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CAVALIERS 113-CELTICS 100 (1-0)

LeBron James: tomo III, capítulo I

Irving anotó 30 puntos y lideró junto a un LeBron más intenso que brillante a unos Cavs que gobernaron con suficiente autoridad a los Celtics, que jugaron un partido muy serio.

LeBron James: tomo III, capítulo I
DAVID MAXWELLEFE
NBA

La historia de los Cavaliers es la historia de LeBron James. Reescrita y ya indisoluble tras la apasionada reconciliación que siguió al regreso a casa. El último partido de los Cavs en playoffs se había jugado el 13 de mayo de 2010… con LeBron (27 puntos, 19 rebotes, 10 asistencias) y contra los Celtics, que ganaron la serie y mandaron al futuro hijo pródigo al Sur de Florida. Después, cuatro años con los Cavs yéndose de vacaciones muy rápido y LeBron (que jamás ha perdido en primera ronda) jugando finales con los Heat y ganando dos anillos después de transformar su carrera… en Boston. Tras perder la final de 2011, Miami jugó con la guillotina a un palmo del cuello en el infierno del Garden: 3-2 en contra y partido para la historia (45 puntos, 15 rebotes, 19/26 en tiros) de un LeBron que enterró aquella noche cualquier atisbo de esa narrativa del perdedor que empezaba a rodearle. Por eso los Celtics tenían que salir en la foto del otro regreso. El de los Cavs a por su primer anillo, el de LeBron a por el tercero. Cleveland, Miami, Cleveland. LeBron James: tomo III, capítulo I.

Los Cavaliers ganaron bien porque son mucho mejores que estos meritorios Celtics que no deberían estar en playoffs pero que tuvieron el mérito de ser los últimos en darse por aludidos. Traspasados Rajon Rondo y Jeff Green, se amurallaron en torno a Brad Stevens, un excepcional entrenador que tiene 38 años y que parece nacido para entrenar a los orgullosos verdes. Contra cualquier lógica, los Celtics fueron el segundo mejor equipo del Este a partir del All Star (20-11 por el 20-7 de los Cavs). Y gracias a las lesiones de los Heat y los Hornets y los altibajos de los Pacers, se convirtieron en el invitado más improbable de estas eliminatorias.

Perdieron el partido y perderán la serie salvo acontecimiento ultradeportivo, pero dejaron su sello en un arranque de partido magnífico (hasta un 29-37 ya en el segundo cuarto). Son una de esas historias felices con un toque de Cenicienta, una pizca de rebelde sin causa y dos tazas de band of brothers. Pero son por encima de todo un notable equipo de baloncesto. Sin estrellas pero con buenos jugadores (hechos o en proyecto). Y con estilo: defensa muy fuerte en la línea exterior pero a la que le falta un protector legítimo del aro, y un ataque que saca a los rivales de la zona a base de muchos tiros tanto de larga como de esa media distancia que están abandonado ya tantos equipos. En el quinteto inicial hay buenos defensores, en el banquillo hay puntos, casi todos de ese terremoto llamado Isaiah Thomas que huele a Mejor Sexto Hombre. Los Celtics se exprimieron y no se rindieron nunca: del 82-62 al 82-76 y del 98-81 al 106-96 a falta de cuatro minutos. Su mérito fue no perder por veinte cuando daban la sensación de ir perdiendo por treinta. Y eso es lo que hacen los buenos equipos.

Con todo, los Celtics fueron casi siempre con la lengua fuera porque jugaron contra un equipo mejor. Mucho mejor. Stevens alternó defensores sobre Irving y LeBron y cambió quintetos altos por pequeños y viceversa. Algunas cosas funcionaron, otras no y casi todas saltaron por los aires al compás de Kyrie Irving, que metió en el primer partido de playoffs de su carrera 30 puntos, 20 ya al descanso tras una secuencia alucinante de triples (anotó los cinco primeros que tiró, 5/9 final). Irving, como Anthony Davis (35) un día antes, rondó el récord de anotación en primer partido de playoffs (John Williamson, de los Nets: 38 en 1979) y dejó un aroma de superioridad artística sobre pitbulls como Bradley o Smart. Fue el mejor del big-three. LeBron James salió enchufadísimo y con esa actitud defensiva maníaca que ya hace un par de años reserva para los playoffs, pero no jugó un partido redondo. Claro que un partido apenas correcto de LeBron es un partido de 20 puntos, 7 asistencias y 6 rebotes (también 5 pérdidas). Kevin Love jugó una nefasta primera parte pero se rehizo para acabar a un nivel correcto. Y un nivel correcto de Love son 19 puntos y 12 rebotes. Nadie en los Celtics cogió los 12 rebotes de Love y sólo Thomas (22) superó los 20 puntos de LeBron. Los Cavs fueron suficientemente mejores con la sensación de que tienen bastante más dentro. JR Smith fue de más a menos (a muy poco) y Mozgov de menos a más.

Los Cavaliers tienen un ataque vertiginoso, casi imposible de defender porque no se puede doblar marcajes a LeBron e Irving y al mismo tiempo protegerse de los tiros abiertos de Love y Smith y las continuaciones hacia el aro de Mozgov o Thompson. Desde la llegada de Mozgov, JR Smith y Shumpert, los Cavs han anotado 111 puntos por cada 100 posesiones y convirtieron un 19-20 en un 53-29. Pero ese flujo ofensivo se atranca a veces en finales igualados y su defensa, aunque mejorada, sigue sin ser precisamente una garantía. Por ahí se pueden colar unos cuantos equipos (Hawks, quizá Bulls, cualquiera que llegue a una hipotética final desde el Oeste) pero no estos Celtics, que como mínimo seguirán jugando bien y poniendo su firma en una eliminatoria que empezó bonita y seguirá bonita…. Aunque seguramente acabe pronto.