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EUROBASKET 2017 | RUSIA - SERBIA

Shved y Bogdanovic lucharán por un sitio en la gran final

Rusia y Serbia llevan diez y ocho años sin alcanzarla (20:30, Cuatro). Djordjevic ha guiado a semis a un equipo plagado de bajas.

Bogdan Bogdanovic, una de las estrellas del Eurobasket.
OZAN KOSEAFP

He aquí una semifinal inesperada. Rusia ha resucitado de los infiernos y, después de años de olvido (su último logro fue el bronce de Londres en 2012), ha alcanzado la semifinal a lomos de Alexei Shved, que apareció a tiempo en los cuartos contra Grecia para coger el timón y llevar a su país a semifinales con la inestimable colaboración de Timofey Mozgov. A las órdenes de Bazarevich persigue una final diez años después. Entonces, la canasta de Holden heló los corazones españoles en el Palacio de Deportes de Madrid. Lo de Serbia, mientras, es muy meritorio y empieza a elevar a Djordjevic a niveles de ­seleccionador gurú. Sin estrellas como Teodosic, Nedovic, Simonovic, Jokic, Bjelica, Raduljica y Kalinic, ha sabido ir cogiendo forma durante el torneo hasta parecer un equipo realmente amenazante que terminó como líder de un grupo duro con Letonia, Rusia y Turquía y que ha eliminado silbando a Hungría y Italia.

El favoritismo parece volcarse hacia Serbia, que además de ser finalista olímpica y mundial tiene grandes capaces de detener a Mozgov, la otra gran vía de producción de puntos cuando falla Shved. Marjanovic, Kuzmic y hasta el agitador Stimac podrían asfixiarlo. Su rotación, además, parece más fiable. Gira en torno a su gran estrella, Bogdan Bogdanovic (19,7 puntos por partido) pero tiene un gran escudero en Stefan Jovic, estupendo jugador que se ha escapado al radar de los grandes y ha terminado en el Bayern siguiendo el rastro de Djordjevic, guía espiritual. Es el mejor asistente de Serbia.

Las estadísticas de las selecciones son parejas. Rusia firma un 52,1 por ciento en tiros de dos y Serbia, un 54,3. Los de Bazarevich tienen un 32,6% en triples y los de Djordjevic, un 32,5. Sólo hay una mínima ventaja en el rebote para los balcánicos, que no llegan a una final desde 2009 y completarían un ciclo fantástico a la espera de recuperar a sus cracks en China 2019.