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ENTREVISTA A JORDI BERTOMEU

"Ni la NBA ni la Euroliga van a parar por las selecciones"

Jordi Bertomeu, director ejecutivo de la Euroliga, nos habla de los planes de la competición continental. También de sus problemas, de las disputas con la FIBA.
Real Madrid - Efes: Euroliga

Jordi Bertomeu, director ejecutivo de la Euroliga.
Jesús RubioDIARIO AS

—La FIBA cambia el calendario, la Euroliga hace sus planes, los clubes tienen intereses opuestos... Y, mientras, el baloncesto pierde peso. Seré ingenuo, ¿pero no es posible una sentada colectiva?

—Sí, el mensaje es contradictorio. La FIBA (Federación Internacional de Baloncesto) ha decidido unilateralmente que las selecciones jueguen a partir de 2017 partidos de clasificación en febrero y noviembre, durante la temporada de clubes, como en el fútbol. La NBA ya ha dicho que no parará su competición, y la FIBA lo asume; pero si lo dice la Euroliga, está mal. Quizá esa sea la contradicción más grande. ¿Por qué debemos ser condenados por decir lo mismo que la NBA?

—A lo mejor el baloncesto europeo necesita a las selecciones más que la NBA.

—Esas selecciones serán falsas. Nosotros no somos la NBA, pero la FIBA no puede pretender ser la FIFA (Federación Internacional de Fútbol). Cuando esta tiene que hacer un calendario, Messi juega en Paraguay un miércoles de febrero. Pero cuando la FIBA quiere hacer de FIFA, Ricky Rubio no viene con España durante la temporada a jugar contra Hungría. Los NBA no van a estar ni en América ni en Europa ni en África ni en Asia.

—¿Piensa entonces que la Euroliga y los clubes no necesitan a las selecciones?

—No. Las selecciones son importantes. Por eso promocionaremos la Copa del Mundo de España en la Final Four y por eso hemos propuesto dos alternativas. Una: que jueguen en junio y julio. Y la otra: en septiembre y octubre y empezar la Euroliga en noviembre. ¿Y sabe qué? Ni nos han escuchado. Su proyecto está devaluado porque las selecciones no contarán con los mejores. La Euroliga disputará sus partidos y no pasará nada. Mis clubes lo han decidido así. Y ya hay jueces que han dicho que no es obligatorio ir con las selecciones. Ha pasado en Grecia con Mavrokefalidis.

—¿Y si el jugador quiere ir?

—Que lo hable con su club. No tenemos nada en contra. Lo que digo es que la NBA no va a participar y la Euroliga tampoco. El 90% del proyecto FIBA nos encanta, pero no el calendario. Está bien que se juegue el Eurobasket cada cuatro años, es muy bueno que las selecciones disputen más partidos en casa, pero no invadiendo nuestro espacio. Y así lo pactamos en el año 2000.

—La Euroliga lleva unos meses debatiendo su futuro, ¿qué hay ya en claro?

—A corto plazo no veo un cambio de competición, ni de formato ni de días (jueves y viernes) ni de fechas. Nuestras reformas han ido encaminadas a jugar más partidos entre los mejores equipos y si siguiéramos esa política... No quiero transformar nada que complique la vida a las Ligas nacionales.

—¿Y qué pasará con el polémico sistema de plazas fijas, con las licencias A?

—Pensamos que hay que modificarlo. Ahora es extremadamente complejo y estamos trabajando para simplificarlo en 2015.

—¿Cómo?

Las licencias A, en principio, se mantendrían. Pero ahora el sistema es dinámico, si el campeón de Rusia tiene esa licencia A, la plaza salta a otro país. Así que al final de esta película, el subcampeón de Italia se queda esperando a ver qué pasa en Rusia, Lituania, España… Y esto es confuso para los expertos y para la gente de la calle. Lo vamos a cambiar. Hay que ir a un sistema en el que cada país tenga garantizado un número de plazas. Que Italia sepa que si tiene dos, y una es una licencia A, el campeón de la Lega o el subcampeón irá siempre.

—¿Y en España?

La situación actual no es la que pretendemos, es forzada. Y tengo que abrir un paréntesis que no querría para defenderme: nunca ha ocurrido en España que el que se lo ha ganado no haya jugado la Euroliga. El sistema no está para premiar al quinto, pero si disputas la final de la ACB irás a la Euroliga. Seguro. Pese a ello, nos hemos dado cuenta de que el sistema es demasiado complicado, y si nos hemos equivocado, lo reconocemos.

—¿Y cómo quedarían las plazas en España?

Hay que hablar con los clubes, con la ACB. Hay que abrir el sistema, buscar un poco más de flexibilidad porque la situación es un poco forzada. Además, la gente tiene que pensar que no es viable que haya cinco o seis clubes españoles en la Euroliga.

—¿Entonces es imposible que veamos a cinco equipos de la ACB el año que viene?

No, puede ocurrir si el Valencia gana la Eurocopa. Entonces tendríamos cinco equipos.

—¿Y el Unicaja no perdería su plaza?

Si el Valencia gana la Eurocopa, no.

—Tras años de trienios y plazas fijas, imagino que ya pueden hacer un análisis con fundamento. ¿En qué ha ganado la Euroliga con este sistema? ¿De verdad ha habido más estabilidad? ¿Le ha servido eso al Zalgiris, al Cibona, al Siena, al Baskonia, al Unicaja... para ser más competitivos?

Todos los equipos tienen altibajos. Al Zalgiris le ha servido para tener uno de los mejores pabellones de Europa, para poder entrar desde un mercado muy débil entre los 16 mejores equipos del continente. En Vitoria existe un modelo muy bueno, con un pabellón de 15.000 espectadores. Los presupuestos del Maccabi y del Alba Berlín son de los mejores, con una gran estabilidad en todas las partidas. El caso del Baskonia es también ese. Cuando enseño un modelo de presupuesto, enseño los anteriores, no el del CSKA ni el del Barcelona porque no son equilibrados. No generan los ingresos suficientes teniendo potencial para hacerlo. Nuestra licencia permite a determinados clubes hacer inversiones, de lo contrario no resultaría posible. Desde Valencia, Jerusalén y París me dicen que, si juegan la Euroliga, podrán invertir diez-doce millones. Y yo les digo: ‘cuando seáis suficientemente buenos, tendréis la licencia’. No se puede poner el carro delante de los bueyes. Hemos dado plazas fijas a equipos en Polonia e Italia que han sido varios años campeones. Pero si no se mantienen, el sistema tiene su propia higiene. Si se despistan, se quedan sin licencia. La estabilidad me parece un concepto muy evidente. Nos han acusado de Liga cerrada y hemos empezado de cero esta temporada con ocho equipos nuevos. Y eso es duro. Las novedades pueden ser buenas si ayudas a crecer a esos clubes, si es flor de un año no ayudan en nada.

—Le pongo un ejemplo: por muy bien que le vayan las cosas al Armani Milán en esta Euroliga, por sí solo no va a levantar el baloncesto italiano. ¿No cree que harían falta más clubes y una Liga nacional fuerte? En los setenta y, sobre todo, en los ochenta el baloncesto era muy importante en Italia. Había rivalidad interna.

No seamos tan nostálgicos, había pabellones llenos de… sólo 2.000 personas. En esta última jornada la Euroliga se vio por televisión en 200 países. Lo que dije hace unas semanas y se interpretó de manera terrible es que la realidad del baloncesto europeo hay que intentar asegurarla. Tenemos grandes proyectos y algunos mercados muy pequeños que no arrastran interés. Porque lo que ocurre en Siena interesa menos que lo que pasa en Milán y Múnich. En Siena, con el proyecto más grande y fuerte del baloncesto italiano, siete años seguidos como campeón, algo que no había hecho nadie antes, sus audiencias eran tan pobres que las del Cantú resultaban muy superiores. Y las del Milán, sin grandes resultados deportivos, eran seis veces más elevadas. ¿Qué hace la Euroliga? Respetamos a Siena, le damos una licencia, pero compensamos su punto débil permitiendo la entrada del Armani Milán. En España, una final Madrid-Barcelona tiene al menos el doble de audiencia que cualquier otra. Eso es un dato objetivo.

—¿Y ese intervencionismo, en contra de la tradición deportiva europea, da de verdad frutos?

Sí, los da. En Alemania siempre habíamos tenido dificultades con el contrato de televisión: primero no lo teníamos, luego sólo para internet, luego firmamos pero por poco dinero… Ahora ya tenemos un contrato de tres años con dinero y en abierto. Y lo hemos conseguido en un país donde el baloncesto era un deporte de segundo nivel.

—En parte por el fuerte crecimiento de su Liga.

Claro, por eso trabajamos de forma conjunta. Pero nosotros invitamos al Bayern de Múnich a la Eurocopa y a la Euroliga nada más ascender a primera división. Un buen trabajo no sólo de su Liga. En Italia tenemos un contrato que se ha multiplicado por dos desde que está el Milán.

—Suele explicar que un club de la Euroliga recibe entre el 7 y el 8% de su presupuesto de la competición frente alrededor del 18% de las franquicias NBA. Vayamos a números más concretos, ¿cuánto recibirá esta temporada el equipo que más ingrese de la Euroliga?

Alrededor de 2,5 millones de euros, que supondrá un 15% de su presupuesto. En la Champions, que parece el modelo más justo, casi nunca el campeón es quien recibe más dinero, aunque sí tiene más en cuenta los partidos ganados. Nuestro sistema es conservador, me gustaría variar la tendencia.

—¿Van a aumentar de verdad los ingresos en las próximas temporadas?

Nos hemos marcado unos objetivos y las señales son muy buenas. En esta temporada hemos multiplicado por dos como mínimo todos los contratos de televisión. No quiero poner como ejemplo a España porque en el último año carecía de contrato, pero ahora la Euroliga genera en derechos de televisión tres millones de euros con un producto mucho más pequeño que el nacional.

—¿Irán más allá: topes salariales, presupuestos equilibrados, contratos unificados...?

—Sí, hace dos años aprobamos el Financial Fair Play (juego limpio financiero), pero estamos en fase inicial. La Champions lo aprobó hace seis y esta temporada lo ha aplicado por primera vez dejando al Málaga fuera de Europa. La contabilidad del Madrid con la del CSKA de Moscú no tiene nada que ver por regla contable, por fiscalidad… Requiere ir ajustando criterios para poder ver una imagen unificada. Ese es el concepto por el que la UEFA ha apostado y nosotros también.

—¿Y puede llevar a que un equipo pierda su sitio en la Euroliga?

Hay un límite salarial, un máximo de pérdidas, hay unas obligaciones de recapitalizar, hay, y eso es muy importante, unos límites a la contribución del propietario. No es estable que un club tenga 20 millones de presupuesto y el propietario ponga 15. Habrá un tope. Si hoy en día los dueños aportan alrededor del 30% del dinero, queremos reducirlo a la mitad como máximo.

—¿Y eso se puede controlar de verdad? Si no sabemos al final cuánto se pagó por Messi, ¿cómo se podrá fiscalizar a clubes de tantos países diferentes?

Es difícil, pero al final suceden cosas. Repito: el Málaga se ha quedado fuera de Europa. La UEFA ha estado seis años trabajando, ha habido grandes protestas, pero al final el Málaga no ha jugado.

—¿Se fijará un límite de pérdidas para los equipos?

Lo que queremos es establecer unos mecanismos, unos parámetros que determinen qué se puede destinar y a qué partidas. Un máximo para el salario de los jugadores, un máximo de contribución del propietario, un máximo de pérdidas que si superas deberás capitalizar en un determinado tiempo o te irás fuera. Parámetros ya aprobados que entrarán en vigor en la campaña 2016-17. Los clubes tienen ese tiempo para prepararse. Aunque ya podemos leer las contabilidades del CSKA, del Baskonia, del Madrid y compararlas con los mismos números. Ahora queremos que todas las Liga lo empleen, como ya se hace en Francia, Alemania e Italia. La ACB lo tiene, pero viendo casos como el del Valladolid sospecho que no se aplica.

—Sin embargo, su modelo de control no es el mismo que el de la ACB.

No exactamente, pero la filosofía sí es la misma: proteger la transparencia, que no haya pérdidas. Es una disciplina presupuestaria. Si comparamos nuestro modelo con el de la UEFA, encontraremos cinco diferencias, y si lo comparamos con el de la Liga Alemana de baloncesto, habrá sólo tres.

—Como exdirigente de la ACB, ¿cree que las Ligas nacionales tienen que variar su sistema de competición para adaptarse a los nuevos tiempos? Hasta ahora cada país tiene un modelo de competición total: fases largas, Copa y eliminatorias. Quizá la solución podría pasar por apostar por torneos que se complementen los unos a los otros. Eliminatorias en la Copa; fase regular, playoffs y Final Four en la Euroliga; formato clásico en las Ligas…

Nosotros respetaremos lo que cada Liga haga y son ellas las que deben elegir su sistema de competición. A la Euroliga le preocupa más el número de equipos. Habría que unificarlos, como unificamos las fechas de las Copas del Rey en Italia, España, Turquía, Grecia… Nos preocupa la capacidad real de cada país. Nosotros marcamos un calendario conjunto con las diferentes Ligas, por eso tenemos a cuatro en el consejo de administración de la Euroliga. Y en la asamblea son once. Cualquier decisión que tomamos la consultamos con las Ligas nacionales, que saben desde hace tres meses nuestro proyecto de calendario para el año próximo. Que será básicamente el de este año. Se ha dicho que esta temporada vamos a invadir con nuestros playoffs de cuartos de final las fechas de la ACB, pero ya lo sabían y formaron parte de la decisión.

—Choca que se haya puesto la inauguración del nuevo pabellón del Herbalife Gran Canaria el domingo 20 de abril. Resultaba fácil intuir que se tendría que aplazar porque el Barcelona estaría clasificado para los cuartos de final de la Euroliga.

Sí, pero la decisión es de la ACB. Lo único que digo es que nuestro calendario era conocido desde hace mucho tiempo, y no es impuesto, sino debatido.

—¿Qué opinión le merece la situación de la Liga ACB?

Cada país, cada Liga tiene que evaluar cuál es su capacidad real. Da la sensación de que algo ha fallado cuando hay equipos jugando administrados por un juez. Hay que ser realistas, hay que hacer lo que se puede hacer. Cada Liga debe realizar una reflexión, como debemos hacerla nosotros en la Euroliga. Hay que competir con las mismas reglas. No puede ser lo mismo un club bien gestionado que uno mal gestionado. No deberíamos tener un sistema que premiara a los dos por igual, sino que el bien gestionado debería obtener un mayor retorno, un premio superior.