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REAL MADRID 87-IBEROSTAR 76

El Madrid las pasa canutas para hacer historia y seguir invicto

Los de Laso igualan el segundo mejor inicio liguero de la historia, 21 triunfos, de la mano de un gran Felipe Reyes (27 de valoración). El Iberostar Tenerife apretó a los blancos.

Sergio llull ante Diego Fajardo.
Sergio llull ante Diego Fajardo. EFE

Otro triunfo del Madrid, pero no uno más, no uno cualquiera. El sufrimiento que pocos hubieran previsto trajo premio, porque son ya 21 victorias consecutivas y con ellas los de Laso igualan el segundo mejor arranque en toda la historia de la Liga. El mismo inicio que logró con Ferrándiz al mando en la 60-61, aún lejos de las 30, que son récord absoluto, de la 72-73. Pero si alguien puede batirlo, es este equipo.

Visitar al líder invicto cuando llevas dos meses sin ganar hace que entre tus expectativas aparezca la de que te crujan vivo. Muchos han sido los equipos que entregaron armas en el Palacio tras el primer arreón blanco. Pero no este Iberostar Tenerife, que ganó en marzo pasado por 13 puntos y casi repite gesta un año después sin su mejor jugador, Sekulic, que ha volado rumbo a Turquía. Un club del que se habla poco, aunque es ejemplo en muchas cosas. Ascendió de la LEB y mantuvo el bloque y, aún más difícil, ese estilo rápido y ofensivo tan vistoso. Le costó derrotas, pero se asentó, entre otros motivos, por la calma y la seguridad que transmite su entrenador, Alejandro Martínez, que lleva una década con las riendas.

Quizá por eso el equipo tinerfeño llegó a Madrid con la serenidad que no otorgan sus siete traspiés seguidos, ya ocho sin contamos el de la Copa. Jugó duro, fuerte, y se sobrepuso, además, a la lesión en el pie izquierdo de Richotti (38-37) para encarar el cuarto definitivo cinco arriba: 54-59. Con el tocado Saúl Blanco tomando el relevo de un acertadísimo Juampi Gutiérrez, tanto al poste como abierto en el tiro. Ganaron el segundo y el tercer periodo.

El Madrid se frustraba por su falta de puntería, por tratar de culminar de manera más individual que colectiva, por su mala circulación de balón, por un saco de pérdidas extra más de lo habitual y por no dominar el rebote. Definitivamente, su peor partido de la temporada. Y se frustraba también con los árbitros, quizá relajados por intuir un duelo desigual y ser inconscientemente más puntillosos con los blancos. Pero el gran problema del Madrid era suyo frente a un rival mejor durante bastantes minutos.

Por primera vez en esta campaña vimos algo distinto en el Palacio: a los locales angustiados. Noticia. Si nos preguntamos qué había cambiado, empezaríamos por la hora (13:00) y seguiríamos por la rotación, que se redujo a sólo cinco jugadores para los tres puestos exteriores. Era el partido 44 de la temporada y Llull estuvo en pista 37 minutos; Rudy, 33 y Sergio Rodríguez, 27. Cualquiera de los tres aguanta eso y mucho más, pero el Madrid ha destacado todo el año por su frescura para lanzar y correr, por esa labor de desgaste defensivo que rompe al rival, por su concentración. Sin Draper y sin Carroll, y menos de 48 horas después de vencer al Partizán, no vimos todas esas virtudes. No durante tanto tiempo y en tantos jugadores. ¿Casualidad? Esperemos a próximas jornadas.

Los blancos aglutinaron esfuerzo y acierto en el cuarto acto (33-17, +16). Con los Sergios y Rudy a machete, y con Reyes y Slaughter (Mirotic atraviesa una etapa valle a la espera de la próxima cumbre). El capitán Reyes como emblema (13 de sus 18 puntos llegaron entonces). Gran defensa, más velocidad y más puntería: triple de Reyes seguido por otros dos de Llull. Vuelta a la tortilla: 75-65. El menorquín recuperaba el traje de superhéroe (11 tantos en el tramo clave, y aún le daba para arreglar su porcentaje de tres: 3 de 5) con Rudy y Sergio (22; 17 al descanso) buscándole y encontrándole. El líder sigue invicto: 21 triunfos seguidos, el segundo mejor arranque en la historia de la Liga. Casi nada.