FENERBAHCE 75 - REAL MADRID 69 (1-0)
El gran tercer cuarto del Madrid no bastó ante el mejor Sloukas
Los blancos llegaron a perder por 14, remontaron en un sensacional tercer periodo y se hundieron al final. Sin Llull, Rudy y Ayón en pista, otro equipo. Sloukas y Bogdanovic, 17.
El Madrid firmó un buen arranque defensivo, unos pésimos doce minutos finales de la primera parte, un sensacional tercer cuarto (12-23) y acabó inoperante, fallón desde el triple, como durante toda la noche, sin generar espacios con penetraciones o balones interiores hasta que era demasiado tarde (67-58 a falta de 176 segundos). Fue el doctor Jekyll y Mr. Hyde en cuatro actos, la explicación es triple: con Llull, Rudy y Ayón el equipo era fuerte atrás, sin ellos el bloque no se sostuvo. Demasiadas grietas.
También Reyes salvó la cara. Dio la talla (13 puntos y 6 rebotes) peleando a ratos con la más fea, con un Ekpe Udoh descomunal que hizo muchísimo daño por números e intimidación en el segundo cuarto, cuando se ancló bajo el aro para ir al tapón cada vez. Justo entonces surgía Kostas Sloukas, lugarteniente de Spanoulis en el Olympiacos y este martes capitán general. Alcanzó su mejor anotación de siempre en la Euroliga: 17 tantos (diez en el último cuarto, 6 de 7 de dos y 1 de 1 de tres) en un partido que terminó 75-69. Bogdanovic añadió otros 17, pero el Madrid le esperaba y, tras el arreón inicial, supo sujetarle (bien Taylor ahí), aunque reapareció con un lanzamiento lejano para apuntillar (72-64). Como sujetó a un desconocido Datome, al que Rudy echó el lazo durante bastantes minutos. Esa composición de tres altos y dos bajitos no le funcionó a Obradovic. Con Antic de cuatro y Datome de tres llegaron, en los cuartos impares, los mejores momentos del campeón.
La clave local estuvo en la defensa del perímetro, que asfixió a un Madrid que no sabía bien a qué atenerse ante tanto cambio de piezas del rival. Zeljko pasó de jugar con los tres grandes a poner a un alero, Kalinic, como falso cinco. Esa fórmula, la más heterodoxa, le fue mejor.
Los de Laso prácticamente calcaron los registros de los dos duelos de la primera fase, cuando lanzaron al 21% y al 29% desde la línea de tres. Esta vez se quedaron en un paupérrimo 23% (8 de 34 con 0 de 7 de Llull y 2 de 10 de Rudy, que estropeó ahí su gran actuación general). Además, tampoco funcionó otro de sus puntos fuertes, el cuidado del balón. Diez asistencias y 14 pérdidas (diez en la primera parte), cuando suele dar 1,7 pases por cada balón extraviado.
El Real había pasado de achicar agua (36-22) a remar con furia tras un parcial de 10-23 terrorífico que hizo tambalearse al enemigo (51-52). Pero no persistió: Rudy necesitaba descanso y Ayón cometió una tercera falta absurda en campo contrario y luego le cayó una cuarta algo rigurosa (57-55). Un disparo al corazón blanco, un fogonazo letal en un día en el que Sergio Rodríguez entró en pista con el pie izquierdo. Y bien que se notó.
Tercer tropiezo seguido en la misma piedra, una grande y difícil de salvar. El Madrid ya sabe lo que hay. El enemigo es gigante, como la pelea, pero ve que tiene opciones. Y que tiene una plantilla más amplia. Quizá la fatiga acumulada en la serie pueda soplar de su lado.
Lo inopinable es que el Fenerbahçe se adelanta 1-0 y en 37 de las 44 eliminatorias previas pasó quien golpeó primero. El jueves toca el segundo asalto, de nuevo en Estambul, donde los chicos de Zeljko no pierden desde enero de 2015 (Olympiacos). La cuenta va ya por 20-0, aunque torres más altas han caído. El gran desafío blanco.