El castigo de Sam Mitchell ha servido. Un partido después de que el técnico interino dejara a cuatro de sus titulares en el banquillo gran parte del segundo periodo, Mitchell asistió al mayor festival ofensivo en la historia de la franquicia de Minnesota. Los Wolves batieron a los Nets (132-118) con un 68,4% de acierto en sus tiros, el récord de la franquicia (la mejor marca era el 67,1% ante los Lakers en 2014). Una cifra que además supone la mejor noche para una franquicia en más de 15 años, desde el 69,3% que firmaron los Clippers en 1998. Karl-Anthony Towns tenía por aquel entonces dos años, Wiggins acababa de cumplir tres y Ricky iba camino de los ocho.

En el récord tuvo mucho que decir Towns. El rookie y candidato número 1 a novato del año, acabó con 28 puntos (14 de 18, un 77,8% de acierto), 6 rebotes y 7 asistencias. También por encima del 70% de efectividad estuvieron Andrew Wiggins (26 tantos, con 10 de 14 en tiros, un 71,4%), Zach LaVine (21 tantos, con 75%) y Greg Smith, que anotó sus 3 lanzamientos: 6 puntos. Ricky Rubio se quedó en el 62,5% con 16 puntos (3 de 4 en tiros de dos, 2 de 4 en triples y 4 de 5 desde la línea de personal), 7 rebotes y 10 asistencias. Con él en pista, los Wolves firmaron un +20.

Los Nets, en cambio, acabaron por debajo del 50% en sus lanzamientos (48,9%). Markel Brown, con 23 puntos, fue el mejor, respaldado por Sean Kilpatrick (18), Thomas Robinson (18) y Shane Larkin.