Ndour: habla cinco idiomas y Mejri le dejó fuera de la NBA
Con 15 años, el nuevo fichaje del Real Madrid dejó a su familia de Senegal para formarse en Japón, país que ni sabía situar en un mapa. Pero en seis meses ya hablaba japonés.
Con 23 años, Maurice Ndour abre etapa en el baloncesto europeo y una cosa es segura: va a pelear a muerte. Es lo que siempre ha hecho. Así se ganó su hueco en el baloncesto estadounidense hasta firmar un contrato garantizado con Dallas Mavericks. ¿Sus méritos? Una brillante Liga de Verano con los Knicks (más de 9 puntos, 4 rebotes y 2 tapones por partido). Y el problema final, una lesión que le dejó en fuera de juego cuando se cerraban las plantillas y justo después de que los Mavs se vieran obligados a repensar su rotación interior tras ser rechazados de forma estrambótica por DeAndre Jordan, que siguió en los Clippers. En definitiva: Dallas cortó a Ndour e hizo hueco en su rotación a un Salah Mejri que acababa de salir, cosas, del Real Madrid.
Lo que había convencido a los Mavericks, en principio al menos, es lo mismo que debería convencer a la afición del Real Madrid: una energía descomunal y contagiosa a la que suma capacidad anotadora. Peleando cada balón como si fuera el último, y no es un tópico, Ndour se ha ido ganando cada oportunidad que le ha llegado. Juega con hambre, un eterno recordatorio de su Senegal natal, donde sabe que sólo algunos afortunados logran abrirse paso hacia sus sueños: “Siempre he sido un tipo hambriento. Desde luego lo soy cada vez que salgo a una pista. Creo que viene de escuchar tantas veces la palabra no y de ser siempre el infravalorado. Cuando tienes que pasar por eso dejas de pensar en lo que dicen de ti y sólo te preocupa que vean que se equivocan. No tienes nada que perder”.
Y hasta ahora ha predicado con el ejemplo: empezó a jugar al baloncesto a los ocho años y en cuanto destacó salió de África. Pero no a Estados Unidos, como hacen ya muchos otros, sino a Japón. Con 15 años dejó a su familia y se marchó a un país que no sabía “ni situar en un mapa. No conocía el idioma, así que me guié por mis instintos y mi confianza en mí mismo. Dejar tan pronto a tu familia y pasar por algo así te hace crecer. No fue fácil, pero no me arrepiento”. También trabajó duro: en tres meses se había acostumbrado a un estilo de vida totalmente diferente y en seis hablaba japonés con fluidez. Era su quinto idioma: ya hablaba inglés y francés además de sus dos lenguas de cuna: serer y wólof.
En el instituto Okayama Gakugeikan fue MVP de su distrito y comenzó a escuchar cantos de sirena de Estados Unidos. Su primera opción fue la Universidad de Portland, cuyo entrenador (Eric Reveno) había jugado en Japón y sabía que los que despuntaban allí podían despuntar también en la NCAA. Pero lo que realmente convenció a Reveno fue ver un vídeo de Ndour dando un discursó en japonés: “Alguien lo puso en Youtube y me pareció impresionante que se hubiera preocupado por hablar tan bien, y tan rápido, un idioma tan difícil”.
En Portland chocó con las homologaciones académicas y las exigencias de la NCAA para incluir a jugadores no estadounidenses en los equipos universitarios. Cuando la puerta se le cerraba, regresó a Senegal para replantearse su futuro, que volvió a virar cuando recibió la llamada de Jeff Brustad en nombres de Monroe College (Nueva York). Allí sí se asentó y no sólo por su inevitable capacidad física: “Era muy maduro, un tipo ya crecido. Había viajado mucho, había ido de Senegal a Japón… había en él un poso de madurez. Después fue creciendo también como jugador hasta que yo casi empecé a delegar en él cuando estaba en pista, era como un entrenador para el resto de chicos”. Más de 16 puntos y 10 rebotes por partido en se segundo año le abrieron las puertas de Ohio, donde en su segunda temporada promedió 15,9 puntos, 8,3 rebotes y 2,2 tapones. Y de ahí a la oportunidad en los Mavericks: “Todo el proceso puede ser estresante pero no puedes perder el control sobre lo que haces. No puedes olvidar que hay muchísimos chicos que quisieran tener las oportunidades que tú estás teniendo. Es un sueño, una bendición”. Un sueño que no fue, por ahora, en la NBA. Pero que puede ser en el Real Madrid.