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BILBAO 72 - KHIMKI 91

Shved amarga el efímero regreso del Bilbao a La Casilla

Gran partido del base ruso en una velada plagada de nostalgia. La victoria del Lietuvos ante el Fuenlabrada complica las cosas al RETAbet

Sokolov se encara con Eric.
Luis TejidoEFE

Fue un regreso al pasado, como meterse en la máquina del tiempo y fijar el contador en el año 2009, el último registro en el que consta un partido oficial de baloncesto de élite. La Casilla abrió sus fauces y se entregó a los fieles en un último baile, ya que su nieto, Miribilla está dedicado en cuerpo y alma estos días al Mundial de Bádminton. Todo recordaba al pasado. Todo menos la coleta de Ivanovic, que le divorcia de ese aspecto solemne que ha adornado su carrera como jugador y como técnico. Los jugadores locales vistieron de rojo, como en tiempos pretéritos, en la antesala del nacimiento de los ‘hombres de negro’. Otro guiño a la memoria, a los buenos tiempo del hogar en el que nació el equipo hace 16 años. La Bombonera está viejita y palidece ante recintos como Miribilla, pero su encanto permanece por los siglos de los siglos. ¡Cómo suena la caldera del diablo! Lo que no dio el equipo lo aportó la cajita de resonancia en cuestión, la prima hermana de Magariños. Era la envoltura tan entrañable que el partido, que en el fondo era lo importante, quedó en segundo plano. Pero es que se trataba de un combate entre un peso pesado y un pluma. Los únicos que no estuvieron a la altura de un ambiente tan fantástico fue un trío arbitral dañino y cegato.

Soltaba a los cuatro vientos Arrinda que al Bilbao se le quedaba pequeña la Eurocup. Dios libre al Khimki de que caiga por allí el antiguo máximo accionista de la entidad vizcaína, pero ¿qué podría decir si estuviera ahora al frente de la entidad rusa? Se han ido Rice y Koponen, pero el perímetro, especialmente ese Shved de los tres millones de dólares que vuela como uno de los mejores bases del Viejo Continente, es pura dinamita, es un bloque de Euroliga (y aún les faltaba a Pateev y Hummel) que saltó al cuadrilátero ante un RETAbet que se mantiene a la búsqueda de una identidad y una regularidad. En un acto de estos para la posteridad, las presentaciones son todo un acontecimiento. No se baja la luz porque igual al reactivarla a todo trapo se funden los plomos de media ciudad, pero ante lo recogido de la platea, el sonido es ensordecedor. Hubo ovación cálida a Marko Todorovic en su regreso a Bilbao y pitada monumental a Ivanovic recordando su pasado en Vitoria. Cerca del final, las cinco mil almas lanzaron un “Dusko cállate” que arrancó una ligera sonrisa del montenegrino. Con 20 abajo la gente hasta tiró de ironía con el “MVP” y palmas echando humo cuando el trío arbitral pitaba una falta a los visitantes. La ovación a Marko al retirarse por última vez al banquillo por quedar eliminado por faltas fue de época. Todo apuntaba a fiesta pero acabó en vinagre. La derrota, tras la paliza del Lietuvos al Fuenla, pone en más aprietos a los vizcaínos en esta travesía europea.

El Bilbao empezó percutiendo por dentro con Buva, para poner en evidencia la defensa de Todorovic. Un 5-0 abrió el fuego, pero fue contestado inmediatamente por 0-8. Ese disparo inicial fue el único momento de inquietud para los amarillos, lo que tardó en Shved en coger las riendas y adueñarse absolutamente del encuentro. Duran lo emparejó con Bamforth, para dejar a Salgado de inicio con Rowland. En sus tiempos en Minnesota, Ricky recomendó a Alexey que sonriese y fuera feliz, y eso es lo que hizo durante los 40 minutos: salir al recreo, generar juego desde su infinita clase en el uno contra uno, buscar el bloqueo y la continuación del grande y marcar el ritmo a sus anchas. Lapornik salió más tarde para hacer de secante pero nadie podía contener semejante derroche de talento.

A 6:47 (21-32) para llegar al descanso, otro episodio de impotencia alcanzó al RETAbet. En un rifirrafe entre Eric y Sokolov corriendo a campo de ataque local, el nigeriano lanzó un leve cabezazo al aire, y ambas testas se pusieron a la par; como los muflones. Luego el ruso trató de percutir con el mismo gesto de chola y hasta amagó con un puñetazo. El francés Bissang les expulsó sin pensárselo dos veces pero la grada se vino abajo y optó por revisar la jugada en el ‘instant replay’, que no hizo más que confirmarle su apreciación. No parecía muy justo echar al nigeriano, que fue un actor secundario y con una técnica se podría haber resuelto. Eso debilitó para los restos al cuadro local bajo el aro, fue un muñeco ante el físico enemigo. Como un muro infranqueable. A partir de ahí, manejó mejor el barullo la larga plantilla amarilla. En medio del lío, Duran hizo debutar a Sergio Llorente, en presencia de su padre, José Luis, se supone que subyugado por el escenario que tantos recuerdos le trae (allí jugó en el Madrid y su hermano Toñín fue ídolo) y el momento en que su chaval lidiaba el primer toro europeo y en general en la élite. Luego Carles metió más piernas frescas, porque tenía que dosificar el juego interior ante la ausencia de Eric, y alineó a Mendia. La diferencia engordaba hasta el 34-51 a falta de 39 segundos para el descanso, que debía facilitar una tregua para serenar ánimos y sedimentar el Bilbao su juego.

El principio de amago de reacción del RETAbet a la salida de vestuarios (un 0-4) fue cortado de raíz por Ivanovic con un tiempo muerto a los 38 segundos de iniciarse el juego. Problema resuelto: otra vez malabarismos de los exteriores con Shved a la cabeza y máxima cota rusa: 38-60 a -17:23 después de dos tiros libres de Rowland. En el bando vasco había más corazón que cabeza. Eran ramalazos, principalmente con Mumbrú al poste,pero los grandes ahí no podían generar nada. Los tiros abiertos, en posición o sin venir a cuento, no entraban. Las pérdidas propiciaban castigos del que estaba enfrente. Borg era el tercero que se encargaba de Shved para seguir desgastando al crack. Un 9-0 acercó el tanteo: 47-60. Duran tiró de dos cuatros Mendia y Hervelle porque sólo tenía una torre, pero entonces es cuando el Khimki lanzó su físico con posiciones cercanas al aro. Pullen tomó el mando en el timón e impuso la oscuridad sobre la noche de la nostalgia (aquello se fue a una escabechina: 47-70). La Casilla vuelve a dormir en el baloncesto de altos vuelos. ¿Para siempre?

Todorovic: "Este público es increíble"

“Hicimos un partido bueno, en Bilbao nunca es fácil… tuvimos unos pequeños bajones y al final nos ha salido bien. Estamos contentos. Se agradece cómo me han tratado, como la última vez que vine, en esta ocasión sí que me lo esperaba. Sabía que iba a ser un recibimiento increíble, tengo mucho agradecimiento a la afición”, valoró Todorovic. “Este público es excelente, está siempre con el equipo, son dos jugadores más”, agregó Ivanovic. Duran protestó: "Me ha parecido injusto lo que ha pasado con Eric. No ha cometido ningún error para que le sancionaran como lo han hecho".