Curry (37) y los invictos Warriors (12-0) sobreviven a los Raptors
Stephen volvió a resultar decisivo en los minutos finales. Tras ir 18 abajo, Toronto llegó a mandar en el marcador durante el último cuarto. Golden State, mejor arranque en 13 años.
Costó. Tuvieron que emplearse a fondo hasta el sonido de la bocina final. Pero el Oracle Arena sigue siendo un fortín inexpugnable. Tras derrotar a los Raptors por un ajustado 115-110, los Warriors acumulan ya 25 partidos de liga regular sin saber lo que es perder como local. Un dato grandilocuente de los tantos que este equipo continúa amasando. Y es que, con este triunfo, no sólo se mantienen invictos en las tres primeras semanas que llevamos de curso (en efecto, el tiempo no corre, vuela), sino que lucen ya un 12-0 de balance. Un récord que les convierte en la séptima franquicia que lo logra de inicio a lo largo de la historia de la NBA. Los primeros en hacerlo desde los Mavericks 2002-03. O lo que es lo mismo, los únicos en conseguirlo en los últimos 13 años. El anterior equipo campeón que firmó un inicio similar fueron los Bulls 1996-97. Precisamente, el mismo que ostenta el mejor récord de todos los tiempos en una temporada: un 72-10 que los actuales campeones amenazan con pulverizar.
No obstante, para que lo anteriormente descrito se cumpliera, los pupilos de Luke Walton (visto lo visto, Steve Kerr puede seguir con su recuperación sin prisa alguna) fueron exigidos al máximo por unos Raptors que salen muy reforzados pese a la derrota. Tras lograrles contener en el primer cuarto merced a un inspirado Kyle Lowry (10 de sus 28 puntos llegaron en este periodo), los Warriors metieron una marcha más en el segundo coincidiendo con los mejores minutos de Klay Thompson. En realidad fueron los únicos para el escolta, quien se marchó con un sólo tanto en su casillero en toda la segunda parte. Lo dicho, que Golden State se puso 18 arriba (63-45 tras triple de un Curry del que ahora hablaremos) cuando faltaban menos de dos minutos para llegar a un descanso en el que avistamos un plácido 63-47 en el marcador. Duelo resuelto pensábamos.
Grave error. Tras la reanudación, Toronto aprovechó la lógica relajación de su rival para con un DeMarre Carroll deslumbrante en defensa (6 robos y 17 puntos para el alero) y el buen hacer ofensivo de Lowry y DeRozan (el escolta aportó 11 de sus 28 tantos en el tercer periodo para encabezar la reacción de los de Dwane Casey), llegar con opciones a la batalla final. Es más, pese a estar ¡casi 9 minutos! sin convertir un solo tiro de campo, los canadienses fueron sumando punto a punto desde la línea de tiros libres para llegar tomar la iniciativa: 96-98 a 5:54 para la conclusión. Las alarmas se encendían. La sorpresa era más que una posibilidad.
Pero entonces, y pese a sus 7 pérdidas de balón, apareció quien ustedes ya se imaginan. Sin necesidad de recurrir a una actuación heroica, Stephen Curry tomó las riendas (cuando el Hack a Bogut al que recurrieron los visitantes se lo permitió) de la situación para firmar 10 tantos en los últimos cinco minutos de partido. Primero con un triple y una canasta para dar aire a los suyos (y un respiro a un Oracle que volvió a volcarse con su equipo). Y más tarde para sentenciar desde la línea de tiros libres. Así, como quien no quiere la cosa, el base acabó con 37 puntos (13/23 en tiros y 5/10 desde más allá del arco) y 9 asistencias en su haber. De esta manera, sigue promediando unos números extraordinarios que le mantienen lanzado hacia su segundo MVP: 33,7 puntos (un total de 404, la mejor marca individual desde Kobe en la 2005-06), 5,9 asistencias, 4,8 rebotes y 2,4 robos. Con él todo es más fácil. Los Warriors neceistarán su mejor versión (la inhumana) para los dos próximos compromisos. En 48 horas visitan el Staples para medirse a los Clippers. Al día siguiente, recibirán a unos Bulls que ya conquistaron el Oracle el curso pasado. Dos nuevos restos para seguir citándose con la historia.