Curry y sus Warriors rompen un récord de 131 años: 21-0 ya
44 puntos y 9/15 en triples para Stephen Curry, que sofocó la rebelión de los Raptors, que rozaron la proeza. Lowry (41 puntos), sin premio. Los Warriors, 25 triunfos seguidos. Final NBA: Rockets vs Warriors
Primero los datos. Porque las crónicas de estos Warriors se están convertido en tal sucesión de récords y números prodigiosos que no queda más remedio que aislarlos. Sección lea este párrafo con atención y digiera bien todo su contenido. Es histórico: los Warriors alargan su inicio de temporada victorioso a 21-0. Y al hacerlo han sellado el mejor arranque de toda la historia de las cuatro grandes ligas en Estados Unidos (baloncesto, fútbol americano, hockey y béisbol). El 20-0 era intocable desde hacía 131 años: St. Louis Maroons (béisbol) en 1884. Sumadas las últimas cuatro de la pasada Regular Season, la racha alcanza las 25 victorias seguidas, ya a dos de los Heat (27 en la temporada 212-13) y cada vez más cerca de las a priori intocables 33 de los Lakers (1971-72). Y al fondo, el 72-10 (también intocable, por ahora) y el dato que ahora mismo les sirve de referencia: los Bulls 1995-96 estaban 25-3 en el cambio de año. Los Warriors, finalmente, han anotado 100 o más puntos en todos sus partidos, algo que no hacía nada tras más de veinte fechas desde 1966. Y ahora Stephen Curry, que reventó la batalla de Toronto (109-112) con 44 puntos y un 9/15 en triples. El base suma siete partidos de 40 ó más puntos (de 21: una tercera parte). Y a 5 de diciembre ya ha igualado el mayor número de encuentros con ocho (6) y nueve (2) triples… en una temporada completa. Suma 111 con casi un 47% de acierto. Y está en ruta, ya por encima del cuarto de campaña, de superar holgadamente los 400 triples. El récord, suyo (2014-15) está en 286. Y ahora, al partido…
Una emboscada casi perfecta. Casi...
Los Raptors perdieron pero tendieron una emboscada primordial a unos Warriors que sólo les ganaron por cinco en Oakland (115-110). En total, sólo un -8 en sus dos duelos directos contra un rival que promedia más de 15 puntos de diferencia en sus triunfos. Una reivindicación de competitividad finalmente amarga tras una pelea en la que se desfondaron y en la que dieron todo lo que tenían (con Valanciunas lesionado) para poner su nombre en la historia. Pero perdieron y se limitaron a ponerlo en uno de los mejores partidos de lo que llevamos de temporada.
Kyle Lowry jugó un mal primer cuarto (3 puntos) y surgió después con una fuerza emocionante: en total 41 con 7 asistencias y 4 robos. Sostuvo el pulso a Curry hasta la línea de meta y alimentó a Nogueira, el larguirucho ex del Estudiantes que casi sale héroe del partido de su vida: 14 puntos a base de intensidad y de acabar con mates las asistencias de Lowry. Ellos (Lowry…) compensaron el discreto partido de Carroll y la mala puntería de DeRozan (16 puntos con 19 tiros: 5/19). El resto fue forzar pérdidas (12 de unos incómodos Warriors por 6 locales), transformarlas en puntos en transición, ganar segundas oportunidades en el rebote de ataque (11-8) y resistir cada envite en la batalla psicológica que es perseguir a un rival casi perfecto. Del 10-5 inicial a, bang, 10-21 con un supersónico 0-16 en el que viajaban cuatro triples sin fallo de Curry y Klay Thompson. Un segundo cuarto de trabajo impecable que se cerró, bang, con cinco triples en cuatro minutos de los Splash Brothers, 5/7 por cabeza en un descanso en el que los Raptors, a pesar de todo, se veían a remolque: 49-59.
Y así en una caza eterna consumada en el último cuarto (85-84) y estirada hasta un 98-95 a cuatro minutos del final. Entonces apareció Curry (15 puntos en el último cuarto): dos triples frontales y pulso con los tiros libres, donde su equipo estaba fallando hasta que acertó con los 8 últimos (26/36 total), en pleno desenlace y mientras fallaban los suyos DeRozan y un Lowry agotado, que erró el adicional tras canasta que hubiera puesto el empate a 106 ya en el último minuto. Da igual. Acabó dando la sensación de que a cualquier golpe de timón final de los Raptors hubiera seguido otro de los Warriors. Y otro, y otro…
Los Warriors, en cualquier caso, jugaron incómodos en una incómoda gira por el Este en la que este era el primero de cinco partidos en ocho días (con peligrosos pasos por Boston, Milwaukee y, sobre todo, Indiana). Les faltó precisión, continuidad y su habitual coreografía defensiva, esta vez con un agujero negro en el centro de la zona. También les faltaron, claro, Harrison Barnes y Andrew Bogut, el 40% de su quinteto titular y dos ausencias que impiden reunir en pista a ese quinteto de la muerte que forman Curry-Thompson-Iguodala-Barnes-Green. Y que dejan muy flaca la rotación de un frontcourt en el que Speights ya está para muy pocos trotes y Jason Thompson apenas sirve para relevos extremadamente cortos. Así que el asunto era peliagudo y se notó. Y se sumaron un mal partido de Iguodala, uno de más a menos de Thompson (26 puntos) y uno de menos a más de Green (16, 9 rebotes, 6 asistencias). Pero con todo y ante un rival fuerte, en un partido con aroma a emboscada, al final ganaron los Warriors. Porque parece que no puede ser de otra manera. Por una montón de razones y por una que está por encima de todas las demás: Stephen Curry.