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CLIPPERS 106-BLAZERS 102

Los Clippers escuchan al Doctor

Después de un inicio horrible, los Clippers mostraron el compromiso que pedía Doc Rivers y remontaron un partido que tenían cuesta arriba ante unos Blazers condescendientes.

Los Clippers escuchan al Doctor
MICHAEL NELSONEFE
NBANBA

Doc Rivers es un excelente entrenador entre otras cosas porque es un excelente gestor de grupos, un tipo que sabe cómo rascar la coraza de sus jugadores y sacar siempre algo más de lo que parecían tener dentro. Hay pocos tipos más indicados para combatir el catastrofismo histórico que rodea a los Clippers y que ha frenado a la franquicia, con una de las mejores plantillas de la NBA, en sus dos últimos pasos por playoffs. Ahora, todavía en noviembre, sabía que las cosas no iban bien. Los gestos torcidos, los brazos caídos y sensaciones abúlicas incluso en las victorias. Además de cuestionables momentos de forma en puestos clave. Por eso Doc Rivers, seguramente para comprobar ya qué tienen dentro sus jugadores, habló después de la paliza en Oakland de dureza, compromiso y defensa. Aunque su equipo no fuera ni por asomo la máquina ofensiva que arrasó la última Regular Season: defensa, defensa y defensa porque “así se reagrupan los equipos”. Rivers apeló al factor humano, a lo que se escapa a las pizarras y las estadísticas. Algo que siempre encendía en sus Celtics llamas que después reducían pabellones a cenizas. Pero allí estaban Kevin Garnett y Paul Pierce. Queda por ver cómo encajan y responden sus mucho menos curtidos jugadores actuales. Y en esta primera ocasión mostraron suficiente espíritu de enmienda como para hacer ver que han captado el mensaje.

Costó porque el inicio de los Clippers fue otra vez depresivo, el equipo que en los últimos partidos se ha deshilachado en ataque y ha sido incapaz en defensa de minar la línea de tres y sellar el aro. De salida, y con un aire de superioridad colectiva abrasadora, los Blazers bailaron en el Staples precisamente a base de triples (6/6 en 7 minutos) y de puntos de alto porcentaje en el aro (11 puntos de Robin Lopez en el primer cuarto). El 33-38 del primer parcial era un revés para las proclamas de Doc Rivers pero una buena noticia para unos Clippers que habían parecido mucho peores que esos cinco puntos y que llegaron a verse 40-54 superado el ecuador del tercer cuarto y con evidentes síntomas de anemia.

Pero los Clippers remontaron, con los dientes apretados y el indudable talento que siguen teniendo. Con minutos feos en los que Blake Griffin tiró del carro. Literalmente descompuesto: jugó con un virus estomacal y la consiguiente falta de fuelle físico que no impidió que sus compañeros se agarraran a él de forma casi torturante durante los peores minutos. Sin fuelle para ir hacia el aro, vivió del tiro de media distnacia y, aunque con muchos fallos, se las apañó: 23 puntos con 24 tiros. Pero fue cuando se sentó en el tercer cuarto, exhausto, cuando los Clippers se pusieron las pinturas de guerra. Apareció DeAndre Jordan metiendo manos por todas partes y rebañando rebotes de ataque y aparecieron Crawford (titular en lugar de Barnes) y Redick.

El primero anotó tres triples en plena resurrección local (parcial de 14-0: 77-71), el segundo (que había sumado 51 en los cinco partidos anteriores) terminó con 30 puntos y una serie de 11/13 en tiros. Los Clippers defendieron hasta convertir los 38 puntos encajados en el primer cuarto en 40 en todo el segundo tiempo. Y al final Chris Paul puso la puntilla en un duelo con Lillard que iluminó la mejor fase del partido: ocho puntos del clipper y 9 del blazer en los últimos tres minutos de un partido que pasó de aparentemente sentenciado (100-92, minuto 39) a resuelto casi sobre la bocina. Lillard falló un triple con 102-100, Aldridge hizo a continuación una falta innecesaria que llevó a Paul a la línea de tiros libres (104-100) y finalmente DeAndre Jordan les sacó un último rebote de ataque con 104-102 y un puñado de segundos que habrían dado un último cartucho a un equipo que se empeñó en perder. Y perdió.

Porque la recuperación de los angelinos habría sido imposible si no hubiera mediado ese carácter frío, casi ciclotímico de los Blazers, un equipo que tiende a ser demasiado aritmético y acartonado fuera de su cubil del Moda Center. Cuando jugó con los cinco sentidos pareció superior a un rival tocado que apenas contó con 5 puntos de todo su banquillo. Pero se dejó ir primero y se quedó sin respuestas después y hasta la explosión final de Lillard. Empezó a conceder segundas oportunidades, perdió diez balones en el segundo tiempo (7-16 total) y convirtió su inicial 6/6 en triples en –a base de malos ataques- un 6/14 más de medio partido después y en ruta hacia el 10/25 final. Pecados que le dejaron sin un triunfo que sin embargo otearon hasta la penúltima posesión.

 Así es el Oeste, una constante carga de ejércitos descomunales en la que cada metro cuenta porque los playoffs se resolverán en la foto finish y no hay sitio para todos (Spurs, Clippers, Rockets, Warriors, Mavericks, Grizzlies, Blazers, Thunder, Suns, Pelicans…). La temporada pasada, el cuarto clasificado ganó 54 partidos y el noveno, 48. Los Clippers parecieron esta vez más conscientes de lo milimétricos que son los márgenes en la Conferencia salvaje. O tal vez es que sencillamente necesitan más ganar este partido. Por Doc. Para reagruparse.