El Real Madrid toma Alemania con 6 triples de Sergio Llull
La resaca copera afectó a los blancos que empezaron 12-0 abajo. Se rehicieron con un gran acierto desde la línea de tres. Ayón puso un tapón decisivo. Muy bien Reyes.
El Madrid es un equipo que ha aprendido a defender y a ser duro, a ganar cuando toca. A competir. Está muy bien entrenado y tiene experiencia, mucha y cada vez más. Pero en el Lasismo prima el talento. Y prima aún más en días difíciles como este, de vuelta al tajo tras una Copa durísima, horas después del enésimo trofeo y de la enésima celebración. De vuelta al grupo de la muerte. En días así, decimos, la falta de concentración y de fuerza te embarca en un descenso precipitado, pero el talento, también el competitivo, te lleva otra vez hacia arriba y te hace imprevisible. Te rescata. Eso es lo que ocurrió en el Nuremberg Arena, la cancha que le prestaron por un día al Bamberg. Más grande y luminosa para recibir al campeón. Para un triunfo del Madrid que marca la raya en el suelo entre la eliminación y la gloria. Porque pasar a cuartos en este grupo F es eso: gloria bendita.
El duelo empezó 10-0 y luego 12-0 en apenas dos minutos y unos segundos, la proyección decía 200-0. ¿Se imaginan? El desnivel de la rampa daba miedo mientras el Bamberg rebañaba todos los balones de las manos de los pívots visitantes, en especial de Thompkins (Doncic y Ndour fueron los descartes), pero ocho minutos después el Real estaba a tiro de tres (26-23) tras sumar un pobre palmeo y… seis triples. Ningún acierto más de campo.
El Madrid de las grandes remontadas, el de los grandes tiradores. Llull terminó con 21 puntos y 6 de 8 desde el perímetro. Pero no fue duelo de historia fácil, de un párrafo y a correr. Fue partido de sube y baja, de montaña rusa de las buenas. Al festival de triples, en el que Reyes batió a Carroll (tres a dos), le siguió la conexión Chacho-Lima en el segundo cuarto. Ocho puntos seguidos del pívot con mates y bandejitas a pases del tinerfeño (10 asistencias). Y más tarde firmaron otra canasta cortada por el mismo patrón. El brasileño apunta a mejor socio de Sergio, como en su día lo fueron Slaughter y Mejri. Lima es rápido en las ayudas, juega por encima del aro y lee bien las continuaciones. Encaja en el rompecabezas.
Tras un me vengo arriba (31-37 y buenos minutos de Taylor) y un me vengo abajo (45-43), los blancos cogieron aire en el tercer cuarto: 47-57. Quedaba aún mucha salsa donde mojar. Darius Miller, un alero con fundamentos capaz de hacer de falso pívot o quizá sea al revés, devolvió al Bamberg a la vida con once tantos seguidos (tres triples). Era el reverso de Llull, la contrarréplica local. La reacción la vimos en cámara lenta y se prolongó hasta el último cuarto: 77-76.
El Madrid dominaba el rebote, pero sufría para sujetar a los bajitos. A Wanamaker, primero, y, luego, a Zisis. Ayón regalaba asistencias (4), pero le costaba meterlas bajo el aro. En realidad, a todo el Madrid. El italiano Melli, rival generacional de Mirotic, igualó a 86 y Reyes respondió con dos tiros libres. Último ataque, 24 segundos, y el balón acaba en manos del quijotesco Wanamaker que encara la canasta y tropieza con los brazos de molino de Ayón. Tapón ganador y puntilla de Reyes desde la personal. El Madrid tomó Nuremberg y Bamberg a la vez, Alemania entera. Cuenta ya cinco triunfos: más cerca de cuartos y todavía tan lejos. Hasta la próxima semana, hasta la próxima final.