Ataman llamó "terroristas" a la afición del Estrella Roja y ya tuvo problemas con Barça, Fuenla....
El técnico turco, que quiere pedir la repetición del Efes-Madrid, es un personaje muy polémica que fue declarado persona non grata en Serbia.
Ergin Ataman estaba muy enfadado en la rueda de prensa posterior al Efes-Real Madrid. Su equipo, que marchaba embalado en la Euroliga, tenía una ventaja de 14 puntos antes del inicio del último cuarto ante el campeón, que sacó su mejor versión para firmar una remontada apoteósica en un partido mal arbitrado... para las dos partes.
Pero Ataman pagó su frustración con los colegiados y amenazó: "Pediremos la repetición del partido". Un órdago basado en una jugada que había pasado desapercibida durante el partido: a 3:16 para el final del tercer cuarto, Dunston recibió una técnica por flopping. Thompkins falló un tiro libre y el Madrid volvió a atacar, con 14 segundos de posesión y no los 4,7 que quedaban cuando se pitó la infracción al pívot americano. El Madrid ni siquiera arrancó nada de ese ataque (falló un tiro Causeur) pero Ataman dijo que el reloj tenía haber seguido en 4,7 segundos y no en 14. Fuegos artificiales: por un lado, el técnico turco no tenía razón ya que la posesión solo se mantiene en el tiempo de posesión si la técnica se le señala al equipo que ataca (no era el caso). Los árbitros acertaron con una norma implementada el pasado verano y, aunque no hubiera sido así, la repetición era implanteable siquiera toda vez que el Efes no señaló ninguna protesta cuando firmó el acta del partido.
Pero, desde luego, la salida de tono de Ataman no puede sorprender a nadie que haya seguido la trayectoria del técnico de Estambul (52 años), con una dilatada experiencia salpicada de polémicas que han tocado varias veces al baloncesto español. Después de más de una década como jugador, dio el salto a los banquillos en 1996. Ha sido seleccionador turco y esta es su tercera etapa en el Efes después de dos en el Beskitas, cinco años en el Galatasaray y, dentro de lo más destacado de su extenso historial, un par de incursiones en Italia (Siena y Bolonia). Ha ganado tres Ligas y cuatro Copas en su país, además de, en Europa, la Eurocup de 2016, la Copa Saporta de 2002 y la Eurochallenge de 2012.
Camino de ese título, en 2012, formó un escándalo en Fuenlabrada. Fue dentro del Last16 y después de una derrota por dos puntos de un Besiktas que era puro talonario (Carlos Arroyo, Adam Morrison, Zoran Erceg, Mensah Bonsu...). Tras retrasar su comparecencia ante los medios, cargó contra la actuación arbitral y retó a los madrileños: "Nos veremos en Estambul". Antes del partido de vuelta en esa fase de grupos, pidió "venganza" en su pista, si bien el Fuenla también ganó el partido de Turquía y terminó primero de grupo, aunque se quedó fuera de la Final Four y Ataman y su Besiktas acabaron siendo campeones.
Los aficionados del Barça también sufrieron sus arrebatos. Cuando entrenaba al Galatasaray dijo después de una derrota en el Palau, en cuartos de final (3-0 total para los blaugrana), que "era imposible" ganar con esos árbitros (habían perdido por 27) y que el calor del Palau resultaba "insoportable". Y esta misma temporada ya se quejó de las condiciones del Gran Canaria Arena tras el paso de su Efes (con triunfo) por las Islas.
Aquella eliminación ante el Barcelona (2014) fue la antesala de una temporada 2014-15 crítica para un Galatasaray con muchos problemas económicos que llevaron al boicot de buena parte de la plantilla. Los conflictos de Ataman con sus jugadores (caso de Nolan Smith) fueron públicos y el polémico perfil público del entrenador sobrepasó los límites en noviembre, después de un partido contra el Estrella Roja, cuando llamó "terroristas" a los aficionados del equipo serbio después de que uno de ellos muriera a manos de seguidores del Galatasaray antes del encuentro. Hasta el primer ministro serbio, Aleksandar Vucic, intervino para declararle persona non grata en Serbia. Ataman tuvo que recular y pedir perdón. Veremos cómo reacciona esta vez tras exagerar hasta lo dramático una acción puntual en la que, revisado el reglamento, ni siquiera tenía razón.