ACB | GUIPÚZCOA 85 - MANRESA 91
El Manresa sigue soñando con la Copa y el Gipuzkoa se desangra
Los donostiarras lo tuvieron en la mano pero se dejaron comer la tostada en el minuto final y ya no hubo opciones en la prórroga. Lundberg, Toolson y Fisher, decisivos.
El Gipuzkoa trataba de lanzar su último suspiro de salvación pero cuando un equipo tiene su brutal déficit de calidad y tanta necesidad de victorias, cuando luce una soga a modo de corbata, cuesta un mundo sacar los partidos. Se dejó escapar ante Manresa un choque de esos que caen de tu lado por inercia cuando la vida te sonríe, pero se te niega si estás con el no. Lo tuvo en la mano en el tiempo reglamentario pero dejó con su vida a su enemigo y en la prórroga se le vinieron encima todos espectros posibles del colista. Segundo tropiezo con añadido este temporada. La próxima jornada visita al Estudiantes, casi nada al aparato. Hay cosas que no se explican, por ejemplo que en 45 minutos de juego Corbacho (un argumento ofensivo brutal durante su carrera) solo tire una vez a canasta. Los manresanos celebraron por todo lo alto la victoria 600 entre la antigua Primera División y ACB.
Cerca de acabar la primera vuelta, la del corte por la Copa, la pelea del Delteco está en otro horizonte bien distinto, el de sumar victorias como sea para el milagro. En un partido agónico de nuevo en un pabellón fantasmagórico, con eco por todas partes porque no va la gente, el combativo Manresa siguió soñando con la Copa. Tuvo que sudar sangre. La clave estuvo en el minuto final de los 40 reglamentarios. Con 73-70 (a falta de 53 segundos), Van Lacke perdió una posesión que era medio partido (antes protagonizó otra). A falta de 2,9 segundos, con 73-72 y balón en manos del Baxi, protagonizó una penetración Lundberg. metió un pase picado que pudo rozar en Sekulic antes de irse el balón por línea de fondo, pero tres repeticiones más tarde desde diferentes ángulos, era difícil discernir si acarició la bola. Los árbitros no lo tuvieron nada claro y dieron el esférico al Delteco. Ahí no acabó la cosa. Los visitantes hicieron falta antes de sacar y Sekulic solo aprovechó un tiro libre: 74-72. Fisher sacó de banda más tarde a Lundberg, que quedó asignado en defensa por el propio Blagota. este le cerró el triple y en la penetración le metió el cuerpo en falta. La quinta. Quedaba un segundo y medio. El escolta danés anotó los tiros libres y en el postrero lanzamiento de Dani Pérez, desde campo propio, no tocó ni aro. Prórroga. En ella, los pupilos de Peñarroya se comportaron como un grupo que quiere estar en la Copa. A falta de 1:45, Toolson clavó la puntilla con un triple: 77-84. Acabó la matinal como la empezó, matando al rival. Entre él y Fisher, más acciones de Dragovic en el colofón se llevaron el debate. Se anotaron la novena de esta temporada.
Fue la culminación a una matinal de toboganes. El Manresa empezó fluido y con las ideas muy claras gracias a la muñeca engrasada de Toolson: 2-12. En el 12-22 el exjugador de Gran Canaria y Unicaja llevaba 12 puntos, era un puro vendaval. Valdeolmillos buscó la reacción desde las rotaciones. Aprovechando los descansos de Fisher y que Lundberg no tiene su mismo manejo de balón, lanzó traps en medio campo que le otorgaron un buen puñado de canastas. Encontró mayor actividad defensiva y tras su ceguera inicial en el triple (0/5 en el primer cuarto), fue ajustando el punto de mira, hasta el punto de que Burjanadze puso por delante a los donostiarras a 2:34 para el descanso: 28-26. La rotación defensiva del GBC fue clave para soltar lastre.
Zubzic, un 2,11 con gran movilidad, se estrenó en ACB en un segundo período sin tregua y entre el suspiro final y la prórroga tuvo acciones decisivas. El Baxi fue haciendo una labor de hormiguita para reducir el número de pérdidas y jugar con la ansiedad de los guipuzcoanos en el tramo decisivo. El rebote se fue equilibrando y los locales no sacaron jugo a los 20 que capturaron en ataque (13 más que los catalanes). Con 73-72 se entró en el turno para el tembleque. 33 segundos. El técnico local decidió sacar de fondo y Van Lacke, que estuvo desafortunado en casi todas las acciones determinantes, malogró una baza fundamental.