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SIXERS 105 - WARRIORS 108

Barnes evita la sorpresa del siglo en 'Philly': ganan los Warriors

Un triple de Barnes evitó la prórroga y la machada de unos Sixers que remontaron ¡24 puntos! Partido terrenal de Curry: 23 puntos con 7 pérdidas.

Stephen Curry y Harrison Barnes (al fondo) celebran el triple ganador del segundo en Philadelphia.
Stephen Curry y Harrison Barnes (al fondo) celebran el triple ganador del segundo en Philadelphia.Mitchell LeffAFP
NBA

Antes de recibir el dos contra uno, Stephen Curry envió el balón dentro de la zona a Draymond Green, quien al centrar la atención de la defensa (hasta tres hombres acudieron a cerrarle el paso) abrió el balón a la esquina, donde estaba Harrison Barnes. A menos de un segundo para el final, el 'Halcón Negro' se levantó y... no perdonó. Con esta última jugada los Warriors se llevaron el triunfo de Philadelphia (105-108), evitando así una de las sorpresas del siglo. Y es que, Golden State dilapidó una ventaja de 24 puntos (58-82) en el tercer cuarto ante los Sixers: el equipo que protagonizó este mismo curso el peor arranque de siempre. "A partir de ahí, hicimos un partido desastroso. Deberíamos haber perdido si los dioses hubiesen cumplido con lo que debería haber ocurrido", analizó Steve Kerr.

Pero no fue así. Golden State luce ya un balance de 43 victorias y 4 derrotas que le permite seguir por encima del 42-5 que a estas alturas lucían los Chicago Bulls del 72-10 (curso baloncestístico 1995-96). Curiosamente, los de la Bahía comparten el mejor inicio de la historia tras 47 partidos con la franquicia de Philadelphia (1996-67). Obviamente, eran otros tiempos. Por aquel entonces, en el Philadelphia Civic-Center (el pabellón que acogió los partidos de los Sixers antes de que en 1967 se inaugurara el mítico Spectrum) nunca se hubiese permitido que se animara más al equipo visitante que al de casa. En muchos momentos, eso fue lo que ocurrió en un Wells Fargo Center que, esta vez sí, estuvo lleno hasta la bandera.

En el sexto triunfo consecutivo de los Warriors (la segunda mejor racha actual tras los 11 de los Raptors), Stephen Curry completó una actuación terrenal. Es lo que tiene malacostumbrar al personal: 23 puntos, 6 asistencias y 5 rebotes (además de 7 pérdidas) son números que no saben a poco. El base se dedicó a asistir al inicio para que su hermano Klay Thompson (21 puntos al descanso para un total de 32) abriera la primera brecha con sus triples y acabó asumiendo el protagonismo ofensivo en un desastroso último cuarto de su equipo (parcial de 33-17). Con una bandeja a 47 segundos de la conslusión parecía haber decido el duelo (99-105). Sin embargo, sucedió lo impensable. Isaiah Canaan (18 y un +16 para su euipo con él en pista) clavó un triple mientras recibía la personal de Steph. Tras el 3+1, entre Curry y Thompson se armaron un lío que aprovechó Ish Smith (su llegada es la mejor noticia que este curso han recibido en Philly) para encarar el aro y dejar una bandejita. El desenlace ya lo hemos contado en el párrafo inicial. "Cualquiera menos el MVP", explicó después Brett Brown, el técnico local. No querían que fuese él quien les liquidase. Pero la pizarra y lectura de juego de los actuales campeones va mucho más allá que un solo hombre. Así, Harrison Barnes (el muchacho que hasta la celebración del anillo no había probado una gota de alcohol) se convirtió en héroe. Y quien sabe si algo más. Quiza esa canasta acabe marcando la diferencia en esa batalla temporal que libran con Michael Jordan y compañía.

Draymond Green, "el egoísta"

Con Iguodala descansando en la visita a la que fue su casa, se entonaron mea culpas generalizadas en el bando 'warrior' tras la sonrojante victoria. Sin embargo, nadie tuvo tanto estilo como el ya all star Draymond Green. El ala-pívot (quien también perdió 7 balones) vino a explicar que su individualismo casi les cuesta el partido. "Deberíamos haber perdido y todo es por mi culpa", argumentó. "Fui egoístamente generoso. Así empezamos a perder balones (23 por los 10 de los locales) y comenzó el desplome", prosiguió. "En otras palabras. Quería hacer un triple-doble (acabó con un 10+13+9). El entrenador me dijo que más me valía conseguirlo en el tercer cuarto porque no iba a jugar en el último. Así que todo es por mi culpa. Lo bueno fue que ganamos. Lo único correcto que pude hacer es el pase en la última jugada", concluyó. No hubo sorpresa del siglo en Philadelphia.