Ricky (12-9-9) bordea el triple doble pero cae ante Lillard (37)
Homenaje al fallecido Flip Saunders y derrota de los Wolves en el día en el que se cumplían 20 años del debut de Garnett. Ricky promedia 17,3 puntos y 10,3 asistencias.
Kevin Garnett jugó su primer partido en la NBA el 3 de noviembre de 1995. Los Timberwolves perdieron contra Sacramento Kings (95-86) y el ala-pívot, desde el banquillo, jugó 16 minutos en los que anotó sus 8 primeros puntos en la liga. Su entrenador era un Bill Blair al que mes y medio después sustituyó en el cargo Flip Saunders. Quedaban doce días para que naciera Karl-Anthony Towns, Andrew Wiggins no había hecho nueve meses y Ricky Rubio acababa de cumplir cinco años.
Ayer se cumplían exactamente 20 años de ese partido, otra vez con derrota para los Wolves (la historia habitual de la franquicia, esta vez 101-106 ante los Blazers). y Kevin Garnett estaba allí: jugó otros 16 minutos (tres tiros fallados, un rebote) para el mismo equipo con el que fue MVP en 2004 y del que se marchó para un viaje de ida y vuelta (2007-2015) que incluyó un anillo con los Celtics en 2008. Y casi pareció que estaba allí Flip Saunders, al que los Timberwolves rindieron un homenaje maravilloso en su primer partido en casa, apenas ocho días después de su muerte. Su ausencia cayó como una enorme presencia sobre el Target Center y ese puñado de jóvenes aspirantes a estrella de los Wolves. Lo explicó después del partido Towns: “Me sentía vacío, había estado llorando sin parar antes del partido. Estaba emocionalmente drenado”. Y Ricky, en el homenaje previo: “Tú nos reuniste a todos en este equipo, tú eras el padre de este equipo”.
Ricky hombre orquesta, Lillard ejecutor
Después se jugó y los Wolves se dejaron su precioso 0-2 con una derrota muy ajustada ante otro de esos equipos en temprana reconstrucción. A diferencia de los Wolves, en eterno camino de ida, los Blazers han pasado de casi aspirantes al anillo a casi aspirantes al 1 del draft en sólo un verano, el de la fuga de Aldridge, Matthews, Batum y Robin Lopez. Queda, claro, Damian Lillard, que jugó su mejor partido de la temporada (34 puntos, 7 asistencias, 14/25 en tiros) para un equipo que está con un meritorio 2-2 y que se ha rehecho casi sobre la marcha con un buen núcleo de jugadores jóvenes que pueden crecer de la mano de Lillard. Algunos ya acaparan titulares (McCollum: 37 puntos en el primer partido, 18 esta vez) y otros no lo hacen pero deberían: Aminu ha alargado en este inicio de temporada sus buenas sensaciones del final de la pasada, con los Mavericks. El alero, más interior cuando Stotts pone quintetos bajitos, firmó 17 puntos y 9 rebotes y sigue engordando cada vez más unas estadísticas que ya hacen justicia a su tremenda labor en los intangibles defensivos. En un duelo con muchos fallos, su trabajo (y el de Plumlee) rascó un puñado de puntos para su equipo y restó otro puñado al contrario. Devisivo.
Los Wolves perdieron con una tremenda pero imprecisa energía, fallando mucho (43% en tiros, 3/13 en triples) pero se regalaron oportunidades de volver al partido durante todo el segundo tiempo: de 89-99 a 97-99 y de 97-13 a falta de dos minutos a un 101-103 al que siguieron un par de decisiones arbitrales que mataron a los lobos: primero un goaltending muy cuestionable en un palmeo de Wiggins que hubiera supuesto el empate y después un salto entre dos de Towns y Plumlee en la que le pitaron al rookie una de esas faltas que, ante la duda, siempre se le pitan al nuevo. Entre fallos suyos y ajenos, los Wolves perdieron y quedan 2-1. Tendrán muchas noches así, es el proceso de aprendizaje, pero incluso en sus peores minutos dejaron sensación de vitalidad.
Sobre todo Ricky Rubio y Towns. El pívot de 19 años estuvo por debajo de sus dos primeros partidos (11 puntos, 5 rebotes, 4 tapones, 4 pérdidas) pero volvió a dejar un reguero de esas perlas que anticipan lo dominante que va a ser a medio plazo. En los minutos decisivos aderezó algún fallo con un triple tremendo (el que puso el 97-99) y algunas defensas excelentes por corpachón y, lo que es más llamativo (19 años…), por fundamentos. Ricky, por su parte, rozó un triple-doble que tuvo a tiro durante casi todo el último cuarto: finalmente 12 puntos, 9 rebotes y 9 asistencias. Y 3 robos y sólo una pérdida en lo que está siendo un excelente inicio de temporada para el español: 17,3 puntos, 10,3 asistencias, 5,3 rebotes, 1,7 robos y sólo 1,3 pérdidas por partido. Sensaciones contrarias a las de un Andrew Wiggins que todavía no se encuentra: 16 puntos con muchos fallos (5/17) por forzar jugadas de espaldas al aro y un promedio por ahora de 14,3 puntos con un 30% en tiros. A priori nada por lo que preocuparse demasiado, no todavía: es el proceso de aprendizaje. Seguramente eso es lo que diría Flip Saunders.