Esta gran final es un Clásico

Dicen que el roce hace el cariño. De ser cierto, el afecto entre el Madrid y el Barcelona debe ser grande. Pareja de hecho, como mínimo. Los dos colosos de nuestro baloncesto nunca se habían enfrentado tantas veces y en tantos torneos. Nunca, ni siquiera durante el boom del baloncesto en los ochenta. La que hoy arranca es la tercera final liguera consecutiva entre ambos. Hasta ahora no habían pasado de dos. Y entre Liga, Euroliga Copa y Supercopa, blancos y azulgrana se cruzarán por novena competición seguida desde junio de 2012. Balance de 6-2 para los de Laso. La pelea se ha recrudecido­, o llámenlo cariño­ si prefieren. Aunque en esta ocasión ninguno llega en su mejor momento, el camino ha sido duro después del mazazo de la Final Four.

El Madrid padeció en su semifinal ante el Unicaja más de lo que refleja el 3-1 y el Barça tuvo que hacer historia para tumbar al Valencia (2-3). Por vez primera desde que existen los playoff, un equipo se llevó los tres partidos en cancha contraria. Los de Pascual han ganado desde cuartos de final todos sus duelos fuera de casa (cuatro de cuatro), pero han caído dos veces en el Palau. Un bagaje que oponer a la ventaja de pista del Madrid, la que se ganó durante casi ocho meses tras 32 victorias y sólo dos derrotas. Poco premio para tanto esfuerzo y tan buen juego. La dictadura del formato.

El campeón se decide en junio, en diez días. Al mejor de cinco encuentros, aunque les recuerdo la trascendencia del primero. ¿Cuánta? Hasta ahora, toda. En las once finales entre ambos, siempre se llevó el título quien golpeó primero. Siempre: con ventaja de cancha, sin ella, en series a tres duelos... Dio igual. El que se puso 1-0 terminó campeón. Lo lógico es pensar que ocurrirá de nuevo. Y ese primer partido se juega en el Palacio, donde el Madrid sólo ha tropezado ante el Valencia.

Mirotic y la sociedad Huertas­-Tomic (¿jugará el base brasileño otra vez 40 minutos?) han sido los más punzantes en los Clásicos anteriores. Ahora, Reyes­ y Llull­ vienen pegando fuerte. Como Navarro.