Ricky roza el triple-doble pero no puede con Kemba Walker
Sigue la maldición del tercer cuarto (17-36 esta vez) para unos Wolves que siguen sin enlazar buenos partidos y están ya 3-7. Malas sensaciones.
La carrera de Karl-Anthony Towns (que tiene 21 años y un día) es por ahora una suma de acontecimientos felices con muy pocos momentos oscuros, el principal seguramente la Final Four universitaria de 2015: de récord en récord, sus Wildcats de Kentucky (y los de Devin Booker, Trey Lyles, Caule-Stein, los Harrison…) llegaron invictos (el primer equipo que lo lograba en 22 años) pero se estrellaron en semifinales contra los Badgers de Wisconsin. El equipo… de Frank Kaminsky. El mismo que esta noche volvió a amargarle la vida (108-115 final) a Towns: 20 puntos, 12 en el último cuarto, 4 rebotes y 5 asistencias.
Pero la cruz de los Wolves, donde parece que Tom Thibodeau todavía no sabe si los problemas empiezan en la defensa y acaban en el ataque o viceversa (diríamos, desde fuera, que pinta más a lo primero), es su insoportable incapacidad para salir del descanso con la actitud adecuada, un asunto que empieza a parecer ya una cuestión psicológica. O de magia negra. Esta vez los Wolves llegaron 58-46 al descanso y encajaron en el tercer parcial un demoledor 17-36, abierto con un 2-15 y cerrado con un 4-21. Después se agarraron al partido, y tuvieron tiros para empatar con poco más de un minuto por jugar, pero fallaron y se desconectaron después en una defensa fundamental que acabó con un mate fácil de Zeller. Game over. Los terceros cuartos: diez partidos (3-7 ya) y en nueve los han perdido con un balance total de -91 puntos. No hay equipo peor en ese tramo del partido (igual que no hay mejor que los Hornets, así que esto era en cierto modo previsible). Y ya va en el currículum un -10 contra los Grizzlies en un partido perdido por 4, un -19 ante los Kings (derrota por 3), otro -19 para otra derrota por 3 (contra los Nuggets)… Un completo desastre.
Así que de nada sirvieron los 18 puntos en la segunda parte (29 totales) de Andrew Wiggins o el 21+8 rebotes+4 asistencias de Towns. O los 11 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias de Ricky Rubio, que rozó el triple-doble pero perdió la batalla con Kemba Walker, incluso contando con el susto de la estrella de los Hornets, que pareció lesionarse en el primer cuarto (cuando llevaba ya 12 puntos) pero volvió antes del descanso y acabó con 30 (12/19 en tiros), 5 rebotes y 6 asistencias. Los Wolves quedan 3-7 por el 7-3 de los Hornets, cifras que reflejan la realidad, ahora mismo, de uno y otro equipo: los Hornets vuelven a ser duros como el granito y los Wolves amenazan con quedarse otra vez en mucho menos de lo que se esperaba de ellos. También con Thibodeau. Por ahora…