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REAL MADRID 91- BARCELONA 78

Carroll revienta el Clásico

El Barcelona ganaba por tres tras un triple de Satoransky (68-71), pero 19 puntos de Carroll pusieron el 91-76 a menos de un minuto. Tomic, 22 puntos y 34 de valoración.

Jaycee Carroll hizo levantar a los aficionados de sus asientos.
Jaycee Carroll hizo levantar a los aficionados de sus asientos.EMILIO COBOS

Yei-si, Yeisi Carroll”, atronaba el Palacio al son de la música de los Picapiedra. El cántico con el que la grada espolea y rinde a la vez pleitesía al escolta. Con el que le aplaude sus méritos, que en esta jornada fueron muchos. Súper Carroll, su mejor versión. El que se ganó la fama de Boom Boom en Italia y Gran Canaria. El que destrozó más tarde al Barcelona en la final de Copa 2012. El que atrapa una racha como el surfista más hábil coge una ola. En trance, como en el último cuarto, es el mejor cañonero de Europa.

Agarró un partido en el alambre, a un Barcelona en vena de acierto desde el triple (68-71 tras la tercera diana de Satoransky), y se lo entregó al Madrid y a su afición hecho un guiñapo. Lo reventó con 19 puntos de los 30 de su equipo en el cuarto decisivo (30-15). Diecinueve en los siete minutos finales en un catálogo inagotable de cómo taladrar el aro ante seis defensores diferentes: Oleson, Satoransky, Abrines, Nachbar en una galopada, Navarro y Hezonja. Triple saliendo del bloqueo, finta y tirito de media distancia, en carrera, después de robo y contraataque salvando a las torres visitantes... Una maravilla. Figura de la mañana en un partido en el que Mejri recordó al de la pasada final liguera (11 puntos y 15 de valoración). En el que el Madrid rompió con un quinteto del todo atípico: Sergio Rodríguez, Carroll, Rivers, Nocioni y Mejri. Un partido con dos nombres propios, Sergio y Tomic, y con un héroe, Carroll (26 tantos), que hasta ha aprendido a defender. Firmó 12 tantos en el parcial de 14-0 que lo dinamitó todo (82-71).

El Madrid y el Barça se jugarán una parte importante de la temporada desde este miércoles, en el playoff de cuartos de la Euroliga. Y eso marca, incluso antes empezar. Los blancos dieron descanso a Bourousis, Rudy no forzó y Slaughter fue baja de última hora por una gastroenteritis. En los azulgrana, Doellman siguió con su recuperación muscular. Pero una vez el balón vuela (costó, porque el árbitro tuvo que repetir el salto inicial), casi todo se olvida. Es lo que tiene el Clásico. Lo vimos en la pista, quizá no tanto en los banquillos, y en la cara de ilusión de varios niños que lo vivían por primera vez.

Pasión en una batalla con mil detalles y con Ante Tomic condicionándolos casi todos. Un jugador gigante con influencia de superestrella en equipo pequeño, pero que lo hace en plantilla grande. Poco habitual en Europa, más propio de jugador franquicia NBA. Pero de muy franquicia. Peso en la cancha que vimos antes con Sabonis, Petrovic y Gasol en el Viejo Continente, aunque con menos influencia en el resultado. Eso queda claro. Hasta el descanso tampoco había actuado demasiado, 13 minutos, pero anotaba el 40% de los puntos culés: 15 de 38 y añadía 7 rebotes y 2 asistencias para una valoración de 26, a dos por minuto en pista. Descomunal. Con Ayón sobre el parqué, le costó más. También es cierto.

Pero mientras Tomic se salía, el Barça perdía al ritmo del Chacho: 42-32. El tercer cuarto sí fue de color azulgrana al tiempo que se diluía la influencia del croata en la cancha (17-25). No le culpen a él, sino al paso al frente de su equipo. A la ambición del indomable Hezonja ante un Madrid apagado sin Sergio, al que Llull mantenía con el gancho del remolque (58-61). Satoransky, más liberado que otros tiradores de prestigio superior, aprovechó el espacio.

Los de Laso sufrían de nuevo en el rebote, pero regresó el mando de Sergio y su conexión con Mejri. Y explotó Carroll. Adiós Clásico (4-2 en el balance del curso). El Madrid se asegura el segundo puesto y sigue en la pelea por el liderato. El Barça tendrá que pegarse por la tercera plaza. Alzar la voz en la ACB para no verse engullido en la tabla. Como la alzó Hezonja porque Huertas no le pasaba y luego se lo chivó a Pascual en plena transición rival. Fin a otro capítulo de un libro eterno. Ahora manda el Madrid.