REAL MADRID 83 - OLYMPIACOS 65
El Real Madrid abre la nueva era con un triunfo de prestigio
Los blancos vencieron al Olympiacos igual que hace 16 años en el primer partido de la Euroliga. Llull y Doncic marcaron el paso y dieron el acelerón final para firmar un +18.
La nueva era de la Euroliga, la del todos contra todos y más de cinco millones para el campeón, alzó el telón en un Barclaycard Center lleno hasta donde se perdía la vista. Como hace dieciséis años, el Real Madrid ganó al Olympiacos. Entonces en un escenario de menos pretensiones (el viejo Saporta) y en una competición que echaba a andar al margen de la FIBA. Triunfo de prestigio, aquel y este, tras escalar la habitual cumbre roja, el ochomil nuestro de cada día que levantan los de El Pireo arrimando hombros. Llull y Doncic marcaron el paso, pero el colectivo sacó nota alta. Hay talento y parece que también cohesión de grupo. Equipo.
Para abrir boca hubo duelo directo entre Llull y Spanoulis. Bien el griego (solo acompañado por Printezis y Lojeski), un ciclón el menorquín: 15 puntos en el primer cuarto. Incontenible. Sin embargo, pese a la congregación de estrellas sobre el parqué, la afición miraba a las alturas, al vídeomarcador estropeado, donde la anotación del Madrid no fluía. Pitos y guasa para reclamar que dejaran de sisar puntos a los locales, que atacaban con tino pero eran condescendientes atrás.
“Estoy muy contento con nuestro rebote —afirmaba el lunes Laso—. Dicho esto, el Olympiacos nos matará en los rechaces”. Pueden adivinarlo: 14 a 19 dominaban los de El Pireo al descanso (1 a 8 en los ofensivos). Esa laguna, con Randolph inédito ahí y despistado en el resto, hinchó las velas de la armada griega. El estadounidense se iría al banquillo, pero justo antes amagó el triple, penetró por la izquierda y voló por encima de la zona para colgarse del aro (35-30). ¡Vaya pedazo de mate! Luego volvería muy centrado, como Thompkins.
Pasado el efervescente inicio de Llull, Spanoulis y su tropa andaban de vuelta como es tradición. Otra vez agarrados con uñas y dientes a lo que sea que no haya pulido el rival. El genio de Larissa sumó la última de la primera parte. Dribló a Reyes con bote y cuando Taylor tocaba la luna para taponarle, aguantó la caída propia y la ajena para embocarla en horizontal: 42-40.
En la reanudación el Madrid supo escapar de la trampa visitante a medio tejer (49-51). Cogió las riendas y descabalgó el duelo desde la defensa y con rebotes, todos los que le faltaron al principio. Un par de acelerones de Llull y un triple de Rudy le dieron aire, también una personal más técnica que sacó Doncic (por cierto, se pitaron tres antideportivas para relanzar el juego de contraataque). El Real abrió brecha, bien; la supo aguantar, mejor; y la ensanchó para sacar nota con el empellón final de Llull y Doncic: un +18 muy rico por lo que pueda pasar.