VALENCIA BASKET 93- BARCELONA 73

Gran Valencia, minúsculo Barça

El equipo de Duran puso intensidad, corazón y má talento que un rival que se derrumbó de forma estrepitosa en el último cuarto y que llega a las 8 derrotas en esta Liga Regular.

Gran Valencia, minúsculo Barça
ACB
Juanma Rubio
Nació en Haro (La Rioja) en 1978. Se licenció en periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2006 llegó a AS a través de AS.com. Por entonces el baloncesto, sobre todo la NBA, ya era su gran pasión y pasó a trabajar en esta área en 2014. Poco después se convirtió en jefe de sección y en 2023 pasó a ser redactor jefe.
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El Valencia había perdido dos partidos seguidos de Liga y está en medio de una peliaguda eliminatoria de Eurocopa en la que viajará a Rusia con un punto en contra ante el Khimki (75-76). Sigue sin Lishchuk, reservó a Nedovic y lanzó a un Dubljevic mermado. Así que el Valencia tenía excusas pero las apartó a un lado y compitió, electrificó La Fonteta e hizo lo que se hace para ganar partidos gordos de baloncesto: puso energía, recursos, corazón. Con eso hasta le recuperó el average (como mínimo para darse un gustazo) de la ida (76-57) a un Barcelona triste, sin alma y con un rumbo cada vez más difuso. Un Barcelona que ha perdido ya ocho partidos (17-8), uno más que en toda la última Liga Regular, que ya no fue especialmente brillante (27-7). Y que desde que comenzó a rodar cuesta abajo en la visita a Sevilla acumula un penoso 2-7 a domicilio.

El Barcelona sigue siendo casi incapaz de competir cuando juega fuera de casa en Euroliga y fuera de casa en ACB. Un asunto que, dado su potencial para construir plantillas, debería ser más contexto que coartada. El Barcelona se desangra en los últimos cuartos, sin carburante y sin referentes: 25-13 hoy, a merced del Valencia, pero también 23-13 ante el Granca, 20-13 en Bilbao, 26-10 en Santiago ó 18-31 y 23-30 en las victorias en su pista ante Alba y Fuenlabrada. El Barcelona parece incapaz de hacer todo bien a la vez: cuando anota y ataca con estilo no defiende (28-24 en el primer cuarto), cuando aprieta atrás se queda sin puntos (4/5 en triples en el primer cuarto, 2/13 en los tres siguientes). Cuando circula bien y saca buenas posiciones, falla los tiros. Cuando defiende bien 20 segundos, se despista o comete una falta tonta en los cuatro restantes, al límite de la posesión. Y encaja. Encaja, encaja y encaja. Y así se va erosionando su plan, la defensa mata al ataque y este devuelve señales mortecinas a la retaguardia. Plomos fundidos.

Los problemas, los coyunturales y los estructurales, del Barcelona son conocidos por cualquier aficionado que haya visto apenas un puñado de partidos: falta defensa, intimidación y rebote (esta vez sólo 1 de ataque, 30-17 total) en la rotación interior y falta continuidad en la exterior. Abrines volvió tras su lesión en Las Palmas pero todavía no está, Hezonja ha desaparecido, Oleson trata de reencontrarse, Jackson ya no juega y Navarro llegó agotado al final. Veteranos muy veteranos, jóvenes y muy jóvenes y un ya infaltable enredo de un puñado de minutos que le obliga a jugar cuesta arriba. Esta vez tocó en el tercer cuarto: de 46-50 tras un 0-8 en el minuto 22 a un 65-54 en el 29.

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El Valencia, con sus errores y sus altibajos, no dejó nunca de moverse, de esforzarse, de meter ritmo e intensidad, de defender al filo de un baremo arbitral casero… todo lo que tenía que hacer y también más talento que su rival. A cada reacción del Barcelona, que esprintaba en cada estación pero se le cerraba la puerta de cada vagón en las narices, encontró respuestas, casi siempre en los triples (14/28) de Van Rossom, Aguilar (4/4) y Ribas (5/5). O si no de la mano de un Loncar que se bastó en la zona contra esa rotación interior del Barcelona que parece tantas veces, y si miras el talonario resulta intolerable, una colección mal avenida de retales. Esta vez no se salvó ni Tomic. El Barcelona estuvo en partido 33 minutos (71-66) ante un rival que mostraron flaquezas, casi todas con olor a cansancio, en cuanto hilaba un par de buenos minutos. Después se despeñó y terminó desquiciado y desnortado: con la cabeza baja.

Sencillamente ganó el que quiso ganar, el que exprimió sus recursos y remó hasta el final: el que jugó mejor al baloncesto. El Valencia mostró el saludable espíritu Duran con el que irá a por la remontada en Rusia y a asegurar los playoffs, primero, y dar algún susto de muerte una vez allí. El Barcelona pasó sonámbulo por Valencia, obcecado en sus errores, desconfiado y sin plan ante cierto tipo de partidos ni energía para dos choques exigentes fuera del Palau por semana. O eso parece. Impropio, en definitiva.

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