a su hoja de servicios para acabar con 34 de valoración. Acaudilló en ataque la reacción de los suyos en el tercer cuarto, cuando metió 12 puntos y no dejó de empujar, una remontada que se articuló desde la defensa de Milosavljevic a un Campazzo hasta entonces imparable.
Porque los blancos habían llegado a mandar por 21 casi al descanso, en el minuto 18 (33-54), y aun así perdieron. Y volvieron a ponerse muy en ventaja en la prórroga, cuatro arriba (98-102) a poco más de 30 segundos, y perdieron. Heroico Jaime en el pulso de los Fernández, el de los cañoneros. Porque Rudy, que volvía de un parón por unas molestias en el tendón de Aquiles, tuvo también uno de esos días que le hacen especial: 25 puntos y 30 de valoración.
Cuando Jaime clavó el triple definitivo, la afición cajista aún no las tenía todas consigo. Festejó la canasta pero seguía mosca, quedaban siete décimas y apenas cinco minutos antes (de los de reloj parado) ya había vivido una celebración interruptus. Se la contamos, porque quedará como uno de los episodios destacados en una tarde de locura de la buena. Shermadini puso el 94-93 con dos tiros libres y luego Causeur falló un triple frontal, parecía todo resuelto y más cuando Dani Diez se adelantó al rebote. El histórico Reyes le hizo falta y mando a su excompañero a la línea. Restaban solo un segundo y dos décimas. La instrucción era clara: tirar a meter el primero y fallar el segundo, pero hizo lo contrario.
Ayón fuerza la prórroga
Laso pudo pedir un tiempo muerto para sacar en campo de ataque y Ayón la embocó a la media vuelta, esquinado y desde fuera de la zona: 95-95. No podía ser, pensaban en el Martín Carpena, pero era. Y llegó la prórroga, y casi consumida, volvía a quedar tiempo, siete décimas… Campazzo lanzó de campo a campo sin éxito. Game over, fin a una de las partidas más emocionantes en una de las Ligas más apretadas de los últimos años.
Un cara a cara que arrancó con Campazzo estelar. Repartió 5 de sus 11 asistencias en medio primer cuarto para un elocuente 7-17. Faltaba Llull, así que Prepelic le dio un apañado respiro porque Rudy acudió a echarle una mano con su acierto. Así se llegó al +21 y al 41-57 del intermedio. Ese moderado arreón antes del paso por vestuarios hizo a los locales sentirse vivos, no capitular y conservar las armas. La revolución vino en el tercer acto con el serbio Milosavljevic, de 1,98, a cara de perro con el Facu. Ahí se paró el Madrid. Se atascó, cometió faltas tontas en ataque y entró en un carrusel de pérdidas (17 al final) que hicieron volar a los de Casimiro: 63-65, minuto 27.
Thompkins se acababa de retirar por una lesión muscular y regresaba Rudy para cortar la hemorragia, Prepelic atacaba a Boatright… y el Real cogía aire. Sin embargo, el dominio del rebote (43 a 29) tuvo una influencia decisiva. Shermadini se erigía en ese tramo crítico en pilar ante Tavares y ante quien fuera. De los 57 puntos del Madrid en la primera parte se pasó a los 54 del Unicaja en la segunda, que perdió por faltas a Milos con 92-91. Ese ritmo vertiginoso desapareció en la prórroga, los errores y los tiros libres dictaban el camino hasta que llegó un mate de Shermadini reconstituyente, y llegó Jaime Fernández, el nuevo héroe de Málaga. Qué locura, qué deporte.