Griffin (26+8+8), demasiado para unos Wolves sin Ricky Rubio
El ala-pívot anota 12 puntos en el último cuarto y evita el intento de remontada de los Timberwolves. Los Clippers quedan 9-8 y los de Minneapolis, 8-9. Caminos cruzados.
Blake Griffin está promediando más de 25 puntos, más de 8 rebotes y casi 5 asistencias por partido. Con un 54% en tiros de campo. Como es casi imposible hablar de algo que no sea Stephen Curry y sus Warriors, y como los Clippers han pasado por un bache tremendo tras un buen inicio de temporada (vinculado, precisamente, al devastador efecto psicológico de sus dos derrotas ante los de Oakland), el nivel de Blake Griffin ha pasado algo más desapercibido de lo que seguramente debería. Y se ha hablado más de sus problemas en situaciones críticas de partidos (otra vez: los duelos ante los Warriors) que de su definitiva eclosión como jugador total. Un estrellón al que sólo le falta (ay, Clippers…) ser también un líder que gane partidos en rondas avanzadas de playoffs. Al menos ganó este ante los Timberwolves: 26 puntos, 8 rebotes, 8 asistencias y 2 tapones. Y 12 puntos en el último cuarto, siete seguidos (todos por fuera de la zona) cuando los Wolves amenazaban con hacer algo más que la goma permanentemente.
Los Clippers ganaron (107-99) a unos Wolves que quedan 6-3 fuera de casa y que saltaron a jugar en el Staples como el segundo mejor visitante de la NBA por detrás de (y creo que es la cuarta vez que les citó) los todopoderosos Warriors. Unos Wolves que quedan ahora 8-9 en su lenta ruta hacia la seriedad, primero, y la competitividad, después. Los de Doc Rivers al contrario: 9-8 ahora y dos victorias seguidas para, al menos, frenar el chaparrón que les estaba cayendo. Vuelven a estar en positivo y como necesitan de forma apremiante una base sobre la que impulsarse, bien pueden usar ese dato. Algo es algo.
Ricky Rubio sigue sin jugar, frenado esta vez muy a último hora por unos problemas físicos que le tienen casi a punto de volver desde hace días. Entre unas cosas y otras, se ha perdido ya siete partidos. Y rumia abiertamente una mala suerte que le impide tener lo que más necesita: continuidad. La necesita él y la necesita su equipo, que es mucho mejor cuando él juega. Estos Wolves serán, si son, el equipo de Wiggins y Towns, pero Ricky es un facilitador ahora mismo muy necesario para que el juego de ataque sea un flujo y no una sucesión de borbotones. Lavine tiene sus momentos en los partidos y va evolucionando hacia el anotador explosivo y racheado que puede ser. Pero no es un director. Y Andre Miller tiene 39 años, aunque todavía tenga fuelle para enzarzarse ya en el último cuarto en un duelo old school (jurásico más bien) con Paul Pierce, que anotó 8 puntos seguidos y puso un 81-66 que los Wolves después rascaron sin erosionar del todo.
En realidad, el equipo de Minneapolis fue incapaz de aprovechar las descomunales dudas que han anidado en la cabeza de los Clippers. Sólo con subir el ritmo y unas tempranas apariciones de Wiggins (21 puntos finales) y Towns (17 y 8 rebotes, aunque cedió protagonismo a Dieng en el último cuarto), desquiciaron a los locales, gélidos y descompasados: 4-10 en 5 minutos con 5 pérdidas y 5 tiros fallados. Eso hizo Toronto una semana antes y cogió 30 puntos de diferencia, pero los Wolves empezaron a fallar y fallar (en parte por esa mala gestión en la dirección) hasta un terrible 15/43 al descanso, en el que los Clippers madaban por 48-37 sin hacer gran cosa. Y sin hacer gran cosa ganaron a pesar de que hubo un tardío hack-a-DeAndre que llevó al pívot a la línea de personal 8 veces en medio minuto, ya demasiado cerca del final. En total, 3/12 en tiros libres para él, que estuvo muy poco eficaz (9 puntos, 9 rebotes, 1 tapón) ante Towns. Al menos, Doc Rivers vio como en un mal día de Rivers y Crawford, dejaron cositas Pierce y Lance Stephenson. Pero, al menos a las puertas de diciembre, tiene toda la pinta de que el equipo llegará, un año más, hasta donde le lleven Chris Paul (20 puntos, 9 asistencias) y sobre todo Blake Griffin. Que está ya, si el coco lo permite, para cotas muy altas.