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BARCELONA - REAL MADRID 2-1

Paliza del Barcelona, que puede ser campeón este jueves

Exhibición de Navarro. Los de Pascual acribillaron desde la línea de tres a un Madrid sin capacidad de reacción. El cuarto partido será otra vez en el Palau.

Paliza del Barcelona, que puede ser campeón este jueves
Andreu DalmauEFE

En una batalla a cinco duelos, como es este playoff final, el factor mental pesa mucho. A veces tanto como el talento. No da igual empezar ganando el primer partido que perdiéndolo, aunque luego haya empate a uno. El elemento anímico de los duelos impares deja siempre su sello. La historia es reincidente. El Barça ganó el primero y repitió este martes en el tercero. Marca el ritmo y manda en el pulso. Tiene el título a tiro de uno.

Primero recuperó el factor cancha y ahora ha hecho un movimiento de gran maestro. Jaque. Aunque no mate; no todavía. El Madrid aún puede levantarse, como hizo en Málaga. Pero le va a costar hasta la última gota de su reserva energética. Hasta el último gramo de dureza mental que le quede en el cuerpo, en el del colectivo y en el de cada uno de sus jugadores. Vivir o morir, cerrar con nota una temporada de ensueño o emborronar todo lo anterior, que sólo quede en la memoria de los más fieles. Justo el camino opuesto emprendido por el Barça, que enterraría sus padecimientos. Aquellos pañuelos blancos de hace sólo dos semanas en el Palau tras perder con el Valencia en el cuarto duelo de semifinales. Deporte.

Y volvió a pasar que el primer golpe del combate resultó el más importante. Y lo dio el Barça con una fuerza y un ansia que hubiera mandado a la lona a cualquier rival a este lado de la NBA. Exaltación del juego ofensivo. Como solía hacer el Madrid de la ilusión y la confianza, el Madrid al que le aguantaban las piernas. El que defendía tan bien. No es que el Barça se entregara al contraataque, pero mostró una velocidad endiablada en la circulación del balón y un acierto en el tiro de otro planeta. Marciano. 

El primer cuarto acabó 31-20 y es posible que no fuera el peor de los blancos en ataque. Los azulgrana encadenaron cinco triples sin fallo, dieron siete asistencias y dejaron a cero el casillero enemigo de los rebotes ofensivos. Llull empujaba con sus penetraciones y Bourousis era la única boya a flote. Para recibir y aliviar a sus compañeros, para anotar (9 puntos en 9 minutos). En el segundo parcial siguió la brega de Llull, se le unió Carroll… Sólo arrebatos individuales, aislados y predecibles. En suma, neutralizables.

Imposible remontar así, imposible si la defensa seguía haciendo agua, directa a pique. Imposible si el Barça se mantenía en estado de gracia, metiéndolo TO-DO. Al descanso, 10 de 18 en triples y 16 de 28 para cerrar el choque (57%). Una barbaridad y récord en un playoff final. Pura estética en movimiento con Navarro de MVP (19 puntos y, más allá, una sensación de control total), Nachbar y Oleson clavándolas y Huertas en la batuta. Muchos brazos a ayudar. Como los de Papanikolaou y sus 11 tantos del tirón en el tercer cuarto.

Enfrente, justo lo contrario. Lo máximo a lo que alcanzó el Madrid fue a reducir la desventaja a seis puntos: 42-36 tras dos galopadas y una defensa mixta. Entonces apareció la mano de Lampe, dos triples, y la brecha se reabrió. No paró ya de ensancharse. Sergio Rodríguez perdía cinco balones, como si las piernas no le acompañaran y nublaran su mente. Rudy no estaba, quizá… el tobillo derecho lesionado. Mirotic tampoco, otra vez (lo mejor, su intento de sumar desde la personal en la reanudación), y Reyes no cambió la inercia. Ni Slaughter. Sin ala-pívots, en realidad sin pívots, porque no vimos esta vez el efecto Mejri. Equipo a la baja, ¿descompuesto? En dos días, este jueves, aún puede sacar su orgullo, si las fuerzas no le fallan, y forzar el quinto. De lo contrario, el Barça ganará la Liga Endesa al sprint tras meses tapado en el pelotón. Estrategia. El playoff.