El Tenerife cree en el playoff y el Bilbao Basket se enreda más
Los insulares rompieron su mala racha fuera. El gran partido de Redivo no sirvió para nada: cuando se agotó, su equipo claudicó. Jornada aciaga para los locales en otros frentes.
El Tenerife no se rinde. Tras cinco derrotas seguidas a domicilio, se quitó la mochila de piedras y sigue pensando en el playoff; aunque tuvo un momento de serio agobio en Miribilla por gestionar mal sus ataques tras viajar con +21, cuando Redivo revolvió la coctelera, al final se llevó un triunfo muy merecido, por equipo largo y con las ideas mucho mejor enfocadas que un Bilbao Basket que no se saca de encima la angustia. su salida a pista fue bochornosa. En la grada estaban Raúl López y Grimau, y en el banquillo local como ayudante Lakovic. Presencia de gente con enorme clase que seguro que palidece al ver este RETAbet tan corto de recursos y confianza. La nostalgia se completó con Katsikaris, Vasileiadis y Borg en las filas enemigas, rescoldos de un pasado notable que mueve por dentro las entrañas de una afición antes dichosa y ahora languideciente. La jornada, de resurrección, acabó siendo una sepultura por las victorias de Joventut y Burgos.
El Bilbao Basket tuvo un serio problema de anotación en el amanecer del compromiso porque su ataque estático, incapaz de buscar una ventaja, es como un dolor de muelas y lo resolvió parcialmente a la carrera al final del primer tiempo, con Redivo, el único capaz de poner algo de electricidad en el campo del rival. El Tenerife, como otros muchos esta temporada ante los vizcaínos, se apoyó en un comienzo celestial (6/7 en tiros de campo) y maniobró a partir de ahí con tal confianza que no hubo forma humana de descabalgarlo. Es un equipo que juega con mil veces más fe que este RETAbet al que le pesa la bola como si fuera la de un presidiario; genera desde el poste bajo para el resto abierto, casi todos meten de fuera, con lo que gesta muchos espacios y se apodera del ritmo salpicando de vez en cuando una zona press. El conjunto de Mrsic se fue del primer cuarto con 12 míseros puntos, con porcentajes lamentables y un 0-9 hizo la brecha enorme, hasta los +21 para los insulares (16-37). Mrsic, desesperado por la inoperancia en ataque, puso a Tabu y Salgado al mismo tiempo para cuidar la pelota, tener algo más de tiro y salir del atolladero en la presión amarilla a toda cancha. No tiró de Gladness, el único grande que tiene, por la movilidad que tienen los cincos abiertos del enemigo. Era significativo: su equipo salía de un tiempo muerto y se comía una posesión. Dos puntos en diez minutos les condenaron un poco más.
Pero el tercer cuarto movió las fichas de tal manera que cambió todo el guion. El RETAbet salió a muerte, se dejó de miedos, de contención, y desató la revolución de la mano de Redivo, que firmó diez de los doce puntos de su equipo para impulsarle a creer en el milagro. También elevó el listón de la dureza. El 'Pibe' se cogió a Salgado como buen socio: un triple del veterano base, celebrado por este como un título, puso el 33-40 a falta de 15:49. De repente hasta la grada se iluminó con la esperanza, mientras el Tenerife ofrecía una imagen de falta de carácter, incapaz de frenar el vendaval. Llegó a dejarse comer las papas hasta el 43-44 (-12:40). Pero hasta ahí. No le superaron y eso pudo ser clave. Pudo mantener la cabeza fría, aunque 21 pérdidas facturaron 25 puntos de los de negro.
Redivo llevaba largo tiempo boqueando, exhausto y su descanso elevó a los tinerfeños: un 2-11 para el 45-55 que les reconfortó de nuevo. cerró el grifo de las pérdidas en el momento adecuado. Al RETAbet siempre le pasa lo mismo: nada y nada pero en dos chispazos se le va la trainera. Los amarillos recompusieron la figura con su mayor solvencia a la hora de ir fuerte al aro a buscar y encontrar algo, una canasta o alguna falta. Una dudosa personal de Tabu a San Miguel casi acabó con la incertidumbre. Se llegó con 67-70 a falta de 27 segundos y se hizo falta a Bassas, que anotó los tiros del desahogo.
Katsikaris se emocionó al final recordando sus tiempos de pelear por títulos en comparación con el desierto de ambición de ahora en Miribilla. "La presión es el peor enemigo. Es muy emocionante venir siempre aquí. El equipo tiene que luchar por salir de esa situación, siempre va a estar en mi corazón, mi deseo es que saquen su juego y el orgullo y se mantengan en la categoría", desmenuzó. Mantiene a White castigado (no le dejó viajar) y le advirtió que está en su mano volver a recuperar la confianza del técnico.