Las mil y una vidas del campeón
Los Spurs ganan otra vez en L.A. y se colocan con 3-2, un 82% de opciones de pasar ronda... y el sexto partido en su pista. Los Clippers tuvieron posesión para ganar.
En el Oeste de los últimos años se juega una final de Conferencia oficial y unas cuantas a lo largo de los playoffs. Del vértigo de 2014 a este Clippers-Spurs o a lo que vendrá en la siguiente ronda, con Warriors y Rockets esperando rivales. Se miden equipos con argumentos reales para ser campeones y el resultado son series como esta: eléctricas, agónicas, agotadoras: extraordinarias. Los Clippers han demostrado espíritu pero están a las puertas de otra decepción enorme, una que comenzó a escribirse (para los amantes de las leyendas negras y sus designios) cuando la última jornada de Regular Season les envió como premio por ser terceros de semejante Oeste… a jugar contra los Spurs. Los angelinos sacaron la cabeza tras una derrota durísima en el segundo partido en su pista y una paliza en el tercero, ya en Texas. Ganaron el cuarto y volvieron a casa… donde han perdido el segundo partido consecutivo de la serie (1-2 en tres) contra los Spurs, que siguen siendo una certeza inamovible. Pueden ganar o perder pero viven a salvo de vaivenes emocionales. Cuestión de experiencia y ejecución porque tras su fea derrota en el cuarto, volvieron a L.A. para otra jornada de trabajo. Pudieron ganar antes del final y pudieron perder en los últimos segundos. El caso es que ganaron otro partido descomunal, se colocan con 3-2 a favor y juegan mañana jueves en San Antonio. Los Clippers han demostrado que no están muertos pero si esto no es el más difícil todavía, se le parece mucho. Por carga emocional, por rival, por escenario... y por historia: con 2-2, el ganador del quinto partido se lleva la serie el 82% de las veces.
El quinto partido: los Clippers, en su cuarto año consecutivo en playoffs (un hito), rondan el nivel de aspirante al anillo pero siempre parecen quedarse cortos. Hace un año sortearon a los Warriors (4-3) en otra primera ronda abrasadora y llegaron a los Thunder, a los que indultaron de forma increíble en aquel quinto partido, en OKC, en el que ganaban por 13 con cuatro minutos por jugar y por 7 a 49 segundos del final y tras canastón de un Chris Paul que después cometió dos pérdidas horrendas e hizo una falta que dio tres tiros libres a Westbrook con 102-104 y sólo seis segundos en el reloj. Por el camino, una afilada decisión arbitral en una bola que fue para los Thunder sin certeza y tras una revisión literalmente milimétrica. Carcomidos, los Clippers murieron en el sexto partido, en su pista.
El quinto partido: esta vez los de Doc Rivers sostuvieron el pulso hasta los últimos cinco minutos (94-95) y se vieron después casi fuera de juego: 100-107 a falta de dos. Recuperaron las constantes vitales con Chris Paul llevando su motor al límite y tuvieron opciones porque Danny Green no anotó en dos buenos ataques de los Spurs en el último minuto. Ahí se le vino el mundo encima a Blake Griffin, primero con un tapón descomunal de Tim Duncan y sus 39 años (con 105-107), después con dos tiros libres fallados y salvados pos los rebotes de ataque de su equipo, y finalmente con la jugada que probablemente sea la que siempre recordaremos de esta serie: con 107-108, Green erró un triple generalmente sencillo desde la esquina izquierda y los Clippers tuvieron siete segundos para ganar. Griffin penetró y se elevó con una bomba que punteaba la presencia gigantesca de Duncan y que rebotó en el aro hasta que DeAndre Jordan la palmeó sin dejar que saliera completamente de la circunferencia de la canasta: jugada anulada… cuando probablemente habría acabado entrando sin intervención del pívot. Después, tiros libres de los Spurs, 3-2 y un lenguaje gestual, de todos, que dejaba claro que pendía sobre el Staples la sensación de que más del 75% de la eliminatoria se había resuelto en este quinto partido. Para los amantes de la probabilística, cuando los Clipppers atacaban con 7 segundos y 107-108, tenían un 30% de opciones de ganar. Cuando Griffin se elevó para lanzar, un 72%. Cuando se le señaló la interferencia a DeAndre, un 12%. Y bajando...
La cuestión ahora es que Doc Rivers tiene que convencer a sus jugadores de que pueden ganar dos partidos seguidos a estos Spurs de coraza aparentemente impenetrable. Todavía no lo han hecho: a sus dos victorias han seguidos dos derrotas, muy dolorosas y en su pista. Esta vez se les volvieron a escapar la inercia y el factor cancha a pesar de su tremendo final en el cuarto encuentro. Perdieron después de comenzar como un tornado: 27-13 todavía en un primer cuarto en el que Griffin anotó 13 puntos. En el descanso (54-53) llevaba 21 puntos y 8 rebotes. Y al final… 30+14 y 7 asistencias. Tras sus cruciales pérdidas del segundo partido, acabó otra vez agotado, fallando en muchos ataques decisivos (10/25) y absolutamente ensombrecido por la defensa de Tim Duncan. Su eliminatoria está siendo un vendaval (23,8 puntos, 13,4 rebotes y 7,2 asistencias)… si se le descontaran las jugadas decisivas de los fatídicos partidos 2 y 5. Seguramente la historia no lo hará. Agotado: Griffin llegó a ese final tras más de 41 minutos en pista por los casi 41 de Chris Paul, que sacó energía extra en ese último cuarto pero que se quedó esta vez en sólo 19 puntos y 10 asistencias (33 puntos de media en las dos victorias, partidos 1 y 4).
A los Clippers le fallaron los acompañantes, ese puñado de jugadores que había dado un paso adelante decisivo días antes, en San Antonio. 1/14 en triples (por el 11/23 de los Spurs) y sólo dos puntos esta vez de Rivers. Davis y Crawford (4/15 en tiros) tuvieron su momento hacia el final del tercer cuarto, pero nada más. En un regreso lógico al cosmos de la eliminatoria, la segunda unidad (si es que se les puede llamar así) de los Spurs fue esta vez mucho más importante: 4/4 en triples para Mills, 14 puntos y 6 asistencias para Ginóbili y 8 puntos en el último cuarto para Boris Diaw, con un par de canastas tan artísticas como decisivas en el impulso definitivo (hasta el 98-105).
Tony Parker jugó 33 minutos con todos sus problemas físicos (14 puntos), Splitter apenas pudo contar y Kawhi Leonard estuvo sólido pero no estelar (18 puntos, 9 rebotes y la mitad del último cuarto en el banquillo). Así que la referencia de los Spurs fue Tim Duncan. Con su defensa a Griffin (y ese tapón para el recuerdo con 105-107 y DeAndre Jordan agarrándole) y con un goteo infalible durante todo el partido: 8/13 en tiros, 21 puntos, 11 rebotes, 4 asistencias. Nunca un jugador de 39 años había hecho al menos tres partidos de 20 puntos y 10 rebotes en una serie de playoffs. Él lleva 102 ya superando esos mínimos y sus promedios en esta eliminatoria son estos: 17,2 puntos, 10,8 rebotes, 3,8 asistencias, 1,8 robos y 2 tapones. Jugando más de 36 minutos con los músculos de DeAndre Jordan pegados a la piel y defendiendo durante buena parte de ellos a Griffin. Una leyenda que, ante los problemas físicos de Parker y la inestabilidad de algunos compañeros que están lejos de su sobrehumano nivel de los playoffs 2014, representa más que nunca, y junto a Kawhi Leonard, esa certeza tallada en piedra que son los Spurs, un campeón por oficio y vocación que esta a un partido, en su AT&T Center, de avanzar ronda, trasladar el terror a Houston y convertir en polvo un esfuerzo titánico de dos jugadores descomunales como Blake Griffin y Chris Paul. El jueves, sexto capítulo. ¿Y último? Veremos…