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REAL MADRID 87 -CSKA 96

El Madrid choca contra una roca

El CSKA dominó desde el inicio y sentenció en el tramo final con cuatro triples en dos minutos y medio. Ayón y Reyes, los mejores del Madrid.

Vitaly Fridzon celebra una acción ante un cariacontecido Sergio Rodríguez.
Vitaly Fridzon celebra una acción ante un cariacontecido Sergio Rodríguez.FELIPE SEVILLANODIARIO AS

Si existe un ogro baloncestístico que se alimente de camisetas blancas, ese es el CSKA. Los números dicen que ha ganado al Madrid 25 veces en 41 partidos. La percepción va más allá, agiganta las cifras: hincarle el diente a los rusos resulta más penoso que tragar un bocadillo de mazapán con anginas y a palo seco. Un martirio absoluto.

El que padeció el Real de principio a fin, con sus momentos de optimismo en el tercer cuarto. Con sus ramalazos de casta para soñar con la reacción imposible, pero batido al final por el despliegue de talento y la dureza del enemigo. Una roca, durísima y compacta. Irrompible para este Madrid, para el de marzo sin Rudy y con Sergio Rodríguez mermado. Para un equipo al que el calendario y las lesiones han obligado a esprintar desde noviembre. El último demarraje, el de la Copa, le ha dejado sin resuello. No lo lean como una justificación, sino como una explicación de que los de Laso aún pueden ser un poco mejores. Y que si no elevan su nivel en dos meses, no podrán con este CSKA. Quizá, incluso, ni les llegue la revancha. No andan lejos, pero en la élite los detalles abren profundas simas.

De inicio, vimos a dos plantillones con la lección aprendida, en abnegada tarea defensiva. Los dos grandes cañoneros de Europa se empequeñecían el uno al otro (18-18). El Madrid no la metía en una piscina: 1 de 8 de tres, 3 de 17… Dependencia de Ayón y de Reyes y cuando se sentaron, el CSKA ajustó su juego, el del pase extra, con fintas que hacían volar una y otra vez a sus pares. Muy estético. Parecía El lago de los cisnes, puro ballet. Tiros liberados con Khryapa leyéndolo todo. Hines, un pívot tan bajito como fornido y explosivo, se alió con él para encontrar una vía de agua en el muro rival. Metió los dedos y no paró hasta agrandar la brecha. Aparecía Teodosic, De Colo seguía a cero y Llull, que frenaba al francés, acertaba con su primer triple sobre la bocina del descanso (37-42). Había fallado cuatro antes.

En la reanudación asomó lo mejor del Madrid. De nuevo con Reyes y Ayón. Carroll metía dos triples y una antideportiva de Hines seguida de una técnica forzaban el empate a 52. Pero la roca no cedía: 62-64. Iniciativa rusa, mando en plaza. Ahora ya sí con De Colo y sobre todo con Teodosic. Minutos de pleitesía al director de orquesta. El serbio encadenó cinco tantos antes de que sus compañeros firmaran la serie perfecta: cuatro triples (dos de Fridzon) en dos minutos y medio que hacían saltar por los aires la resistencia local (71-83).

La sangre llegaba ya al río (73-86), aunque no hubo rendición. Para el Madrid la única bandera blanca es la suya. Seis puntos seguidos hicieron temblar al volatinero Itoudis (85-90), pero erró de nuevo desde el triple. Su sino durante la noche: 8 de 32 frente a los 13 de 26 del contrincante. Los números cantan, pero a ellos se llegó porque el CSKA trató y compartió más el balón. Lo acarició en grupo. Entre De Colo y Teodosic se quedaron en 27 tantos cuando promediaban más de 40. La batalla no requirió más de ellos porque hubo más manos que apilaban. Como las de Hines, Fridzon y Higgins. Hasta la próxima, si el Madrid sale vivo del Top-16. Cuenta cinco triunfos, necesita tres más y le quedan cuatro partidos fuera y uno en casa. Cinturón abrochado, por favor.