El Valencia sufre lo indecible para llevarse el triunfo en Miribilla
Una pérdida de Tabu en el tramo final dio aire a un equipo taronja que estuvo errático y se abonó a Green en la segunda parte. Lo mejor quedó para el final. El Bilbao sale fortalecido.
El Valencia sacó con sudor y lágrimas un compromiso que le puso en bandeja el mejor Bilbao de las últimas semanas después de llevarle al límite. Con un 0-5 se anotó un partido que amenazaba con dejarle fuera de un posible coliderato. Una pérdida absurda de Tabu al sacar de fondo y un triple errado del base belga cercenaron las opciones de un serio RETAbet, que aún tuvo una opción postrera tras triple desesperado de Todorovic. El partido fue igualado más que vistoso, con muchos errores, y reservó lo mejor para un final con intercambio de golpes. El cuadro de Miribilla, desde luego, sale fortalecido de ese envite, por garra, intensidad, valentía y tuteo a un aspirante a todo. Los detalles (canastas que se salen al ir a machacarlas o un saque defectuoso) son casi tan importantes o más en este juego que la mejor filigrana aérea.
El conjunto de Duran paró la hemorragia de los últimos compromisos. Esta vez no se vio con 50 o más puntos en contra en el descanso. De hecho, no los rumiaba ni al final de los 30 minutos de juego. Y eso que empezó tan frío como en citas recientes, con tres pérdidas en dos minutos, y demoró su primera canasta hasta los 180 segundos de actividad. Pero desde un 0-6 se activó gracias a un 7-0, curiosamente incidiendo en el juego interior, buscando a un activo Gladness, sin atender tanto a la periferia como otras veces. Fue un preámbulo algo engañoso, para continuar con ráfagas de fogueo desde el arco del triple, hasta el punto de que ambos equipos, decididos a iniciar un ejercicio de tiro al aire, se fueron al 1/12 (solo encestó el RETAbet). En el 11-13, el Valencia sólo había convertido a través de dos hombres: 7 de Green y 6 de Saneme. Parecía que el equipo taronja, que podía aspirar al coliderato, andaba perezoso o tal vez aún cariacontecido por la paliza en Moscú ante el CSKA.
El mundo giraba al revés. Al equipo de Vidorreta, ovacionado en otro regreso a casa, le seducían los triples en lugar de poner en marcha a jugadores como Dubljevic y Pleiss (buenos dos contra uno enemigo sobre ellos en el poste bajo) contra un enemigo menos armado por dentro. Y frente a lo habitual en grupos que encabeza el preparador bilbaíno, que protege mucho la bola, realizó muchas pérdidas en ataque, algunas absurdas en primera línea, horizontales (llevaba nueve al descanso). No había juego llegando. Y el Bilbao vivía en gran medida del rebote y lo llevaba más o menos bien con Green, al que dedicaba dos contra uno cuando iba a enfilar el bloqueo y la continuación con el grande.
El partido se desenvolvió con transiciones o bajo el aro, porque lo de la lejanía estaba vetado. Hasta que Todorovic emergió con acierto. "No metemos un tiro y estamos en el partido", gritó el serbio en un tiempo muerto. Se puso a ello y empaquetó dos hasta poner al Bilbao por delante: 36-34. Los seis minutos de inicio en el tercer cuarto fueron un carrusel de despropósitos, que ahondaron en la sensación de que el Valencia andaba pesado de piernas o de ideas, o las dos cosas. El balón no fluía, no era ese equipo engrasado que buscaba ventajas para un tiro bien librado en los cinco segundos finales de la posesión. Frente a las 11,5 pérdidas de media de este curso, acumulaba ya 14 a mitad de travesía del tercer acto. Con un posteo de Mumbrú dio para asistir a Vucetic (grandes prestaciones del chaval ante dos toros importantes) y alcanzar los siete de ventaja: 48-41 a falta de 12:55 minutos para que cayera el telón. Vidorreta optó por explorar su vía más iluminada, Green, al que llegaron a hacer un tres contra uno en una defensa.
El Bilbao empezó a encontrar problemas para anotar. Y sacó su fusil Mumbrú con un triple de veterano muy bien punteado por Doornekamp, para meter a su equipo de nuevo en el partido: 63-64 (-2:36). Fue contestado por el canadiense desde la esquina tras meterse en un pequeño lío bajo el aro Saneme y sacar la asistencia. Gladness por insistencia levantó un balón e hizo un 2+1 para otorgar un nuevo cambio de gobierno en el tanteador: 68-67. Era un columpio. Lo mejor había quedado para ese final emocionante, ya que Vives acertó con un triplazo frontal y Tabu le imitó convenientemente. Dubljevic empató a 71 a 40 segundos para el broche y posteriormente llegó la fatídica pérdida del base belga del RETAbet muy bien 'robada' por Sastre. En el carrusel de faltas Mumbrú hizo una que no le pitaron y luego sí castigaron otra antideportiva a Pere Tomàs. Con 77-79 Mumbrú tiró a fallar un segundo tiro libre en busca de la prórroga pero el rebote fue para Dubljevic. Aroa García González, hija del árbitro Juan Carlos, a la que le diagnosticaron con diez años diabetes, entregó el balón de saque a los colegiados antes de comenzar.